Espa?oles incr¨¦dulos
Lo que echan de menos personas de distintos sectores de los programas electorales de 1989
La campa?a electoral, que el 75% de los espa?oles desea breve, seg¨²n una reciente encuesta de Demoscopia para EL PAIS, comenzar¨¢ dentro de cinco d¨ªas. Los problemas de la droga, la vivienda, la sanidad, la educaci¨®n y la mili son algunos de los asuntos sobre los que pivotan los programas propuestos por los partidos nacionales. Muchos asuntos quedan fuera de la discusi¨®n. Seg¨²n una encuesta entre personas de distintos sectores de la vida espa?ola y alg¨²n observador ex:tranjero, lo que queda clamorosamente fuera del debate electoral es justamente el debate p¨²blico entre partidos y la discusi¨®n sobre la degradaci¨®n del medio ambiente. El tono de la campa?a y la certeza de que las promesas se incumplen desatan una creciente incredulidad ante la campa?a actual.El fil¨®sofo Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren hubiera asistido con inter¨¦s a una campa?a electoral como la que en 1982 llev¨® al Partido Socialista Obrero Espa?ol al poder del que disfruta desde entonces. "Era una campa?a viva, con acento en la ¨¦tica de la pol¨ªtica, trabada sobre supuestos morales. Pero ahora esta campa?a no vale la pena. No hay campa?a: unos partidos arremeten contra otros y no se dice qu¨¦ preocupa de verdad al pa¨ªs".
Falta de confianza
Esa acentuaci¨®n de la diatriba entre partidos ha restado credibilidad a lo que se dice. Hablando en su casa de Aravaca, cerca de Madrid, el fil¨®sofo ¨¦tico espaflol dec¨ªa ayer: "No se discute de los hechos concretos". Un psiquiatra, Vicente Mira, llevaba el escepticismo al pozo de los horrores: "Es que no hay confianza en lo que dicen los pol¨ªticos, porque se sabe que lo que van a programar ser¨¢ promesas vanas, perdidas en seguida en la palabrer¨ªa". Y ¨¦se es el problema m¨¢s grave, dec¨ªa Mira: "Lo m¨¢s grave es que no nos lo creemos: todo gira en torno de lo que es pol¨ªtico, y sobre la base de la desconfianza se arma todo: la expresi¨®n m¨¢s usada es qu¨¦ m¨¢s da, qu¨¦ m¨¢s da que hagas las cosas mal si no va a haber con,:ecuencias, qu¨¦ m¨¢s da que hayas permitido que se instale aqu¨ª la peste equina, si luego nadie te va a exigir que ceses, qu¨¦ m¨¢s da. Lo terrible es que no hay consecuencias, que todo vale".
Un juez, Joaqu¨ªn Navarro, que ayer estudiaba expedientes en su casa de Madrid, "porque los jueves no hay vistas", mostraba un escepticismo preofesional: "Lo que echo de menos, en la voluntad de los partidos pol¨ªticos, es la obligaci¨®n concreta de ser ¨¦ticos en la formulaci¨®n de los procesos pol¨ªticos. Da la imi)resi¨®n de que aunque se deban al servicio de la comunidad, los pol¨ªticos no est¨¢n dispuestos a cumplir con la obligaci¨®n de dar cuenta de la consecuencia de lo que prometen. Y es eso lo que pienso: en los programas pol¨ªtlcos no hay ninguna referencia al grado de sinceridad con que los partidos abordan y esbozan sus promesas. No hay garant¨ªa de autenticidad, porque han demostrado reiteradamente que no les merece cr¨¦dito ni su propia palabra. En este sentido, no se me olvida la denuncia que propuso el cantante Llu¨ªs Llach contra Felipe Gonz¨¢lez por el incumplimiento reiterado de sus propuestas electorales de 1982 y l986".Los pol¨ªticos, dice el juez Navarro, "son