Lise London
52 a?os junto al autor de 'La confesi¨®n'
Lise conoci¨® a Artur London en el Mosc¨² de 1934, y desde aquel a?o hasta el 9 de noviembre de 1986 compartieron 52 a?os de lucha, c¨¢rcel, humillaci¨®n y optimismo. Desde la azotea de una casa de Madrid, el rostro de Lise London resplandece cuando afirma: "No nos podemos permitir manchar el pasado con las parano¨ªas del presente; ser¨ªa algo enfermo y a lo peor injusto".Artur London escribi¨® un libro terrible que narra los entresijos del juicio al que fue sometido junto a Vladimir Clementis y Rudolf Slansky, y en el que fue condenado a cadena perpetua con trabajos forzados. Sus compa?eros fueron condenados a muerte. Era el terror de Stalin. Aquel libro, La confesi¨®n, ha podido ser editado en la Uni¨®n Sovi¨¦tica el pasado mes de abril, dentro del programa de renovaci¨®n que impulsa Mijail Gorbachov. "Es un hecho extraordinario, que junto a la rehabilitaci¨®n de pol¨ªticos antes difamados, como el propio Trotski, har¨ªan muy feliz a Artur".
Lise London no sabe hablar de ella m¨ªsma. Su discurso se reconduce una y otra vez al rectierdo de Artur, o de an¨®nimos compa?eros de la resistencia y de las brigadas internacionales en Espa?a, o de los campos de concentraci¨®n. "Pocos d¨ªas antes de morir Artur se: iniciaban los pr¨ªnieros rnovirnientos liberadores de Gorbachov, que a ¨¦l le hac¨ªan concebir esperanzas. Recuerdo que me dijo: 'No se puede construir sobre bases podridas, nada de esto podr¨¢ ser real y duradero si no son revisados todos los juicios de Mosc¨²'. Hoy estar¨ªa feliz".
La publicaci¨®n de La confesi¨®n no fue un proceso sencillo. "En 1988 la revista Literatura extranjera, a la que yo le procur¨¦ todo el material que necesit¨®, ten¨ªa la edici¨®n preparada, pero su redactor jefe tuvo la debilidad de anunciar la aparici¨®n del libro y entonces el Partido Comunista Checo impidi¨® su aparici¨®n inmediata. Los responsables de la revista, indignados, escribieron a Gorbachov, quien ya hab¨ªa fijado una fecha de salida".
Lise visit¨® el mi¨¦rcoles pasado a Dolores Ib¨¢rrurl en el hospital Ram¨®n y Caj al y evoca con alegr¨ªa la ocasi¨®n de su primer encuentro a Mosc¨².
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