Un profeta sin Dios
El fundador del psicoan¨¢lisis fue definido por Thomas Mann como el fundamento del futuro
Sigmund Freud muri¨® hace hoy cincuenta a?os. El mundo de la ciencia y la cultura se apresta a la revisi¨®n de una de las teor¨ªas, el psicoan¨¢lisis, que han revolucionado la concepci¨®n, del mundo del hombre moderno. La Asociaci¨®n espa?ola de Psicoterapia Anal¨ªtica, en colaboraci¨®n con la Asociaci¨®n Internacional de Psicoan¨¢lisis, realizar¨¢ diversos actos en la universidad de M¨¢laga desde el pr¨®ximo d¨ªa 26 hasta mediados del mes de diciembre, y en breve aparecer¨¢ la biograf¨ªa, editada por Paid¨®s, Freud. Una vida de nuestro tiempo, escrita por Peter Gay. Una gran exposici¨®n, Homenaje a Sigmud Freud, reunir¨¢ 500 libros y 200 pinturas en el palacio de Miramar de M¨¢laga en diciembre.
Sigmund Freud muri¨® de una sobredosis de morfina en su hogar de Maresfielt Gardens, 20. Era oto?o y llov¨ªa en el norte de Londres. Un s¨¢bado 23 de septiembre. Pocos minutos despu¨¦s de la medianoche cerr¨® los ojos para siempre y cerca de las tres de la madrugada su coraz¨®n dej¨® de latir. Su muerte fue dolorosa. En 16 a?os tuvo 31 operaciones quir¨²rgicas en su mand¨ªbula cancerosa y en su cavidad bucal Cuando los dolores se le hicieron insoportables, le dijo a su amigo y m¨¦dico particular Max Schue en una estilizada despedida que ya hab¨ªa le¨ªdo su ¨²ltimo libro, Le peau de chagrin, de Balzac. Le re cord¨® tambi¨¦n una promesa anterior de "ahorrarle los ¨²ltimo dolores". Schuer le inyect¨® dos veces morfina en una intervalo de 12 horas y ya no sali¨® de coma.El cad¨¢ver fue incinerado e martes siguiente y sus ceniza fueron a dar a un vaso griego antiguo, su pieza favorita, regalo de Marie Bonaparte, amiga y protectora de Freud -descendiente de Lucien Bonaparte. El servicio f¨²nebre fue sobrio y en ¨¦l hablaron sus amigos de siempre: Stefan Zweig y Erris Jones.
El exilio aceler¨® la partida de este profeta sin dios de los tiempos modernos. Al salir de Viena para evitar ser llevado a los campos de concentraci¨®n y morir gaseado, dej¨® de estar presente. Lleg¨® a su nueva casa, donde Martha Bernays, su mujer, y Paula S¨ªchtl, al servicio de los Freud por a?os, hab¨ªan trabajado d¨ªas para lograr una r¨¦plica exacta de su despacho en Viena. Mir¨® todo admirado y en silencio.Nada hab¨ªa cambiado y todo hab¨ªa cambiado. Sigmund Freud dijo entonces: "Todo est¨¢ aqu¨ª, menos yo".
En esos d¨ªas le escribe a Marie Bonaparte: "Mi mundo es nuevamente lo que era antes"
La marcha de Viena daba fin a una historia de provocaciones y lucha. La resistencia al psicoan¨¢lisis es un problema interno austriaco.
Freud, llamado por Thomas Mann "el fundamento del futuro", logr¨® hacer carrera y ser re conocido internacion al mente menos en Austria.
El ¨¢rbitro intelectual de la Viena de esos d¨ªas, Karl Kraus, dec¨ªa de ¨¦l: "El psicoan¨¢lisis es la enfermedad de lo que pretende ser la cura". Era un marginado, y el separatismo se acentu¨® porque la mayor¨ªa de sus disc¨ªpulos y seguidores eran jud¨ªos. Su visi¨®n, tan sexual, irritaba no s¨®lo a la Iglesia cat¨®lica, sino a la sociedad entera.
Viena, una ciudad cat¨®lica y clerical, se enfureci¨® cuando Freud, dijo que la Iglesia "estuvo a punto de desaparecer en el si glo XVI, y se salv¨® por dos factores, la s¨ªfilis y Lutero".
Artistas y amigos
El iniciador del psicoan¨¢lisis se rode¨® de un cintur¨®n protector de amigos y siempre prefiri¨® la compa?¨ªa de artistas e intelectuales que la de cient¨ªficos.
A su casa llegaron Arnold y Stefan Zweig, Thomas Mann, y en una oportunidad Salvador Dal¨ª. El m¨²sico Gustav Mahler fue a buscarle fuera de Austria para tratarse en una crisis, despu¨¦s de que su esposa, la musa y diva Alma Mahler, 20 a?os menor que ¨¦l, lo dejara por Walter Gropius, arquitecto alem¨¢n fundador de la Bauhaus.
El d¨ªa de la partida, Freud se visti¨® como siempre. Con su traje de tweed ingl¨¦s y chaleco elegante. Su barba, bien recortada. El sombrero infaltable de fieltro beis; su bast¨®n con mango de marfil; los anteojos personal¨ªsimos y redondos. Lo acompa?¨® en el viaje Martha, a quien hab¨ªa seducido con su talento literario expresado en 2.000 cartas de amor enviadas a Hamburgo Tambi¨¦n viajaba Minna Bernays, hermana de Martha, quien vivi¨® con los Freud desde que muri¨® su prometido; asimismo
Anna, a quien Sigmund Freud llamaba de peque?a Anita, luego "peque?a Ana" y al final "Ana" como muestra de respeto profesional hacia su hija menor.
En Austria, los billetes de 50 chelines tienen el retrato de Sigmund Freud.
Tambi¨¦n en el cerro Cobenzi, cercano a Viena, tiene un monumento. Cerca de la Bergasse, 19, un parque lleva su nombre, y all¨ª se instal¨® una placa con una cita equivocada. Dice: "La voz de la raz¨®n es baja". Lo que Freud quiso decir y escribi¨® fue: "La voz del intelecto es baja". La ¨²ltima equivocaci¨®n.
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