Las razones de un ¨¦xito de ventas
Los mejores ¨¦xitos de ventas son precisamente aquellos que no se sabe muy bien por qu¨¦ lo son. Est¨¢ muy claro por qu¨¦ Harold Robbins, Frederick Forsythe o Fernando Vizca¨ªno Casas han sido, y en buena medida siguen siendo, best sellers. Ya resulta m¨¢s complicado saberlo con exactitud cuando se trata de Marguerite Yourcenar o Umberto Eco. Habr¨¢ entonces que concluir que un best seller ser¨¢ mejor, cualitativamente hablando, cuanto m¨¢s inexplicable haya sido su triunfo. ?Qui¨¦n hubiera dado un duro por El nombre de la rosa a su aparici¨®n? Y, sin embargo, se trata de un libro que no solamente fue un ¨¦xito de ventas cas¨ª instant¨¢neo y fulminante, sino que traspas¨® todas las barreras y lo sigui¨® siendo durante m¨¢s de dos a?os, y en muchos pa¨ªses y versiones a la vez.En el caso de Umberto Eco -que motiva este comentario, dada la inminente publicaci¨®n en Espa?a de El p¨¦ndulo de Foucault- las cosas se complican todav¨ªa un poco m¨¢s. Antes de su espectacular carrera como novelista de una sola novela, Eco era, en principio, un intelectual puro y duro, experto en la Edad Media, Tom¨¢s de Aquino, Vico, Joyce, y que desemboc¨® en el posestructuralismo, la semi¨®tica, la comunicaci¨®n, los apocalipsis y las integraciones. Esta segunda parte de sus especializaciones le resultar¨ªa decisiva para su configuraci¨®n como un narrador final.
En efecto, tanto el estructuralismo como la semiolog¨ªa no son solamente ciencias totalizadoras, sino que lo fagocitan todo a partir de una incre¨ªble potenciaci¨®n de la ling¨¹¨ªstica. Y si, adem¨¢s, en el mundo posindustrial desarrollado, el mundo de las formas es el centro de todo, la posici¨®n del lenguaje en el mundo de la literatura y de la comunicaci¨®n es absolutamente decisivo. Hoy, los medios no solamente determinan los fines, sino que parecen ser fines en s¨ª mismos, y quienes triunfen al final ser¨¢n los m¨¢s expertos conocedores de c¨®mo se comunica, no quienes tengan algo importante que comunicar de verdad. Palabras, adem¨¢s, ¨¦stas -importante o verdad- que ya no son de uso, pues est¨¢n total y absolutamente desacreditadas, tanto en los lenguajes cient¨ªficos como en los literarios o los de la comunicaci¨®n. Fantasmas, al desv¨¢n.
Muchas bazas
Umberto Eco ten¨ªa entonces muchas bazas en su mano antes de empezar a ser novelista, y las aprovech¨® a conciencia. Primero instal¨® su relato en el terreno de la historia, y ya se sabe que la historia, la biograf¨ªa y las novelas hist¨®ricas hacen furor en el mercado occidental; luego le a?adi¨® una estructura policial, que tampoco es moco de pavo; la salsa ya estaba preparada. Para mayor abundamiento, el gran historiador medieval que Eco es instal¨® el contenido aparente del libro en un debate prodigioso: el de la religi¨®n. Ya estamos en terrenos mayores, pues si bien nuestra actual sociedad se presenta como laica, lo religioso sigue perteneciendo a nuestro trasfondo m¨ªtico colectivo. Si a ello se le a?aden los gui?os, unas buenas gotas de humor -las parodias de Conan Doyle, las referencias a Borges y as¨ª sucesivamente-, el plato se hac¨ªa solo contando con lo m¨¢s evidente: Umberto Eco, adem¨¢s, sabe escribir, y escribe tan bien que hasta resulta divertido en muchos de sus m¨¢s dificiles textos cr¨ªticos.
En resumidas cuentas, Umberto Eco cre¨® el paradigma de lo que ahora se conoce como el best seller culto: fabric¨® un libro correcto, atractivo, equidistante de la novela de evasi¨®n y de la intelectual, que ofrece cultura, aunque no demasiada, esquemas intelectuales interesantes y perfectamente divulgados, un producto que adem¨¢s hace sentirse inteligentes a sus lectores. Y as¨ª, quienes compraron y devoraron El nombre de la rosa se sintieron agradecidos por sentirse tan listos. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir? Al parecer, El p¨¦ndulo ,de Foucault es mucho m¨¢s complejo. Pero el artificio est¨¢ servido.
Babelia
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