CARLO PELANDA Demasiadas Europas
Lo que est¨¢ acaeciendo allende las fronteras de Europa occidental exige urgentemente que la Comunidad Europea no espere a solucionar sus dilemas de integraci¨®n interna para formular un proyecto unitario de pol¨ªtica exterior com¨²n.1. Los acontecimientos polacos han venido finalmente a aclarar cu¨¢l ser¨¢, muy probablemente, la pol¨ªtica internacional de la URSS en el futuro.
A los diversos pa¨ªses del viejo imperio sovi¨¦tico se les otorgar¨¢ -en ciertos casos, regalar¨¢- la autonom¨ªa pol¨ªtica interna, pero se les exigir¨¢ una s¨®lida alianza -esto es, dependencia- estrat¨¦gica con Mosc¨², renovando as¨ª la esencia de la soberan¨ªa limitada.
La modernizaci¨®n pol¨ªtica de los pa¨ªses sat¨¦lites -y de la propia Uni¨®n Sovi¨¦tica- permitir¨¢ a Mosc¨² mantener un ¨¢rea de influencia propia libre de los costes y de los problemas que conllevaba el mantenimiento de un imperio al viejo estilo.
La Comunidad Europea no se encuentra, por tanto, frente a la disoluci¨®n del sistema imperial de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sino al intento de reconstruirlo a trav¨¦s de un proceso de renovaci¨®n de su forma pol¨ªtica.
En la nueva configuraci¨®n, seg¨²n se vislumbra, el nuevo imperio sovi¨¦tico dejar¨¢ de ser un competidor militar de Occidente para transformarse en un competidor pol¨ªtico en el seno del propio Occidente.
Esta eventual evoluci¨®n tiene m¨²ltiples aspectos positivos. Sin embargo, para la Comunidad esto implica un l¨ªmite considerable a su expansi¨®n y a su propio desarrollo.
Ante todo, se adivina un posible orden europeo favorable a Mosc¨²: las tres Europas. Una Europa estrat¨¦gicamente ligada a la URSS mediante nuevas y flexibles relaciones de soberan¨ªa limitada; una Europa central constituida por un ¨¢rea alemana condicionada en clave neutralista a la URSS, bien a trav¨¦s de medios negativos (por ejemplo, la reunificaci¨®n alemana) o positivos (intercambios econ¨®micos y situaci¨®n de interlocutor pol¨ªtico privilegiado, como ya est¨¢ ocurriendo), y una Europa atl¨¢ntica con poderes diezmados.
Este escenario encierra m¨²ltiples riesgos para la Comunidad Europea. El m¨¢s importante entre ellos es el fen¨®meno de la atracci¨®n hacia el Este de la Rep¨²blica Federal de Alemania. Con una Alemania vinculada y seducida por una recentralizaci¨®n pol¨ªtica favorecida desde Mosc¨², la Comunidad Europea perder¨ªa gran parte de su potencial pol¨ªtico integrador.
La soluci¨®n de este problema puede hallarse tan s¨®lo mediante la imposici¨®n inmediata de un control pol¨ªtico sobre la pretensi¨®n de supervivencia del ¨¢rea de influencia sovi¨¦tica garantizando la autonom¨ªa nacional completa a los pa¨ªses del Este que culminan la transici¨®n pol¨ªtica.
La negociaci¨®n con Mosc¨² de tales garant¨ªas puede basarse, bien en el intercambio econ¨®mico (en positivo), bien en la amenaza de apoyar el movimiento de transformaci¨®n en Estados nacionales de las actuales rep¨²blicas sovi¨¦ticas no rusas (en negativo).
Este tipo de acci¨®n pol¨ªtica s¨®lo puede ser emprendido por la Comunidad Europea como un todo y constituye la m¨¢s urgente de las prioridades para la supervivencia pol¨ªtica de la propia Comunidad (considerando asimismo que Estados Unidos, en este punto, podr¨ªa tener intereses contrapuestos con los de la Comunidad).
