De nuevo el desarme
EL DISCURSO del presidente Bush en la Asamblea de las Naciones Unidas del pasado lunes ha devuelto a la escena mundial la tensi¨®n del desarme despu¨¦s de largos meses en los que la diplomacia norteamericana dio muestras de vacilaciones sobre la pol¨ªtica a seguir en sus relaciones con la otra gran potencia militar. Su propuesta m¨¢s concreta consiste en una reducci¨®n del 98% de los dep¨®sitos de armas qu¨ªmicas por parte de EE UU y de la URSS, lo que deber¨ªa dar un impulso decisivo para alcanzar su prohibici¨®n total en un plazo de unos 10 a?os.El ministro sovi¨¦tico de Exteriores, Shevardnadze, recogi¨® ayer el guante lanzado por Bush y enunci¨® un plan a¨²n m¨¢s ambicioso para acabar con esas armas lo antes posible. El ministro sovi¨¦tico adelant¨® adem¨¢s otras propuestas sobre diversos aspectos del desarme, como disminuci¨®n de fuerzas navales, reducci¨®n de la fabricaci¨®n de armas nucleares, etc¨¦tera. Ambos discursos, las conversaciones que los han precedido en Wyoming entre Baker y Shevardnadze y el anuncio de una cumbre Bush-Gorbachov en 1990 marcan, pues, la reanudaci¨®n de un di¨¢logo que parec¨ªa congelado desde la salida de Ronald Reagan de la Casa Blanca. Merece ser destacado, porque no tiene precedente, el m¨¦todo aplicado en este caso: en v¨ªsperas de la Asamblea de la ONU, los ministros de la URSS y EE UU han debatido previamente sus posiciones respectivas, y as¨ª ambos pa¨ªses han llegado a la ONU con una aproximaci¨®n previa de sus posiciones.
Sobre las armas qu¨ªmicas, tema al que Bush ha dado prioridad, no se puede olvidar que, ya en enero de este a?o, los participantes en la Conferencia de Par¨ªs se comprometieron a elaborar en un plazo breve una convenci¨®n prohibiendo el uso, la fabricaci¨®n y el almacenamiento de esas armas, y asegurando la destrucci¨®n controlada de sus arsenales. Pero la negociaci¨®n -entre 40 pa¨ªses- se ha estancado. La idea de Bush, a la que la URS S se ha sumado, es que Mosc¨² y Washington den el ejemplo disminuyendo bilateralmente sus armas qu¨ªmicas, lo que ayudar¨ªa a disipar el recelo de pa¨ªses que temen que el desarme se realice en detrimento de los d¨¦biles.
Por otra parte, una concesi¨®n sovi¨¦tica de enorme alcance aclara el horizonte en el tema decisivo de las negociaciones START sobre armas nucleares estrat¨¦gicas. La URS S no condiciona ya la reducci¨®n de esas armas en un 50%. al abandono por EE UU de la llamada guerra de las galaxias. Se levanta as¨ª el obst¨¢culo que impidi¨® el acuerdo en la cumbre de Reiklavik en 1986. Es probable que esta nueva actitud tenga como efecto reforzar en el Congreso estadounidense las tendencias contrarias a seguir adelante con un plan costos¨ªsimo y aleatorio.
Como ha subrayado Bush ante la Asamblea de la ONU, la nueva actitud de comprensi¨®n entre Mosc¨² y Washington es m¨¢s importante a¨²n que los acuerdos concretos. En este clima, Bush ha aceptado, despu¨¦s de meses de reticencias, celebrar en 1990 una cumbre con Gorbachov. No son ajenos los factores de pol¨ªtica interior en los esfuerzos que ha hecho la URSS para superar las reservas de la Administraci¨®n de Bush para la reanudaci¨®n de las conversaciones de alto nivel. Adem¨¢s de los imperativos presupuestarios que empujan a buscar un clima internacional favorable a la reducci¨®n de los gastos militares, Gorbachov necesita, en esta etapa dif¨ªcil de la perestroika, afirmar su papel en la escena internacional.,
La protesta de la mayor¨ªa dem¨®crata del Congreso contra la pasividad de Bush en materia de desarme ha surtido efecto. El senador Mitchell acus¨® a su Administraci¨®n de actuar como si sintiese "nostalgia de la guerra fr¨ªa". Ante la ONU se ha presentado un Bush con actitudes m¨¢s constructivas, que parece resuelto a retomar el camino que hab¨ªa emprendido Reagan en su ¨²ltima etapa.
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