El fin de la historia
?Estamos ante el fin de la historia desde el punto de vista de la evoluci¨®n ideol¨®gica de la humanidad? ?sta es la conclusi¨®n a la que llega el intelectual norteamericano Francis Fukuyama en un pol¨¦mico ensayo que con el mismo t¨ªtulo aparece en la revista trimestral The National Interest y cuyo contenido ha provocado un debate sin precedentes en los c¨ªrculos sociol¨®gicos, hist¨®ricos y pol¨ªticos de Nueva York a Sidney pasando por Londres. El ensayo promete provocar el mismo debate cuando su traducci¨®n aparezca en las revistas especializadas de Par¨ªs y Roma el pr¨®ximo oto?o.Fukuyama, subdirector de la secci¨®n de planificaci¨®n pol¨ªtica del Departamento de Estado, mantiene que los acontecimientos que el mundo est¨¢ presenciando, desde la glasnost y la perestroika en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y los intentos de reforma en la Europa del Este hasta los sucesos de la plaza de Tiananmen en Pek¨ªn, no suponen simplemente el fin de la guerra fr¨ªa y una vuelta de p¨¢gina de la historia de la posguerra. Se trata, del "punto final de la evoluci¨®n ideol¨®gica de la humanidad y de la consagraci¨®n de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano".
Para Fukuyama, no es que se haya llegado al fin de las ideolog¨ªas o que se haya producido "una convergencia entre el capitalismo y el comunismo". Sencillamente, lo que ha ocurrido es "una victoria descarada del liberalismo pol¨ªtico y econ¨®mico" sobre cualquier otra teor¨ªa pol¨ªtica. En otras palabras, con vistas al siglo XXI, el mundo puede estar presenciando en el terreno de las ideas lo que Hegel y Marx calificaban de "fin de la historia". La diferencia estriba en que la teor¨ªa vencedora final no ha sido "la utop¨ªa comunista", como profetizaba Carlos Marx, sino el liberalismo democr¨¢tico y capitalista.
En la actualidad, las democracias occidentales no tienen ninguna ideolog¨ªa seria enfrente, que les pueda amenazar desde el punto de vista de las ideas. Sus dos enemigos tradicionales, el fascismo y el comunismo, quedaron destruidos por la victoria militar en la II Guerra Mundial el primero o desacreditados por su total fracaso econ¨®mico el segundo, como lo demuestran los acontecimientos que se suceden a diario en las sociedades dominadas por los distintos socialismos de Estado. El igualitarismo reinante en las sociedades occidentales representa para Fukuyama "el logro esencial de la sociedad sin clases" previsto por Marx. Las desigualdades econ¨®micas que persisten en las democracias de Occidente y que en algunos casos han aumentado en lugar de disminuir son producto de un pasado preliberal y no una consecuencia de la estructura legal y social de esas sociedades.
La evoluci¨®n seguida por los dos pa¨ªses m¨¢s importantes de Asia, Jap¨®n y China, desde el final de la II Guerra Mundial es particularmente importante para Fukuyama. Jap¨®n, dice, ocupa ya su puesto en la historia al seguir las huellas de Estados Unidos en la creaci¨®n de una verdadera cultura universal consumista, s¨ªmbolo y eje del "estado universal homog¨¦neo". En cuanto a China, lo importante es que Pek¨ªn no puede actuar ya como faro para las fuerzas no liberales del mundo, sean estas fuerzas guerrillas o estudiantes de clase media. "El mao¨ªsmo m¨¢s que marcar un ejemplo para Asia se ha convertido en un anacronismo".
Siendo importante lo ocurrido en Asia, el movimiento de reforma en la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha supuesto "el clavo final en el f¨¦retro del marxismo-leninismo". Porque, aunque la Uni¨®n Sovi¨¦tica no puede considerarse ahora un pa¨ªs democr¨¢tico o liberal, "al final de la historia no es necesario que todas las sociedades se conviertan en experimentos exitosos bajo ese modelo". "Basta con que sus ideolog¨ªas dejen de ofrecer una forma diferente y m¨¢s elevada de sociedad humana... Y Gorbachov, a pesar de sus invocaciones t¨¢cticas a Lenin, ha permitido a su pueblo decir lo que durante a?os hab¨ªan comprendido: que los conjuros m¨¢gicos del marxismo-leninismo no ten¨ªan sentido y que el socialismo sovi¨¦tico no s¨®lo no era superior a Occidente en nada, sino que en realidad era un fracaso monumental".
Descartados los fascismos y el comunismo como teor¨ªas viables, Fukuyama s¨®lo ve dos posibles competidores para Occidente en los nacionalismos y en el resurgir del fundamentalismo religioso como respuesta al vac¨ªo espiritual de las sociedades consumistas.
La homogeneizaci¨®n de las ideolog¨ªas no supone para el autor una desaparici¨®n de los conflictos internacionales per se. "El mundo en ese momento estar¨¢ dividido entre las partes hist¨®ricas y las poshist¨®ricas, y el conflicto entre esas partes y los Estados que todav¨ªa se encuentran en la historia ser¨¢ todav¨ªa posible".
La perspectiva de un sistema pol¨ªtico homog¨¦neo a escala mundial le produce tristeza a Fukuyama. "En el per¨ªodo poshist¨®rico no habr¨¢ pol¨ªtica ni filosofia, s¨®lo el cuidado perpetuo del museo de la historia humana. Quiz¨¢ la misma perspectiva de siglos de aburrimiento al final de la historia servir¨¢ para que la historia comience de nuevo".
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