Rendijas de esperanza
En el ¨¢mbito econ¨®mico, y a juicio del articulista, existen dos opciones esperanzadoras para normalizar la dificil situaci¨®n por la que atraviesa la URSS: la productividad agr¨ªcola en las parcelas individuales y el desarrollo del sector privado en las llamadas cooperativas, peque?as y medianas empresas de hecho.
Los intentos para limitar los privilegios de la nomenklatura chocan con la inercia de la burocracia y la resistencia pasiva de los encargados de aplicar las reformas. Hace unos meses, varios diputados al Soviet Supremo intentaron sin ¨¦xito el que se limitara el incre¨ªble privilegio de que s¨®lo una peque?a elite tenga acceso a ciertos medicamentos, extendiendo la posibilidad a enfermos en peligro de muerte.Otra propuesta m¨¢s modesta fue sin embargo aprobada como ley en el Soviet Supremo: la eliminaci¨®n de las lujosas salas de espera especiales en estaciones y aeropuertos, que traducen en los t¨¦rminos de la jerarqu¨ªa sovi¨¦tica los criterios de clase de las salas VIP en Occidente. De hecho, he podido observar la persistencia, celosamente preservada, de dichas salas en las estaciones de Leningrado y Mosc¨², en contradicci¨®n con lo legislado.
A veces, un esfuerzo voluntarista rompe el cerco, como en el caso del alcalde de Alma-Ata, amigo personal de Gorbachov, que retir¨® a la nomenklatura de su ciudad los coches y las dachas y las atribuy¨® a las asociaciones de vecinos. Pero tan pronto como fue llamado a Mosc¨², hacia m¨¢s altos destinos, las nuevas autoridades devolvieron todos los bienes y sus servicios a sus leg¨ªtimos due?os. ?Populismo? Probablemente. Pero parece claro que en la Uni¨®n Sovi¨¦tica de la perestroika es dif¨ªcil razonar, tal y como yo lo intentaba dentro de mi esquema racionalista, pragm¨¢tico y socialdem¨®crata, sobre lo esencial y lo secundario, los ritmos del cambio gradual y los peligros de la impaciencia. Reviv¨ª los debates del Chile de Allende: ?Consolidar para avanzar, o avanzar para consolidar?
En aquel pa¨ªs tan largo, ya se sabe ahora qui¨¦n ten¨ªa raz¨®n, pero la historia cambia, las situaciones son distintas. Yo hablaba de la China que viv¨ª hace poco, de las esperanzas frustradas, de mis temores a un Tienanmen a orillas del Neva (Leningrado -?Petrogrado?- parece m¨¢s radicalizado que Mosc¨²). Y ellos, probablemente con raz¨®n, se?alaban la rigidez y la profundidad de las estructuras de un Estado y de un partido que, con excepci¨®n de la pol¨ªtica exterior y de la modernizaci¨®n tecnol¨®gica, apenas aceptan de la perestroika otra cosa que el discurso.
De hecho, parece que Gorbachov y sus colaboradores no estaban enteramente descontentos de la oleada de huelgas que sacudi¨® el pa¨ªs o de las presiones de la opini¨®n p¨²blica, mediante cartas y peticiones, en la medida en que les permiten ir socavando el poder de los Ligachov y compa?¨ªa. El l¨ªmite es, desde luego, el que el pa¨ªs no caiga en la anarqu¨ªa, abriendo as¨ª el camino para un golpe m¨¢s o menos de palacio. D¨ªcese que hubo un intento en ese sentido el verano pasado durante la visita de Gorbachov a Londres, con la colaboraci¨®n m¨¢s o menos activa de los tres miembros del Politbur¨® que acaban de ser destituidos.
Al menos eso cuentan los mentideros del Kremlin... Y esto es tal vez lo m¨¢s significativo: que tambi¨¦n el Kremlin tenga ahora mentideros. El curso de la perestroika, y por tanto de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y por tanto del mundo, o sea de usted y yo, parece depender de c¨®mo evolucionen tres grandes cuestiones: la econom¨ªa, los nacionalismos y la relaci¨®n entre cambio social y democracia pol¨ªtica.
La econom¨ªa es, hoy por hoy, tan centralizada como antes y m¨¢s ineficaz que nunca. La modernizaci¨®n tecnol¨®gica resbala en la rigidez de una econom¨ªa que se ahoga en los vericuetos de la planificaci¨®n. Hay dos rendijas de esperanza: la productividad agr¨ªcola en las parcelas individuales aumenta rapid¨ªsimamente (la relaci¨®n es de 10 a 1 con la productividad regular del ko1joz), conforme los agricultores encuentran la posibilidad de vender sus productos en los mercados ko1kjozianos, que empiezan a funcionar en la pr¨¢ctica como mercados semilibres.
Rendijas de esperanza
Por otro lado, un sector privado se desarrolla en la econom¨ªa, en la forma de las llamadas cooperativas, que son, de hecho, peque?as y medias empresas, que emplean hasta 50 trabajadores, y que pueden apropiarse, distribuir y reinvertir sus beneficios,, con un sistema de precios libres. Hay ya m¨¢s de 200.000 cooperativas en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, 18.001) de las cuales est¨¢n federadas en una asociaci¨®n.
Curiosamente, el sistema dej¨® inicialmente desarrollarse las cooperativas en el sector de servicios avanzados en donde no exist¨ªan las viejas estructuras industriales del Gosplan. As¨ª proliferaron las cooperativas en los sectores inform¨¢ticos, de consultor¨ªa, de asesor¨ªa legal, de dise?o, de Informaci¨®n, de edici¨®n, es decir, en los sectores m¨¢s cualificados y m¨¢s rentables, con lo cual se han convertido en un elemento altamente din¨¢mico y han creado un embri¨®n de joven empresariado, generalmente bien visto por el establishment reformista, que ahora permite extender las cooperativas a otros sectores clave, tales como la vivienda, las tecnolog¨ªas avanzadas y el transporte. Pero toda la mitolog¨ªa sobre las cooperativas no puede hacer olvidar que a¨²n son un elemento marginal de la econom¨ªa sovi¨¦tica, cuya reforma pasa por un desmantelamiento de la planificaci¨®n central, en donde est¨¢n atrincheradas las dil¨¢siones blindadas de la burocracia.
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