reos de sus promesas, y han de hacerse responsables de ellas cada cuatro a?os. En el ¨¢mbito de la justicia, que es el m¨ªo, creo que no se insiste en los programas en ninguna reforma estructural que garantice un cambio verdadero para hacer posible el cumplimiento a fondo del principio de legalidad en E -pa?a".Una joven banquera, Mar¨ªa Eugenia Ortiz, de"28 a?os, responsable de la divisi¨®n internacional de un banco extranjero en Espa?a, es igual de tajante: "No me creo nada. La realidad que advertimos, los j¨®venes y todo el mundo, es que las promesas seolvidan. ?Qu¨¦ pondr¨ªa yo en una campa?a electoral? Pues lo que no hay: mayor responsabilizaci¨®n de las distintas administraciones, una transparencia legalizada del gasto p¨²blico, un control superior de la Administraci¨®n para que dejen de pagarse sueldos a cambio del rendimiento nulo. Y me parece deplorable que algunos partidos anden prometiendo viviendas que no se pueden fabricar, a precios irreales, en condiciones que no van a darse. Es una forma de enga?o". Ortiz introducir¨ªa una ley de la que tampoco hablan los programas: "Una ley contra la corrupci¨®n, que ya se ha instalado en todos los niveles. ?El ocio? Que nos dejen organizarnos. Ya est¨¢ bien de decirnos qu¨¦ debemos hacer en el tiempo libre".Incluso los que est¨¢n en la vor¨¢gine de la campa?a echan en falta un temario m¨¢s cercano a' las preocupaciones del espa?ol cotidiano. Carlos Barral, poeta que aspira de nuevo a senador socialista por Tarragona, lo dec¨ªa ayer desde su casa de Barcelona: "Nadie plantea una legislaci¨®n que me parece capital y que ha de seguirse al pie de la letra: el derecho a la calidad de la vida. No hay derecho a que los europeos vivamos en Espa?a privados del derecho a exigir que nuestra vida tenga una calidad m¨¢s adecuada, con una posibilidad de participaci¨®n cultural superior a l¨¢ que tenemos. ?La cam-,a.-ia actual? Pues me nareceque ha empezado de manera lamentable, con una discusi¨®n procesal que ha dejado de lado los contenidos. Todo resulta as¨ª adjetivo y fuera de lugar".
Un compa?ero de generaci¨®n de Barral, el novelista Juan Garc¨ªa Hortelano, autor de El gran momento de Mary Tribune, es menos esc¨¦ptico: "Se habla bastante de la vida, qu¨¦ caramba. Se habla de dinero, se habla bastante de dinero, y se ofrecen caramelos. Yo creo que hav un ofrecimiento excesivo de caramelos. Claro que echo de menos ese discurso ut¨®pico que hubo en las primeras elecciones, y tambi¨¦n me parece que falta hacerle caso a la filosofia sindical, que se ha dejado de lado. Creo que los partidos que pueden hacerle se han olvidado del ¨ªmpetu revolucionario y se han centrado en los caramelos".
Jaime Garc¨ªa Afloveros, que fue ministro de Hacienda con UCI) Y hov escribe v lee. novelaextranjera sobre todo, ve una carencia apabullante: "Hace falta una seria protecci¨®n de los derechos del ciudadano frente a Hacienda y frente A la Administraci¨®n local, y en general es necesario que desde las campa?as se haga hincapi¨¦ en la defensa de los derechos humanos".
?Y qu¨¦ pondr¨ªa en una campa?a electoral el humorista y escritor Moncho Alpuente, habltante ahora de Segovia y hastl ado del tr¨¢fico madrile?o? "Pues yo pondr¨ªa a otros directamente. E introducir¨ªa el debate que propician los verdes con su existencia".
