Contra esto y aquello
En el ambiente de gran confusi¨®n que envuelve hoy a la sociedad espa?ola, no sabr¨ªamos decir si el bullicio circundante significa alegr¨ªa, confianza o resignada entrega a lo irremediable, aceptando toda irregularidad sin protesta, transigiendo en todo, lo que visto con una perspectiva de serenidad y de lejan¨ªa parece que est¨¢ destinado a su autodestrucci¨®n.Ante tal situaci¨®n viene con fuerza el recuerdo de la actitud y palabras de protesta del egregio rector de la universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, vasco por naturaleza, que, con su gran inteligencia, sus saberes y su ingenio, clamaba "contra esto y aquello", porque con su esp¨ªritu inconforme se rebelaba contra la sordidez de una Espa?a ensimismada y sin horizonte.
Hoy es f¨¢cil llegar a la conclusi¨®n de que don Miguel se rebelar¨ªa contra una Universidad que, pese a contar con positivos valores en el profesorado, ha venido a menos; contra una televisi¨®n, radio y Prensa sometidas a cabildeos de mercaderes; a una Administraci¨®n de justicia acosada, y que decrece en su autoridad por falta de preparaci¨®n en los jueces, materia en la que, m¨¢s atentos al n¨²mero que a la calidad, se busca la fabricaci¨®n de ¨¦stos como sea, lo que unido al origen de sus nombramientos hace que est¨¦n penetrados sin duda de un fondo pol¨ªtico, con influencia inevitable sobre grupos e instituciones se?eras; contra una Administraci¨®n p¨²blica aumentada de manera mastod¨®ntica, pero con personal en la mayor parte de los casos ignorante, sin competencia ni sentido de servicio a la comunidad. Y, as¨ª tambi¨¦n, contra la inseguridad personal, la sanidad decrecida, la ense?anza insuficiente, "contra esto y aquello"...
Es una ¨¦poca de escaso sentido de la jerarqu¨ªa moral que nada tiene que ver con la jerarqu¨ªa social; refiri¨¦ndonos a la Prensa, y sin intenci¨®n de que se pongan trabas o levanten barreras al libre curso de la informaci¨®n, que vivifica el ambiente de grupos sociales para remansarse luego y resultar ¨²tiles a la sensibilidad de los Gobiernos; la Prensa, con su gran importancia en el mundo moderno -un poder f¨¢ctico-, ha tenido en Espa?a una historia brillante. Su cometido es doble: primero la funci¨®n de informar, y luego de crear opini¨®n, que ya es una manera de juzgar que obliga a servir siempre a la verdad, el alimento del alma, "el ¨²nico bien del hombre", en frase de S¨¦neca. Importante misi¨®n esta de informar, de juzgar con rectitud, con veracidad, sobre cosas y personas, evitando la injusticia del silencio o de la falsa y lucrativa exaltaci¨®n, hoy tan corriente en los llamados servicios de "cuidados de imagen", "relaciones p¨²blicas", etc¨¦tera.
La contrapartida de la libertad de prensa son unas reglas firmes en defensa del juego limpio, porque esa libertad de prensa se corrompe cuando los medios de informaci¨®n aceptan subrepticiamente los tr¨¢ficos de intereses, la cotizaci¨®n de influencias, los servicios subterr¨¢neos. Hay demasiadas noticias magnificadas, demasiados ataques sospechosos, no pocas p¨¢ginas inexplicables. La reforma y regeneraci¨®n de la democracia espa?ola no podr¨¢ hacerse sin una cierta ejemplaridad en el mundo de la informaci¨®n desde el que se forma una buena parte de la opini¨®n nacional.