2. El caso de la acci¨®n de Francia en L¨ªbano para tutelar el componente cristiano plantea otro problema de fondo a la Comunidad Europea. Esta iniciativa se adopta mediante un m¨¦todo equivocado. Francia obra como Estado nacional. Pero, en este tipo de situaciones, la soluci¨®n del problema tan s¨®lo puede basarse en una proyecci¨®n de poder -bien diplom¨¢tico, bien militar- de toda la Comunidad unida.La soluci¨®n del caso liban¨¦s, de hecho, s¨®lo puede activarse desarmando a las facciones en lucha, obligando a Siria a retirarse militarmente y vinculando a Israel, Ir¨¢n, Irak... a una pol¨ªtica de no intervenci¨®n, de 1:brma que se pueda garantizar la formaci¨®n de un Estado federal capaz de resolver pol¨ªticamente el problema de la diversidad reinante en su seno. Pero, para alcanzar este objetivo, la acci¨®n internacional necesaria reviste una complejidad enorme. Los aspectos militares y pol¨ªticos deben ser acordados, de hecho, con Estados Unidos, la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los principales pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo y en el seno de la ONU, mediante modalidades que respeten los intereses y los v¨ªnculos de cada uno, suaviz¨¢ndolos. Frente a esta complejidad, una acci¨®n limitada est¨¢ abocada a fracasar (como fracasaron anteriormente las intervenciones limitadas de Francia, Italia, Reino Unido y Estados Unidos) y a crear m¨¢s problemas de los que resuelva (en este caso existe incluso el riesgo de que renazca el conflicto hist¨®rico entre el islam y el mundo cristiano). Es, por tanto, imperioso que la Comunidad se dote de un sistema de reglas e instrumentos para regir sus intervenciones de polic¨ªa internacional.
En lo que respecta a las reglas, debe alcanzarse un compromiso por el cual la intervenci¨®n militar de un pa¨ªs de la Comunidad sea acordado entre todos y, sobre todo, organizado mediante la movilizaci¨®n de todo el complejo diplom¨¢tico y militar de la propia Comunidad.
En lo referente a los instrumentos, cada pa¨ªs de la Comunidad deber¨ªa dotarse de medios militares adecuados para participar en las tareas comunes de polic¨ªa internacional. Esta prioridad significa, para cada uno de los pa¨ªses europeos, reducir en parte los medios militares dedicados a defenderse del Este y utilizar los recursos as¨ª liberados para elaborar nuevos sistemas ofensivos convencionales de largo alcance (sat¨¦lites para el control informativo remoto, fuerzas ole intervenci¨®n r¨¢pida, sistemas de superioridad a¨¦rea y naval en zonas lejanas, log¨ªstica, alta movilidad).
3. Una tercera prioridad la constituye la urgencia de dise?ar una l¨ªnea pol¨ªtica en relaci¨®n a los pa¨ªses del Tercer Mundo.
Es hora de decir la verdad. Estos pa¨ªses no se est¨¢n desarrollando y, ante el actual estado de cosas, jam¨¢s lo har¨¢n. Parte de las causas del subdesarrollo permanente son estructurales y dificilmente modificables. Pero, en su mayor¨ªa, se deben al hecho de que estos pa¨ªses est¨¢n gobernados por elites pol¨ªticas incapaces, a menudo delincuentes y corruptas.
Los pa¨ªses de la Comunidad, a trav¨¦s de ayudas directas o mediante cr¨¦ditos quejam¨¢s ser¨¢n reembolsados, est¨¢n financiando la supervivencia. de Gobiernos inadecuados, criminales y dictatoriales.
A fin de redise?ar una pol¨ªtica de desarrollo global es imprescindible dejar de alimentar este si stema de subdesarrollo y endeudamiento end¨¦micos.
La Comunidad no puede y no debe practicar una pol¨ªtica neocolonial. Pero puede y debe dotarse de un c¨®digo unitario para vincular el respeto a las normas democr¨¢ticas y de racionalidad econ¨®mica a su pol¨ªt¨ªca de ayudas y cr¨¦ditos respecto a estos pa¨ªses, seleccioilando de hecho los comportamientos, es decir, el acceso a los recursos crediticios y de cooperaci¨®n. Sin este c¨®digo selectivo en la pol¨ªtica Norte-Sur no caben esperanzas de alcanzar las condiciones pol¨ªticas necesarias para el desarrollo de 2.000 millones de habitantes del planeta.
Otros temas, tales como el ecol¨®gico y el energ¨¦tico, as¨ª como el de la integraci¨®n econ¨®mica con Estados Unidos y Jap¨®n, deben formar parte de la agenda de prioridades de la pol¨ªtica exterior de Europa. Pero ¨¦stos forman parte de un conjunto de problemas m¨¢s sofisticados que no pueden resolverse en la Comunidad sin la soluci¨®n preventiva de los ya apuntados como m¨¢s urgentes.
El mundo necesita una revoluci¨®n neoburguesa y un neohumanismo. Vuelve a ser tarea de los europeos el enunciarla y protagonizarla en el mareo de una Europa m¨¢s conoceclora de los requisitos estrat¨¦gicos, pol¨ªticos y ¨¦ticos para la supervivencia de su propio desarrollo.
es director adjunto del Instituto de Sociolog¨ªa Internacional de Gonzia (ISIG, Italia) y profesor de Teor¨ªa de Sistemas de la universidad de Georgia (Estados Unidos).
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