Pedrol y sus bases
LA RECIENTE dimisi¨®n de Antonio Pedrol como decano del Colegio de Abogados de Madrid para presentarse, a sus 79 a?os, a la reelecci¨®n en el cargo ser¨ªa un suceso de escasa relevancia p¨²blica -aunque significativo en la vida interna de una corporaci¨®n profesional- si la personalidad de su protagonista, y sobre todo la trascendencia de la funci¨®n de un colectivo de m¨¢s de 20.000 abogados, no requiriera la atenci¨®n de la sociedad. La estructura fuertemente conservadora de la profesi¨®n de abogado, num¨¦ricamente incontestable, pone las cosas f¨¢ciles a Pedrol si lo que desea es terminar su mandato con el exclusivo respaldo de los votos de este signo. Pero esta posibilidad, que estuvo siempre al alcance de su mano, fue reiteradamente descartada en aras de la uni¨®n. profesional que, mejor o peor, es uno de los logros del decano dimisionario, quien en sus sucesivos gobiernos de concentraci¨®n comparti¨® el poder con los representantes m¨¢s o menos oficiosos de los grandes partidos del arco parlamentario. Ponerla ahora en pr¨¢ctica tiene todos los visos de ser una huida hacia adelante como mejor modo de evitar las ineludibles y elementales reformas que necesita la abogac¨ªa espa?ola y que sus sectores m¨¢s din¨¢micos reclaman desde hace a?os.La clave de este cambio de actitud se encuentra en que, desde la afloraci¨®n de los sectores cr¨ªticos producida a partir del congreso de Palma, la presencia en lajurita de gobierno de los partidos vinculados con la minor¨ªa progresista de la abogac¨ªa se ha hecho cada vez m¨¢s insostenible. Por lo que parece, la democratizaci¨®n interna de la vida colegial no entra en los c¨¢lculos de Pedrol, y ha considerado llegada la hora de regresar a sus bases y prescindir del beneficio que hasta ahora le ha rendido el apoyo de los partidos. Si fuera posible confundir la democracia con la estad¨ªstica, la soluci¨®n ser¨ªa irreprochable. Lo que ocurre es que una mayor¨ªa conservadora pura y dura al frente de los abogados, sin la correcci¨®n de la presencia en la junta de gobierno de sectores minoritarios pero m¨¢s sensibles a la mayor¨ªa social y pol¨ªtica, constituye una amenaza para los usuarios de la abogac¨ªa y significa apostar definitivamente por la ruptura profesional. De ah¨ª que, desde esta perspectiva, que socialmente es la que importa, la nueva reelecci¨®n de Pedrol puede ser una mala noticia. Y, en todo caso, ser¨ªa deplorable que una trayectoria que ha tenido como norte la uni¨®n de la abogac¨ªa culmine con la siembra de la semilla de su divisi¨®n.
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