Patrimonio Nacional, el Ayuntamiento de Madrid y los vecinos se repartir¨¢n El Pardo

Casi el ciento por ciento del t¨¦rmino de El Pardo es propiedad del Estado. Sus palacios, sus casas, sus calles pertenecen al Patrimonio Nacional y al Patrimonio del Estado, una titularidad que ha creado m¨¢s de una confusi¨®n: ?qui¨¦n tiene que arreglar una ca?er¨ªa?, ?qui¨¦n debe tapar un bache?, ?qui¨¦n riega los jardines? El Patrimonio del Estado va a poner fin a la indefinici¨®n distribuyendo la tarta: las calles ser¨¢n para el Ayuntamiento; los palacios y el monte, para el Patrimonio Nacional, y las casas, para sus inquilinos.
Los 5.342 habitantes de El Par do tienen dos privilegios: vivir rodeados de 15.000 hect¨¢reas de masa forestal y no pagar la contribuci¨®n territorial urbana. Para eso tienen a dos mecenas: el Patrimonio Nacional y la Direcci¨®n General del Patrimonio del Estado, dependiente del Ministerio de Econom¨ªa, a los que pertenece casi todo lo que se encuentra entre los lindes de sus tapias. Apenas una docena de locales y no m¨¢s de 50 pisos -los m¨¢s antiguos- son propiedad privada.Y ahora, seg¨²n coindiden los portavoces de la actual propiedad, a los vecinos de El Pardo les ha tocado la loter¨ªa. El Patrimonio del Estado, al grito de la "la Administraci¨®n no est¨¢ para hacer de casero", ha decidido vender a sus inquilinos las 800 viviendas que asumi¨® hace dos a?os procedentes del Patrimonio Nacional. Este ¨²ltimo organismo conserva en su poder 600 viviendas. As¨ª lo explica el subdirector, Vicente Santamar¨ªa Los precios oscilar¨¢n entre las 350.000 pesetas y los 6 millones.
Pero esta intenci¨®n ha revelado toda una serie de irregularidades. Muchos de los pisos no existen oficialmente porque no est¨¢n ni registrados. No es extra?o, por lo tanto, que el Ayuntamiento cobrara con a?os de retraso la contribuci¨®n de la zona. El Patrimonio Nacional devolv¨ªa buen n¨²mero de notificaciones ante la imposibilidad de saber qu¨¦ inmueble se estaba cobrando. "Muchos recibos no tra¨ªan una identificaci¨®n exacta", indica Juan Carlos de la Mata, delegado del Patrimonio Nacional.
Ocupaciones irregulares
No es la ¨²nica anomal¨ªa. La Administraci¨®n ha descubierto, de momento, una decena de casos en los que el inquilino no vive regularmente en el piso o lo ocupa ilegalmente. "Hay que tener claro qui¨¦n tiene derecho a comprar la vivienda", afirma Santamar¨ªa. En una primera evaluaci¨®n, no podr¨¢n venderse entre 80 y 160 pisos a sus ocupantes actuales.
La anexi¨®n en 1951 del n¨²cleo de El Pardo al t¨¦rmino municipal de Madrid signific¨® un nuevo conflicto de competencias. "En algunos casos no se han podido abordar obras de mejora viaria porque no hab¨ªa datos sobre la titularidad de las calles, plazas y zonas verdes", explica Miguel Mart¨ªn Vela, concejal del PP y presidente de la Junta de Fuencarral, a la que pertenece El Pardo. El Patrimonio del Estado tambi¨¦n ha manifestado su intenci¨®n de transferir al Ayuntamiento todo aquello que sea de dominio p¨²blico para acabar con la indefinici¨®n.
Durante estos a?os, el Ayuntamiento ha ido asumiendo funciones sin saber con seguridad si le correspond¨ªa realizarlas: recogida de basuras, organizaci¨®n de fiestas, mantenimiento de algunos jardines... Pero han quedado muchas lagunas que han generado las quejas de los vecinos: mala iluminaci¨®n de las calles, deficiente pavimentaci¨®n, precaria red de abastecimiento y saneamiento y falta de plazas escolares. En El Pardo hay dos colegios p¨²blicos con 600 plazas para los 692 ni?os censados.
Mart¨ªn Vela, que apenas lleva un mes como presidente de la Junta, ha empezado las gestiones para paliar algunas carencias: una linea de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) -no hay autob¨²s municipal-, un servicio de urgencias y una dotaci¨®n permanente de la Polic¨ªa Municipal. El equipo de gobierno municipal pretende segregar El Pardo de Fuencarral y hacer un distrito independiente.
Reales inquilinos
En plena contienda civil, Manuel Aza?a desviaba sus pensamientos hacia El Pardo. Quer¨ªa retirarse y convertirse, y as¨ª se lo dijo a Negr¨ªn, en guarda mayor y conservador perpetuo de El Pardo "sin retribuci¨®n alguna, ni otra recompensa que el derecho de vivir en cualquiera de sus casas, no en el palacio ciertamente". As¨ª lo relata en sus memorias. Dos a?os despu¨¦s de aquella conversaci¨®n, la mayor casa de la zona, el palacio, ten¨ªa un nuevo inquilino: Francisco Franco.El Pardo empez¨® a adquirir en ese momento entidad como n¨²cleo urbano. Hasta entonces hab¨ªa sido un cazadero real de ampl¨ªsimos l¨ªmites. Los reyes justificaban sagazmente la gran extensi¨®n del coto: no se pod¨ªa poner l¨ªmites a la fiereza de los animales salvajes. Hasta Fernando VI no fue construida la tapia.
En 1939, el Patrimonio Nacional comenz¨® a renovar el viejo n¨²cleo y a levantar nuevos edificios cuidando que su arquitectura no desentonara de la del palacio. Eso s¨ª, guardando las diferencias: "Las casas m¨¢s pr¨®ximas al r¨ªo Manzanares eran de segunda fila", recuerda Juan Carlos de la Mata, delegado del Patrimonio Nacional.
Estas viviendas, y las construidas despu¨¦s, se arrendaron a empleados del Patrimonio o a personal civil y militar adscrito a la Jefatura del Estado. Algunos contratos incluyeron una cl¨¢usula de reversi¨®n que nunca se lleg¨® a aplicar. Los adjudicatarios o sus hijos pagan hoy una media de 1.000 pesetas mensuales de alquiler.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.