Anular el juicio
CUANDO SE produce un acto de barbarie para el que no se encuentra una explicaci¨®n racional y cuya autor¨ªa se desconoce, es casi seguro que nos encontremos ante un nuevo crimen de ETA. As¨ª ha ocurrido durante muchos a?os cada vez que los terroristas han descendido un nuevo pelda?o de su degradaci¨®n maflosa. Hubo un tiempo en el que, especialmente en Euskadi, la incredulidad era la primera reacci¨®n: c¨®mo van a haber hecho eso, en qu¨¦ cabeza cabe, no es posible. Sin embargo, pocas horas hab¨ªa que esperar para comprobar que s¨ª hab¨ªan sido ellos. Ellos, los heroicos gudaris capaces de asesinar, sin que les tiemble el pulso, a las ni?as que dorm¨ªan en el cuartel de Zaragoza, a los clientes de un supermercado, a la madre de un funcionario de prisiones.Casi siempre acaban siendo ellos, del mismo modo que en la Italia meridional suelen ser miembros de la Mafia o de la Camorra quienes asesinan a jueces y fiscales y que en la martirizada Colombia de nuestros d¨ªas los m¨¢s odiosos cr¨ªmenes llevan el sello inconfundible de los g¨¢nsteres del narcotr¨¢fico. Y no otro objetivo que la Mafia, la Camorra o los narcotraficantes tienen los que ayer dispararon contra Carmen Tagle: amedrentar, advertir a todos los funcionarios de la Administraci¨®n de justicia de que ellos pueden ser las siguientes v¨ªctimas si no se achantan, si persisten en cumplir con los deberes del cargo que desempe?an.
Las tareas de Carmen Tagle Gonz¨¢lez, fiscal de la Audiencia Nacional, comprend¨ªan la investigaci¨®n de cr¨ªmenes como los de ETA o los GAL y representar al Estado en los juicios celebrados, con todas las garant¨ªas jur¨ªdicas, contra los presuntos autores de esos y otros delitos. Pero nunca, aunque lo hubiese pretendido ¨ªntimamente, podr¨ªa esa o cualquier otro fiscal haber solicitado la pena de muerte para ning¨²n acusado. Ni podr¨¢n ma?ana los compa?eros de la fiscal asesinada decretar la ejecuci¨®n de quienes ayer vaciaron el cargador de su arma contra una mujer indefensa. Porque en la Espa?a democr¨¢tica que los terroristas querr¨ªan destru¨ªr no existe la pena de muerte. Y porque en un Estado de derecho la justicia es un instrumento de civilizaci¨®n, no de venganza.
En su degradaci¨®n, los terroristas y quienes los halagan y jalean desear¨ªan que el sistema democr¨¢tico dejase paso a uno en el que dasapareciera la distancia moral entre los criminales y quienes los persiguen, juzgan y sentencian, igualando a unos y a otros en la indignidad. Por eso tratan de intimidar a estos ¨²ltimos buscando anular, mediante el miedo, su conciencia y su voluntad. Buscando reacciones de pavor que anulen el juicio de los individuos y atemoricen al conjunto de la sociedad. No es una pr¨¢ctica nueva. Es la que ha caracterizado desde tiempo inmemorial a quienes, habiendo comprendido que carec¨ªan de razones, se han acogido a una ¨²nica raz¨®n: la de la fuerza.
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