Ese debate y muchos otros echa de menos el corresponsal del diario brit¨¢nico The Guardian John Hooper, autor del libro Spaniards, sobre su experiencia espa?ola. "Faltan", dice Hooper con su espa?ol con acento ingl¨¦s que no pierde a pesar de sus a?os en este pa¨ªs, "debates en la televisi¨®n entre dirigentes pol¨ªticos. Es una carencia enorme, significativa, de la campa?a. Y si yo fuera espa?ol echar¨ªa de menos la discusi¨®n entre las demandas sociales y la posibilidad que tiene la macroeconom¨ªa de ponerles remedio. Me parece que ese debate no existe ni siquiera en el seno de los partidos, que se hallan bastante desconectados en el ¨¢mbito nacional".
Medio ambiente
Falta tambi¨¦n, dice Hooper, una discusi¨®n seria sobre el medio ambiente. Ese debate no se hizo efectivo en Inglaterra hasta que los verdes no obtuvieron un porcentaje alto de votos, y ser¨ªa lamentable que en Espa?a pasara lo mismo. Creo que hay que poner en paralelo las demandas medioambientales con las realidades econ¨®micas. Los partidos se est¨¢n olvidando de que hay muchas cosas de las que tienen que prescindir".
Ese debate, "que es ¨¢gil y caliente en Gran Breta?a", seg¨²n Hooper, "no ha llegado a¨²n aqu¨ª por falta de sensibilidad", seg¨²n asegura Adolfo Dom¨ªnguez. El modista gallego, que vive en Orense, junto a su f¨¢brica, s¨ªmbolo & la ya perdida movida espa?ola, est¨¢ desesperado: "Aqu¨ª, en Galicia, se ha quemado todo el bosque. Cada a?o se produce un incendio en el mismo bosque y ya no queda tierra verde. Echo en falta en la campa?a unos planteamientos m¨¢s ecol¨®gicos porque nos estamos comiendo la tierra. Y ¨¦sta es la disyuntiva: o amamos la tierra o nos quemamos todos".
?Otros temas que falten en la campa?a, Adolfo Dom¨ªnguez? 11 ?Otros temas? Los dem¨¢s palidecen ante la gravedad de ¨¦ste. Y nadie hace caso".
El escepticismo alcanza su punto culminante en el m¨²sico Luis de Pablo: "No tengo vocaci¨®n de ministro y como ciudadano no ser¨ªa capaz de hacer un programa electoral. No es modestia, es realismo. Y en el ¨¢mbito de la cultura es dificil decir nada porque hay una gran distancia entre lo que se puede prometer y lo que se puede cumplir. Porque, por ejemplo, ?qui¨¦n va a enfrentarse a las grandes multinacionales del discoT'.
El desmadre nacional
J. C. A punto de estrenar su programa de televisi¨®n Ya semos europeos y su obra de teatro sobre el m¨¢s breve de los papas contempor¨¢neos, Juan Pablo I, el actor Albert Boadella escenific¨® ayer por tel¨¦fono la actitud del espa?ol esc¨¦ptico ante la inminente campa?a electoral.
Hablando desde su mas¨ªa catalana, el famoso histri¨®nico esboz¨® as¨ª lo que ser¨ªa su campa?a electoral: "Una de las primeras cosas que har¨ªa ser¨ªa potenciar el desmadre nacional, y despu¨¦s, naturalmente, potenciar¨ªa el viaje de los europeos. Quiero que toda Europa vea el milagro nacional de cada d¨ªa: se abren las tiendas, vuelan los aviones, viajan los trenes, aunque con retraso. Eso que el d¨ªa anterior parece que va a resultar imposible constituye el milagro nacional que yo propongo difundir en una campa?a electoral ideal. Que Europa aprenda del desmadre espa?ol para llegar a la m¨¢xima felicidad, que est¨¢ en el caos. El resto es silencio".
Un ingeniero que adem¨¢s es novelista, o al rev¨¦s, Juan Benet, puso agua al incendio de Boadella: %De qu¨¦ no se habla? Del problema del agua. Todav¨ªa no ha habido un pol¨ªtico serio que se haya dado cuenta de que en este pa¨ªs hay un reparto desigual del agua. Hay poca agua, y mal repartida.".
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