La Prensa ha estado siempre en manos de gentes muy varias, desde las que buscaban un simple medio de trabajo y de vida, hasta pol¨ªticos, pensadores y escritores importantes del pa¨ªs, incorporados a esta actividad para exponer sus inquietudes, sus razones, sus impresiones sobre los hombres y las cosas; su forma de ver cada momento hist¨®rico, enjuiciar el presente u otear el futuro, y ejercieron as¨ª, en ocasiones, influjo importante y decisorio: desde Castelar con El rasgo, de donde arranca la Noche de san Daniel. Mariano de Cavia, que con su art¨ªculo El incendio del Museo del Prado despert¨® el amor y la inquietud de las gentes por la gran pinacoteca espa?ola. Azor¨ªn, que "haciendo primores de lo vulgar, elevando lo m¨ªnimo a lo m¨¢ximo", seg¨²n frase de Ortega, enlaz¨® con el regeneracionismo del 98 llev¨® el regusto de los cl¨¢sicos en tantos miles de espa?oles. Don Ramiro de Maeztu, con la visi¨®n de Espa?a, primero desde Inglaterra en cr¨®nicas inolvidables, y luego desde aqu¨ª. Eugenio d'Ors, que rompiendo con la Mancomunidad vino a Madrid a escribir su imperecedero Glosario.
Pol¨ªticos de personalidad y formaci¨®n bien distintas, vivaces y combativos en la Prensa, como Indalecio Prieto y Alejandro Lerroux, Blasco Ib¨¢?ez manejando la novela social con la pol¨¦mica period¨ªstica; y a vuela pluma, sin una temeraria exposici¨®n exhaustiva, se puede recordar a Francos Rodr¨ªguez, "el a?orante gacetillero", Manuel Bueno, Eugenio Montes, Luis Calvo, Pedro de Lorenzo, Pedro Rodr¨ªguez con una manera nueva, original y atractiva, de hacer periodismo que su muerte prematura frustr¨®. V¨ªctor de la Serna con sus "foramontanos", Heli¨®filo, Andrenio... y los catalanes Gaziel, Rovira Virgili, Jos¨¦ Pla, Narciso Oller, Santiago Rusifiol, Gal¨ª, Tar¨ªn-Iglesias, Andr¨¦s Nin... y tantos otros que colaboraron en la desaparecida revista Destino, all¨ª Ridruejo, Carlos Rojas -profesor de Lengua y Literatura de Emory University de Atlanta-, y que todav¨ªa, alcanzaron algunos j¨®venes como Porcel...
Especial recuerdo para la pluma magistral de don Jos¨¦Ortega y Gasset, desde la visi¨®n centelleante de una tormenta en Castilla, que le hizo refugiarse en una venta soriana en la ruta del Cid, n¨¢ufrago en una org¨ªa de rurales, hasta el testigo excepcional de una Espa?a n¨¢ufraga de s¨ª misma que le har¨ªa exclamar: "?No es esto, no es esto!".
Uno de los fundamentos m¨¢s s¨®lidos de la sociedad abierta, esto es, la sociedad de signo occidentaltal como la conocemos hoy en las naciones m¨¢s respetables de nuestro entorno -Suiza, Gran Breta?a, Estados Unidos, Canad¨¢.-, es la independencia de la magistratura, la vigencia cotidiana de los derechos c¨ªvicos. Es grave que la Prensa se desv¨ªe de su propia misi¨®n y arrolle funciones judiciales que no pueden ser interferidas.
De hecho, en la reciente historia de la judicatura espa?ola podr¨ªan extraerse cuestiones recusables por su antinaturalidad, en las que los jueces se sintieron forzados por la presi¨®n incontrolada de unos poderes f¨¢cticos, ajenos al tradicional sistema pol¨ªtico de los Estados.
Sin ir m¨¢s lejos, estamos asistiendo estos d¨ªas a un caso en el que no quiero entrar, pero en el que a todas luces se han producido acosos informativos, no s¨®lo sobre el Gobierno y sus instituciones operativas, sino m¨¢s all¨¢, al llegar la osad¨ªa de los inquisidores a cercar la independencia, la rectitud y la ¨¦tica de una magistratura que, durante casi dos siglos, ha venido dando en Espa?a muchos ejemplos de probidad, de ciencia y de expenencia, incluso de hero¨ªsmo.
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