La urraca vuelve a volar
El festival de P¨¦saro, propulsor fundamental de la recuperaci¨®n y puesta al d¨ªa de Rossini en la escena oper¨ªstica mundial, ha querido celebrar su d¨¦cimo aniversario con una nueva producci¨®n de la obra que abri¨® la aventura en 1979. Por otra parte, la misma con la que el propio Rossini a la batuta inaugur¨®, el 10 de junio de 18 19, el teatro que hoy lleva su nombre, tras la reestructuraci¨®n del antiguo teatro del Sole.Por encima de razones hist¨®ricas, La gazza ladra, cumbre de la ¨®pera semiseria del compositor, es uno de los desaf¨ªos pendientes, en cuanto a difusi¨®n, que tiene el equipo art¨ªstico del festival. Aunque en los ¨²ltimos 30 a?os se ha escenificado en el Reino Unido, Italia, Alemania, Austria y recientemente en Francia, La gazza, exitosa en su presentaci¨®n en La Scala de Mil¨¢n en 1817, no acaba de levantar el vuelo y normalizar su presencia en el repertorio de los teatros de ¨®pera, a pesar de contar con una de las oberturas m¨¢s brillantes del compositor.
La gazza ladra
De Rossini. Con Katia Ricciarelli, Samuel Ramey, Bernadette Manca di Nissa, Ferruccio Furlanetto, Luciana fintino, Roberto Coviello, William Matteuzzi. Direcci¨®n musical: Gianluigi Gelmetti. Direcci¨®n esc¨¦nica: Michael Hampe. Escenografia y vestuario: Carlo Diappi. Orquesta Sinf¨®nica de la RAI de Tur¨ªn. Coro Filarm¨®nico de Praga. Teatro Rossini. P¨¦saro, 16 de agosto.
Una de las razones es su complejidad. La obra necesita un reparto amplio que, ante la caracter¨ªstica de ambig¨¹edad entre lo dram¨¢tico de las situaciones y la agilidad de la m¨²sica, exige a los cantantes un desdoblamiento nada sencillo. Influye en el resultado global la soluci¨®n que se d¨¦ a la puesta en escena. Carlo Diappi, utilizando una escenograf¨ªa con presencia continua de nubes grises y piedra desnuda a punto de abandono, ha subrayado el car¨¢cter realista, tr¨¢gico. M¨¢s que una ¨®pera semiseria, invita a pensar en una ¨®pera seria con final feliz, forzado. La luminaci¨®n lateral potencia contornos difusos con los que Michael Hampe, director de escena, crea conjuntos con ¨¢nimo de ambientaci¨®n hist¨®rica.
Pict¨®rico
La figura del alcalde (Podest¨¢), tan r¨ªgida, adquiere su significado en los enfrentamientos de clases tras la Revoluci¨®n Francesa. Se puede condenar a muerte a una sirvienta por el robo de una cuchara. Hampe y Diappi (autor del vestuario de algunas pel¨ªculas de N. Mijalkov, como Ojos negros y Pieza incompleta para piano mec¨¢nico) no pierden nunca de vista el concepto pl¨¢stico, casi pict¨®rico. La direcci¨®n orquestal de Gianluigi Gelmetti (sonidos secos y acentuados de cuerda baja y viento) participa de este enfoque.Katia Ricciarelli dio del personaje de Minetta, por encima de todo, una lectura humana. Sus agudos fueron tirantes, en alguna ocasi¨®n estridentes, y en los adornos cometi¨® alguna que otra irregularidad, pero hizo cre¨ªble su papel, explotando acertadamente el registro medio de la voz y dando ¨¦nfasis al fraseo intimista.
Samuel Ramey (Podest¨¢) estuvo absolutamente excepcional. Su primera intervenci¨®n en la cavatina Il mio piano ¨¦ preparato puso al teatro patas arriba: potencia, dicci¨®n, frescura de la voz, presencia esc¨¦nica. Excelente, asimismo, la creaci¨®n que de Pippo hizo Bernadette Manca di Nissa, con una l¨ªnea de canto emotiva.
Lo extraordinario, no obstante, fue la labor de conjunto. Matteuzzi, Furlanetto, D'Intino, Oviello... compon¨ªan un reparto sin fisuras que dio altura y solidez a un trabajo concienzudo y equilibrado en su totalidad, que supone un digno comienzo oficial del festival, porque la inauguraci¨®n se hab¨ªa producido el d¨ªa 15 con un concierto en la sala Pedrotti del Conservatorio.
Maurizio Pollini (piano), Salvatore Accardo (viol¨ªn) y Rocco Filippini (violonchelo) acompa?aron magistralmente a una exquisita Lella Cuberli (soprano) y a un entonado Philip Langridge (tenor) en la interpretaci¨®n de los interesantes y poco habituales 25 lieder escoceses, opus 108, de Beethoven, sobre textos de, entre otros, Robert Burns, Walter Scott y lord Byron. La alegr¨ªa de hacer m¨²sica que transmiti¨® tan asombroso grupo convirti¨® la velada en una aut¨¦ntica fiesta, prolongada por no menos de seis bises de cantos populares irlandeses, alemanes, tiroleses y escoceses.
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