Los veterinarios, al oculista
En la corrida de ayer sali¨® el primer toro con una cornada en el remo izquierdo, que pod¨ªa apreciarse desde lo alto de la Giralda. El tercero, apenas roz¨® el burladero, se le quedaron los pitones como dos brochas de afeitar. El cuarto lanz¨® un gemido premonitorio de su agon¨ªa y, tras un leve golpe con el hocico en el burladero, cay¨®, s¨²bitamente muerto. Lo peor de todo es que el p¨²blico de La Maestranza no protesta nada. Inmerso en su narcisismo, trascienden sus famosos silencios, no s¨®lo a respetar la actuaci¨®n de los toreros, lo cual es encomiable, sino tambi¨¦n a dejarse enga?ar sin la menor repulsa. S¨®lo cuando alz¨® un poco la voz en el inv¨¢lido tercero -no m¨¢s inv¨¢lido que el primero provoc¨®, enseguida, la salida del pa?uelo verde. Si La Maestranza no reacciona acabar¨¢ convirti¨¦ndose en una plaza de pueblo.Oliva tuvo el mejor lote, y al tercero lo tore¨® con temple sobre la mano derecha. El sexto fue manso y soso, y todo el m¨¦rito correspondi¨® al torero. No era f¨¢cil que vibrara la plaza con tal enemigo, y Oliva lo consigui¨®.
P¨ªriz /Cort¨¦s, V¨¢zquez, Oliva
Cinco toros de Bernardino P¨ªriz (3?,sobrero), mansos, grandes, pero algunos de deshecho; 42, sobrero de Jos¨¦ Luis Orborne, manso. Manolo Cort¨¦s: silencio; pitos. Pepe Luis V¨¢zquez: silencio; algunos pitos. Emilio Oliva: vuelta; oreja. Plaza de La Maestranza, 1 de octubre. 31 corrida de la Feria de San Miguel.
Manolo Cort¨¦s y Pepe Luis V¨¢zquez anduvieron desconfiados, aunque en distinta medida. A V¨¢zquez le falt¨® un punto de decisi¨®n para haber armado el taco en su primero, al que tore¨® con naturalidad y elegancia sobre la mano derecha, pero una mayor entrega hubiera dado m¨¢s brillo a su labor.
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