Pel¨ªcula fundacional
La revoluci¨®n cultural asol¨® la vida cultural china. Dej¨® tras de s¨ª un desierto. En la escombrera de esta gigantesca devastaci¨®n quedaron los restos del cine tradicional chino, que literalmente desapareci¨® del mapa sin dejar rastro. Le sigui¨® el vac¨ªo, hasta que el rumbo del comunismo chino dio a finales de la pasada d¨¦cada un vuelco en busca de titubeantes salidas hacia la libertad. Y de la resurrecci¨®n, a finales de la pasada d¨¦cada, de la escuela de cine de Pek¨ªn comenzaron a salir a las calles nuevos cineastas, con ideas y sensibilidades muy diferentes a las de sus maestros. El primero de ellos que llam¨® la atenci¨®n, con un filme de muy bajo presupuesto titulado Tierra amarilla, fue Chen Kaige. Su pel¨ªcula -asc¨¦tica, extra?a, con oscilaciones violentas entre el hermetismo oscuro y la met¨¢fora luminosa- tiene tan fuerte e inidentificable identidad, son tan delicados y al mismo tiempo tan corrosivos los subterr¨¢neos que se entrev¨¦n bajo sus im¨¢genes, que fue secuestrada por las autoridades chinas durante varios a?os. Pero abri¨® grietas en su mazmorra y sali¨® a la luz. Hoy es un filme fundacional, que abri¨® camino para un nuevo cine chino.
Tierra amarilla
Direcci¨®n: Chen Kaige. Gui¨®n: Zhang Ziliang y Chen Kalge. Fotograf¨ªa: Zhang Yimou. M¨²sica: Zhao Jiping. Int¨¦rpretes: Xue NaI , Wang Xueyin, Tan Tuo, Liu Obiang. Rep¨²blica Popular China, 1984. Estreno en Madrid: cine Renoir.
Filme y cineasta fueron la punta de lanza de un cine completamente distinto del que se hab¨ªa realizado hasta su desaparici¨®n en el insondable pa¨ªs. Sus propios creadores lo llamaron el de la quinta generaci¨®n, una de cuyas m¨¢s importantes pel¨ªculas, Sorgo rojo, ya ha sido estrenada aqu¨ª, y su director, Zhang Yimou, figura en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de Tierra amarilla como director de fotograf¨ªa. Una austera y bella fotograf¨ªa, que por desgracia se pierde en gran parte a causa del deterioro de la copia que se exhibe en Madrid.
Pesimismo
El filme contiene, aunque en estado balbuciente, los signos inequ¨ªvocos de un cineasta con talento y estilo propio: merece la pena olvidar sus muchas imprecisiones y detenerse en su extra?a y poderosa banda sonora, en las secuencias del interior de la caba?a del viejo campesino, en las rituales repeticiones de la b¨²squeda de agua en las sirgas del r¨ªo Amarillo, en la evoluci¨®n -condensaci¨®n en met¨¢fora del silencio de la voz humana en las zonas insondables del campesinado de las regiones de Shang patria de Zhang Yimou, donde el filme fue rodado- del ni?o mudo, en la desoladora escena final, atestada de amor y de una fuerte carga de pesimismo, un pesimismo no dicho, sino visto, o entrevisto, a causa del rechazo de Kaige al exceso de evidencia. Por todo esto y por otras razones, Chen Kaige -si su complejo y dificil cine tiene continuidad en la actual situaci¨®n pol¨ªtica de China, cosa poco probable, ya que se trata de un cine po¨¦tico pero de gran dureza cr¨ªtica- est¨¢ ante las puertas del poco poblado olimpo de los grandes el cineastas contempor¨¢neos. Y en Tierra amarilla, todav¨ªa sin pleno dominio de s¨ª mismo, se percibe su cercan¨ªa a la peque?a parte imperecedera del cine actual. No es cine para pasar el rato. Es duro, dif¨ªcil, casi inextricable. No da reposo. Aburrir¨¢ hasta el tedio al que busque lo que habitualmente se busca en una pantalla. Pero apasionar¨¢ al que busque otras voces, incluso otros ecos.
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