Cuesti¨®n de estilos
Llegaron los dos equipos cargados de t¨ªtulos -10 Copas de Europa entre los dos- y de estilo. El f¨²tbol no elige arbitraria...ente a sus mejores hijos. Liverpool y Madrid han protagonizado buena parte de la historia de este juego con objetivos comunes y premisas contrapuestas. Mientras el equipo del Mersey ha construido su leyenda con un sentido colectivista y, paciente del f¨²tbol, el Madrid ha seguido criterios menos sovi¨¦ticos.Del Madrid siempre se ha temido el ramalazo, la astucia y un sentido intuitivo del juego. Es decir, la magia. Por supuesto las dos escuadras se han administrado por el deseo indeclinable de ganar, virtud muy escasa que define finalmente a los grandes. Pero ¨¦sta es materia m¨¢s espiritual que art¨ªstica.
Pese a la procedencia opuesta de ambos equipos, el partido de Chamart¨ªn presentaba a dos extra?os compa?eros de viaje. Ah¨ª estaban Liverpool y Real Madrid, dirigidos por Kenny Dalglish y John Toshack, dos alumnos eminentes de Anfield Road. Este pedigr¨ª se advierte enseguida. Toshack quiere que su equipo sea vers¨¢til y juegue con concentraci¨®n y disciplina. As¨ª se consigue que Sanch¨ªs sea lateral derecho, tap¨®n, central, escobero, interior y portero, si se le requiriera para la tarea. Lo mismo vale para Chendo, Mart¨ªn V¨¢zquez y puede que para todos los que vistan la casaca blanca.
Esto de la polivalencia siempre la ha preocupado mucho a Toshack, herencia de su aprendizaje en el Liverpool. En ¨¦stas tambi¨¦n se encuentra Kenny Dalglish, empe?ado en cambiar de posiciones a sus jugadores y de ofrecerles misiones variad¨ªsimas durante el partido. La similitud entre los t¨¦cnicos se adivina en una declarada inclinaci¨®n a vigilar el ¨¢rea propia y a guardar el bien m¨¢s preciado del f¨²tbol: la pelota.
El ¨²nico equipo que est¨¢ en condiciones de marcar goles es el que est¨¢ en posesi¨®n de la dichosa pelotita. Este es un un pricipio que las dos escuadras cumplen celosamente. El origen com¨²n de sus entrenadores enlazaba sorpresivamente a unos equipos que han vivido en las ant¨ªpodas toda su historia. Sucedi¨®, sin embargo, que las leyes gen¨¦ticas pueden m¨¢s que todas las ense?anzas en el vestuario. El Liverpool siempre ser¨¢ serio -aunque la licencia de Grobbelaar en la porteria parezca desdecirlo- y cumplidor; el Madrid tendr¨¢ chispa y genio. Esto es tan cierto como que Hugo es moreno y ¨¢gil.
Al final, la mayor diferencia termina por establecerla el c¨®digo de nacimiento, como pudo comprobarse en el segundo gol del Madrid. Un futbolista del Liverpool hubiera enfilado al portero contrario, para batirlo con un tiro r¨¢pido y seco, una especie de ejecuci¨®n sobre la marcha. Pero Butrague?o no es jugador del Liverpool. Es de Madr¨ª y jug¨® en los calasancios.
El rubio porta como ninguno la divisa del Madrid. As¨ª que recogi¨® la pelota a la carrera y en lugar de ultimar al entra?able Grobelaar, se entretuvo. Esto de entretenerse es lo que distingue al Madrid y al Liverpool. Butrague?o espera, amaga, finta, pone el coraz¨®n de la hinchada en la UVI, vigila con el rabillo y pasa a la red. El resultado es una obra de arte. As¨ª de simple.
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