Roma festeja los 30 a?os de 'La dolce vita'
Hay una pel¨ªcula, nacida ahora hace 30 a?os, de Federico Fellini que los romanos no podr¨¢n olvidar nunca: La dolce vita, que inmortaliz¨® una V¨ªa Veneto que nunca existi¨® como la pint¨® el mago del celuloide y una fuente de Trevi que ha quedado como el s¨ªmbolo del embelesado turista que a Roma quiere siempre volver y deja all¨ª su moneda como precioso talism¨¢n.
Los romanos han aplaudido la iniciativa de la editorial Editalia, que a final de mes regalar¨¢ al p¨²blico una preciosa edici¨®n gigante de la historia de aquella epopeya cinematogr¨¢fica de 1959, del aprendiz y ya genial Fellini, con 600 fotograf¨ªas en blanco y negro que son como los fotogramas del rodaje de la pel¨ªcula.La obra, realizada por Gianfranco Angelucci, cuenta adem¨¢s con el anzuelo de una sabrosa introducci¨®n de Fellini y un estudio del cr¨ªtico cinematogr¨¢fico Gian Luigi Rondi.
El semanario L'Espresso, que ha dado la noticia, acaba de publicar algunos trozos de la introducci¨®n del autor de La dolce vita, en la que cuenta su fascinaci¨®n por Anita Ekberg, de quien dice que ten¨ªa una "belleza m¨¢s que humana" y que su presencia le creaba "ese sentido de maravilla, de estupor m¨ªstico, de incredulidad que se advierte frente a las criaturas excepcionales como la jirafa o el elefante".
Cuenta Fellini que ante la imposibilidad de poder rodar la pel¨ªcula en vivo en Via Veneto, el escen¨®grafo Pietro Gherardi se la reconstruy¨® totalmente en los estudios de Cinecitt¨¢. "Y desde aquel momento", comenta Fellini, "para m¨ª Cinecitt¨¢ sustituy¨® al mundo". Y de hecho, desde entonces, el genio italiano del cine produjo casi todo en aquel extremo sur de Roma, por donde ha desfilado lo mejor del cine mundial.
Hasta tal punto Fellini se identific¨® con su falsa V¨ªa Veneto, que la verdadera, a partir de entonces, le parec¨ªa la falsa. "La Via Veneto reconstruida", escribe Fellini, "era exacta hasta en sus m¨¢s peque?os pormenores, pero ten¨ªa una caracter¨ªstica: era plana en vez de empinada". Y explica que trabajando en el rodaje se acostumbr¨® tanto a la plana que a partir de entonces aument¨® su desaz¨®n por la verdadera V¨ªa Veneto empinada.
Y concluye diciendo: "Cuando paso delante del caf¨¦ de Par¨ªs no puedo dejar de sentir que la verdadera Veneto era la del estudio 5, y m¨¢s simp¨¢tica, y me atenaza la tentaci¨®n irresistible de ejercer sobre la calle de la realidad la autoridad desp¨®tica que yo ten¨ªa sobre la de la ficci¨®n".
En realidad, lo que ocurre, y ahora lo revela el mismo Fellini, es que la V¨ªa Veneto de su pel¨ªcula, fascinante, parad¨®jica, ¨²nica, encantada, nunca existi¨® en la realidad, y menos exist¨ªa ya cuando Fellini rod¨® La dolce vita. Ya no la usaban Flaiano ni los escritores de entonces como fragua y lugar de encuentros, ya no la frecuentaban los verdaderos romanos. Se hab¨ªan apoderado de ella los norteamericanos.
Seg¨²n L'Espresso, "por el n¨²mero de coches que transitan por ella, por la velocidad a que van, por el humo lleno de peste que dejan, Via Veneto se parece m¨¢s a una calle de Tokio que de Roma. Roma, en su degradaci¨®n, ha conseguido hasta esto: transformar la calle m¨¢s famosa del mundo en un aparcamiento desordenado y convertirla en una c¨¢mara de gas al exterior".
Se afirma que en cualquier otro pa¨ªs del mundo, una calle como Via Veneto, consagrada por el cine, a estas horas estar¨ªa ya cerrada a cal y canto al tr¨¢fico, restituida a los romanos, una verdadera isla feliz para la gente que no ha perdido el gusto por la historia y por la cultura.
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