La ley de la calle
Las 'tribus urbanas' se reparten pac¨ªficamente el asfalto madrile?o
"La hero¨ªna est¨¢ acabando con las pandillas", asegura Matt Dillon en La ley de la calle, la pel¨ªcula de Francis Ford Coppola que retrata fielmente la vida sobre el asfalto. Las drogas y el paro no impiden que el esp¨ªritu de aventura urbana contin¨²e vivo entre las nuevas generaciones. Madrid no es una excepci¨®n, y grupos de j¨®venes -enganchados casi siempre a un determinado g¨¦nero musical- viven a su aire, ajenos a todo lo que no pasa en su reducido entorno. Han ido ocupando determinadas zonas de la ciudad y han convertido los bares del lugar en sus cuarteles generales. Rockers, mods punks y psicod¨¦licos conviven pac¨ªficamente en el asfalto madrile?o.
No hace muchos a?os, un cantante conocido como Bill Haley, interpretaba junto a su grupo, The Comets, una legendaria canci¨®n llamada Rock around the clock. A partir de entonces, mediados de los a?os cincuenta, un nuevo g¨¦nero musical se convirti¨® en el agente catalizador de un buen n¨²mero de pasiones adolescentes.Hab¨ªa nacido el rock and roll, y con ¨¦l las pandillas, grupos de chicos y chicas que viv¨ªan en las grandes ciudades, escuchaban a Elvis Presley y a Eddie Cochran y vest¨ªan como James Dean y Marlon Brando. Las calles, el ¨²nico terreno al que ten¨ªan acceso, se convirtieron en su campo de batalla.
Estos pac¨ªficos ej¨¦rcitos urbanos, uniformados con vaqueros y cuero, a¨²n patrullan por las ciudades. Ellos no escuchan a Julio Iglesias, apoyados en un ciclomotor aparcado en la doble fila de una terraza de la Castellana. Son los j¨®venes que ignoran la visita del Papa, y que s¨®lo se mueven tras el humo de los conciertos o de alguna concentraci¨®n motorista.
No hay que ir muy lejos para contemplarles. El centro de Madrid, sobre todo Malasa?a y Lavapi¨¦s, es el escenario inmejorable de esta pel¨ªcula que se repite cada fin de semana.
Al filo de la medianoche se pueden admirar los cuidados tup¨¦s de una pandilla de rockers tomando unas cervezas y bailando alg¨²n rock cl¨¢sico en King Creole, un bar situado en la Corredera Alta de San Pablo. A pocos metros de ese lugar y de la Gran V¨ªa, en el n¨²mero 17 de la calle del Barco, suelen estar aparcadas algunas potentes motocicletas; rancios modelos americanos, de agresivos dise?os y brillantes cromados, esperando que sus due?os salgan de La Mala Fama, un local donde se respira sudor, goma quemada y gasolina. El para¨ªso del rocker motorizado, que se menudea tambi¨¦n otros locales como el Club Capote, en la calle de Santa Teresa.
Saltos, empujones y golpes
Los mods, te¨®ricos eternos rivales de los rockers, pasan pr¨¢cticamente inadvertidos gracias a una est¨¦tica m¨¢s prudente. Amantes de la m¨²sica soul y de grupos como The Who y The Jam, comparten con los rockers su afici¨®n por la cerveza. En D'Jam, un pub de la calle de Barbieri donde habitualmente se re¨²nen, se puede leer en la pared: "Las consumiciones que se tiren al suelo no se repondr¨¢n". "En una buena juerga", dice un mod, "tiene que haber saltos, empujones y alg¨²n que otro golpe".Esta opini¨®n la comparten los skin-heads, un clan no muy abundante pero s¨ª ruidoso. Los cabezas rapadas visten con austeridad, calzan botas militares y bailan espasm¨®dicamente pogo. En Europa tienen fama de violentos pero en Madrid se divierten sin problemas en su reducto: El Bunker, en plena calle de Barbieri.Punks cada vez quedan menos. Los aut¨¦nticos, los de look menos cuidado e ideas m¨¢s claras, son los que han hecho de la calle su casa y acampan normalmente por el barrio de Lavapi¨¦s.
Viven y beben en las aceras, reniegan de cualquier c¨®digo y no creen en nada ni en nadie. Pocos locales les acogen s¨®lo a ellos, pero no dudan a la hora de compartir terreno con otras tribus. "Rockers, heavies, punks... ?qu¨¦ m¨¢s da?", asegura uno de ellos en un alarde de lucidez. "Somos gente sin futuro y con un presente oscur¨ªsimo. S¨®lo queremos divertirnos mientras podamos".
El recuerdo nost¨¢lgico al rock de los a?os sesenta, en forma de nueva psicodelia, tuvo su momento ¨¢lgido hace un par de a?os. Ahora se han olvidado esos t¨¦rminos, pero la gente con flequillo y patillas, enfundada en botines y camisas de paramecios y flores, sigue visitando los mismos lugares, ¨¢vida de escuchar las ¨²ltimas grabaciones de importaci¨®n.
El m¨¢s madrugador es el bar Malantro, en plena Corredera Alta de San Pablo. Sin salir del barrio de Malasa?a est¨¢ La V¨ªa L¨¢ctea, todo un cl¨¢sico de la noche madrile?a, y otros m¨¢s recientes, como Imposible o La Vaca Austera. El recorrido finaliza obligatoriamente en El ?gapo, con grupos en vivo y m¨²sica hasta las tantas.
El rock duro, el heavy-metal, es la m¨²sica que ha experimentado un mayor auge entre la juventud de todo el mundo. Sus seguidores son los m¨¢s numerosos, y en Madrid, como en todas las grandes urbes, se reparten por la periferia.
Discotecas como Canciller (Ventas), Barrab¨¢s (Vic¨¢lvaro), Piscis (Getafe) o Heaven y Eve (Vallecas) acogen a los melenudos seguidores de este g¨¦nero. Amantes de los conciertos multitudinarios, del volumen y del alcohol, reparten sus pasiones entre los grupos cl¨¢sicos, como Led Zeppelin, AC/DC o Deep Purple, las nuevas hornadas, con Bon Jovi al frente, y el acelerado trashmetal de bandas a la ¨²ltima como Metallica, Anthrax o Megadeath.
Solidarios con sus 'colegas'
Tienen fama de agresivos y fan¨¢ticos, pero la realidad es bien distinta: se muestran solidarios con sus colegas, muy receptivos a innovaciones dentro de sus gustos musicales, y bastante primarios a la hora de vestir. Mallas y vaqueros muy ajustados, zapatillas de deporte y camisetas con sus grupos favoritos forman su ropero b¨¢sico."La m¨²sica, el rock, es nuestro punto de contacto", afirma un heavy mientras apura una litrona. Est¨¢ sentado con unos amigos en el bordillo de la acera, luce una camiseta negra con un monstruo que es el s¨ªmbolo-mascota del grupo Iron Maiden, y habla sin parar: "todo lo que hacemos al cabo del d¨ªa acaba relacionandose con el heavy-metal-, si trabajas, lo haces para tener pasta y poder comprarte discos y las entradas de los conciertos. Y si estudias, es para que sean tus padres los que te den la pasta. Nuestra forma de vestir es una consecuencia m¨¢s de la m¨²sica que escuchamos".
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