Un dios-rey sin trono

Tenzin Gyatso, 51 a?os, es considerado por la tradici¨®n budista tibetana como la 141 reencarnaci¨®n del Dalai Lama, el dios-rey que ocup¨® el trono de Lhasa, la capital del Tibet, hasta que los avatares de la ocupaci¨®n china le empujaron en 1959 a tomar el camino del exilio cuando era a¨²n un adolescente. Desde entonces reside en un modesto palacio de Daramsala, una peque?a ciudad situada en las monta?as del Norte de la India.Cuenta el Dalai Lama en su autobiograf¨ªa los misteriorosos augurios y pistas que condujeron a los grandes sacerdotes de Lhasa a la modesta casa de sus padres, unos humildes campesinos del Este de Tibet. ?l era entonces un ni?o de dos a?os. Pero los sacerdotes, reconocieron en ¨¦l, a la persona en que se hab¨ªa reencarnado el esp¨ªritu del anterior Dalai Lama, fallecido en 1935.

Frente a este halo de leyenda, el actual Dalai Lama ha sentido la necesidad de modificar el car¨¢cter absolutista que marc¨® a sus antecesores. Su deseo, en caso de que Tibet logre la independencia, ser¨ªa volcarse en su vertiente espiritual y delegar lo temporal en unas instituciones de corte democr¨¢tico.

La existencia del monarca gira en torno a la pr¨¢ctica de la meditaci¨®n y la oraci¨®n y las giras para defender la causa de su pueblo. Adem¨¢s, sus grandes pasiones son los avances cient¨ªficos y el seguimiento de la actualidad internacional.