Viaje a las estrellas
EL JEFE del Gobierno espa?ol, Felipe Gonz¨¢lez, ha concluido hoy una visita de trabajo a Washington cuyo objeto era entrevistarse con el presidente Bush y establecer una relaci¨®n m¨¢s profunda que la puramente casual del apret¨®n de manos. Es absurdo acusar a Gonz¨¢lez de electoralismo por haber ido a EE UU en plena campa?a pol¨ªtica, como lo ha hecho la caverna pol¨ªtica y sus corifeos; el viaje hab¨ªa sido fijado con antelaci¨®n a la decisi¨®n de anticipar los comicios, y la acusaci¨®n ser¨ªa tan insulsa como sugerir que el PSOE, para aprovechar cualquier resquicio favorecedor de la popularidad de su l¨ªder, habr¨ªa decidido la convocatoria a las urnas en funci¨®n del viaje a Washington.No es un secreto para nadie que el a?o pasado la Moncloa prefiri¨®, durante la campa?a presidencial de Estados Unidos, al candidato perdedor, el dem¨®crata Michael Dukakis. Fue un evidente error de apreciaci¨®n que sugiere que los servicios pertinentes no conocen los estados de opini¨®n p¨²blica con toda la profesionalidad necesaria. Pero ni era ofensivo ni resultaba inesperado que un Gobierno socialista como el espa?ol prefiriera a un candidato menos conservador que quien acab¨® llegando a la Casa Blanca.
Por el contrario, lo que contribuy¨® a enfriar las relaciones entre Madrid y Washington fue una serie de cuestiones pol¨ªticas concretas. La primera, evidentemente, la larga y dif¨ªcil negociaci¨®n previa a la firma del nuevo Acuerdo Hispano-Norteamericano de Defensa: una discusi¨®n que, atendiendo a compromisos del Gobierno espa?ol con su pueblo, implicaba la reducci¨®n de la presencia militar estadounidense en territorio espa?ol y una inconclusa cuesti¨®n de desnuclearizaci¨®n permanente. Firmado el acuerdo, todos sonrieron como si nada hubiera pasado, pero no por ello dej¨® la delegaci¨®n de EE UU de considerar que sus objetivos hab¨ªan fracasado.
Las restantes causas de tirantez han tenido que ver con la presidencia espa?ola de la Comunidad Europea durante el primer semestre de este a?o. La presidencia de EE UU y la comunitaria se estrenaron con una guerra de la carne que tard¨® tiempo en resolverse satisfactoriamente. Pero fue peor el incidente que enfrent¨® a las delegaciones de Madrid y Washington en la Comisi¨®n sobre Derechos Humanos de la ONU en torno a la condena de Cuba por su constante violaci¨®n de ¨¦stos: la delegaci¨®n norteamericana hizo gala de extraordinaria torpeza (reconocida desde entonces por el propio secretario de Estado) y desair¨® a la espa?ola, que, como presidenta de la CE, pretend¨ªa castigar a La Habana sin marginarla innecesariamente. El resultado fue un duro enfrentamiento entre los pa¨ªses occidentales, una condena aguada y una Cuba exultante.
Todos ellos son incidentes normales en unas relaciones amistosas entre una gran potencia y un pa¨ªs intermedio que milita en su mismo campo. Si de algo ha servido, sin embargo, el prestigio adquirido por Gonz¨¢lez en su moderada actitud con respecto a los problemas latinoamericanos es para que Bush haya manifestado su deseo de o¨ªr sus opiniones, entre otras, respecto de dos temas candentes: Panam¨¢ y Nicaragua. El pol¨ªtico espa?ol lleva a?os reclamando "una soluci¨®n centroamericana para los problemas centroamericanos", en evidente contradicci¨®n con Washington, que considera el istmo como coto privado. Ser¨¢ interesante saber si Gonz¨¢lez consigue moderar la actitud de Bush en el proceso electoral de Nicaragua, si alude a la pasividad norteamericana en El Salvador o si cuestiona la lamentable decisi¨®n de la Casa Blanca de apoyar el asesinato pol¨ªtico cuando la CIA lo considere necesario. No estar¨ªa de m¨¢s que la nueva iniciativa espa?ola para la pacificaci¨®n de Panam¨¢ fuera discutida en Washington, y correctamente valorados los peligros de desestabilizaci¨®n regional que encierra. En cualquier caso, lo importante de esta entrevista es que tenga lugar y que se hable con serenidad y sin complejos, como procede entre dirigentes de pa¨ªses que mantienen relaciones amigables.
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