El mapa en blanco
El autor afirma que los mapas, como los rostros, se pintan y sombrean para resaltar las zonas de mayor vitalidad y atractivo. Los rojos, los verdes, los negros del mapa econ¨®mico espa?ol se reservan para destacar la favorable evoluci¨®n de los nuevos ejes de dinamismo del Mediterr¨¢neo y del valle del Ebro. El declive ha ido, en cambio, pintando con tonos p¨¢lidos la cara de la cornisa cant¨¢brica.
Ya no es el tiempo de repetir diagn¨®sticos conocidos acerca de la crisis que recorre el norte espa?ol, sino de imaginar acciones para despejar un futuro repleto de incertidumbres en unas comunidades que a fuerza de ignorarse en la arrogancia del progreso podr¨ªan terminar por encontrarse en la hora del declive. ?ste parece m¨¢s bien el momento de pensar estrategias que ayuden a dibujar el mapa, a¨²n parcialmente en blanco, del desarrollo regional espa?ol desde dos premisas fundamentales. La pol¨ªtica regional, por una parte, si quiere alcanzar su objetivo de contribuir a un crecimiento espacialmente equilibrado, no puede dejar de contemplar y tratar espec¨ªficamente, junto a la realidad del atraso, la din¨¢mica de declive que afecta a las econom¨ªas cant¨¢bricas. Y ¨¦stas, por otra parte, superando los desconocimientos mutuos y las rencillas in¨²tiles de siempre, han de ser capaces de avanzar en una l¨®gica cooperativa como la que hace unos d¨ªas inspir¨® el encuentro de consejeros de Econom¨ªa de Galicia, Asturias, Cantabria y el Pa¨ªs Vasco con motivo de uno de los cursos de verano de La Granda.Hay que preguntarse, sin embargo, si adem¨¢s de necesaria es posible esa colaboraci¨®n entre econom¨ªas tan pr¨®ximas y lejanas a la vez, tan parecidas y distintas a un tiempo, y c¨®mo podr¨ªa instrumentarse. Resulta evidente que en el ¨¢rea cant¨¢brica conviven situaciones de declive y atraso, y que no ha existido ni existe un espacio articulado econ¨®micamente. Ah¨ª radica la enorme dificultad y el atractivo reto de saldar una vieja deuda pendiente con la historia en unas sociedades que tras compartir el arranque vieron frustrarse las posibilidades de consolidaci¨®n de un eje Gij¨®n-Bilbao, pero que parecen ahora abocadas a un destino en buena medida com¨²n.
La progresiva marginaci¨®n y aislamiento del norte cant¨¢brico, cada vez m¨¢s perif¨¦rico en Espa?a y en Europa, constituye ese similar destino que va perfil¨¢ndose y que deber¨ªa servir como referente com¨²n y como revulsivo pana plantear acciones conjuntas. Asturias y Cantabria, por razones obvias de dimensi¨®n y peso econ¨®mico y pol¨ªtico, no est¨¢n en condiciones de acometer, por s¨ª solas e independientemente, s¨®lidas estrategias de desarrollo y no han de girar exclusivamente sobre un modelo de relaciones orientado hacia Madrid que ya ha mostrado sus claras insuficiencias. Galicia, complementariamente a otras alternativas, de las que dispone, no debe dejar de mirar al este y hacia su conexi¨®n con la vertiente cant¨¢brica. El Pa¨ªs Vasco, donde los s¨ªntomas de recuperaci¨®n son apreciables, podr¨ªa actuar como cabecera y locomotora de un eje cant¨¢brico por el que extendiese su influencia y difundiese sus impulsos, y como puente de enlace con las ¨¢reas din¨¢micas el Ebro y el Mediterr¨¢neo. Y todo este corredor habr¨ªa de prolongarse y conectarse con el resto de la fachada atl¨¢ntica de Europa.
Seleccionar los objetivos
Todo planteamiento estrat¨¦gico lleva consigo necesanamente algunas dosis de voluntarismo y utop¨ªa que acaban chocando con las m¨²ltiples barreras que se interponen en la realidad. Por eso, cualquier proyecto de articulaci¨®n de la cornisa cant¨¢brica, si quiere tener ¨¦xito, debe ser muy selectivo en los objetivos y los escenarios de actuaci¨®n y no concebirse ¨²nicamente como instrumento de presi¨®n o bajo f¨®rmulas simb¨®licas de coalici¨®n de intereses, sino profundizarse en algunos ¨¢mbitos muy concretos de cooperaci¨®n, que acent¨²en la complementariedad e interrelaci¨®n de estas econom¨ªas.
El desaf¨ªo m¨¢s inmediato, m¨¢s crucial e indispensable, que esas comunidades deben abordar conjuntamente, es el de la superaci¨®n de las enormes deficiencias de las infraestructuras f¨ªsicas de comunicaci¨®n, a trav¨¦s de la construcci¨®n de la autov¨ªa del Cant¨¢brico que facilite los intercambios y act¨²e como elemento estructurante b¨¢sico del corredor econ¨®mico del norte. Esta realizaci¨®n pendiente e irrenunciable para la comisa no puede plantearse, como a veces se hace desde la Administraci¨®n central, como una opci¨®n secundaria y alternativa a la v¨ªa de comunicaci¨®n que unir¨¢ Portugal con la frontera francesa a trav¨¦s del Camino de Santiago. Porque, de ser as¨ª, todo el espacio cant¨¢brico, y muy en particular Asturias, donde quedan a¨²n pendientes reconversiones de envergadura, correr¨ªa el peligro de quedar relegado a la marginaci¨®n y abocado a un grav¨ªsimo deterioro, frustr¨¢ndose la posibilidad de estructurar un eje que la historia no debi¨® negar y cuya ausencia en nada favorecer¨ªa el reequilibrio espacial de la econom¨ªa espa?ola.
Las f¨®rmulas de colaboraci¨®n de las comunidades cant¨¢bricas deber¨ªan, adem¨¢s, comenzar a perfilarse en otros ¨¢mbitos que abarquen a las infraestructuras en un sentido amplio, facilitando la intercomunicaci¨®n de redes sociales, y que propicien el cambio de diversos aspectos de la subcultura industrial caracter¨ªstica de las ¨¢reas en declive. Estas regiones declinantes ofrecen una imagen y unas configuraciones culturales negativas que es preciso transformar, y han chocado reiteradamente con serias resistencias para movilizar o atraer precisamente aquellos recursos de los que m¨¢s carecen. Por eso deber¨ªan acometerse conjuntamente proyectos espec¨ªficamente adaptados a sus necesidades y peculiaridades que permitiesen aprovechar el potencial acumulado durante d¨¦cadas de crecimiento y los impulsos de cooperaci¨®n entre empresas y en los campos agr¨ªcola, tur¨ªstico y medioambiental, o en el dise?o de una pol¨ªtica tecnol¨®gica apropiada para sus estructuras productivas; que incidiesen en la recualificaci¨®n de la mano de obra, en el est¨ªmulo de recursos inmateriales como la empresarialidad, el saber directivo o las actitudes innovadoras y, en definitiva, en la movilizaci¨®n de los actores y los factores del declive hacia una din¨¢mica de recuperaci¨®n.
es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada y decano de la facultad de Ciencias Econ¨®micas y Empresariales de la universidad de Oviedo.
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