Pan
Venden una m¨¢quina de hacer pan y, si es verdad que lo hace, ser¨¢ el invento del siglo. Parece diricil porque para fabricar pan se necesita amplio espacio, tahona con su padilla, su hintero, su a?acal, su panadero en vela sudando la gota gorda, mientras la m¨¢quina tiene palmo y medio de ancho por tres jemes de alto, o as¨ª, y funciona apretando un bot¨®n. Dice el anuncio: "Mientras usted duerme, la m¨¢quina le hace el pan". A?ade c¨®mo: "Antes de acostarse, vierta los ingredientes en la m¨¢quina, programe el pan de su preferencia y olv¨ªdese". Y anuncia el para¨ªso: "Por la ma?ana le despertar¨¢ el olor del pan horneado...".Hay en las casas modernas sofisticados aparatos electr¨®nicos, pero todos son inodoros, ninguno sirve para revivir el ambiente hogare?o que creaban aquellos aromas de horno, cuando las amas de casa cocinaban cada d¨ªa empanadas, rosquillas y suplicaciones. Confing¨ªan en la masera harina, aceite, agua, sal y levadura; luego, venga bregar y he?ir la pella hasta convertirla en zurullo, y lo extend¨ªan despu¨¦s pasandole el rodillo, que era atributo de su matriarcado, pues les serv¨ªa tambi¨¦n para esgrimirlo en las desavenencias conyugales, alternativamente con la mano del almirez.
El pan lo trabajaban menos las amas de casa. Requer¨ªa levantarse con las gallinas y, tras mucho afanar, era probable que se les rega?ara en el reverbero o les saliera sentado, cuando no perruno. La m¨¢quina el¨¦ctrica de hacer pan, en cambio, dicen que ella solita fresa, leuda, hornea, y lo da candeal, franc¨¦s, de Viena, mollete o frutado, a la hora que se programe. El hombre moderno jam¨¢s habr¨ªa imaginado que podr¨ªa despertar entre fragancias de pan cocho reci¨¦n, y desayun¨¢rselo, adem¨¢s, calentito y crujiente. Ahora puede, con la m¨¢quina. Aunque cuesta un dinero serio y qui¨¦n sabe si lo que hace en realidad es un pan como unas hostias, tambi¨¦n llamadas obleas, que no valen para el companaje del desayuno, ni nada.
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