El signo del cambio
NO ES frecuente que un pa¨ªs, incluso cuando se ve obligado a dar un giro espectacular en su pol¨ªtica exterior, declare abiertamente que ha cometido errores o incorrecciones. As¨ª lo ha hecho, sin embargo, el ministro sovi¨¦tico de Exteriores, Edvard Shevardnadze, quien ha sorprendido a la opini¨®n mundial por la sinceridad con la que ha reconocido que la URSS ha cometido graves violaciones de sus obligaciones internacionales. En la intervenci¨®n del ministro ante el Soviet Supremo queda patente la voluntad de dejar muy clara la ruptura entre la pol¨ªtica anterior de la URSS y la que realiza ahora. Por eso ha hablado, con expresiones tajantes, de los graves atentados al derecho internacional de los que se hizo responsable la diplomacia sovi¨¦tica.Aludiendo a la invasi¨®n de Afganist¨¢n, Shevardnadze dijo que la URSS "hab¨ªa violado las normas de una conducta justa" y que hab¨ªa actuado "en contra de los valores humanos generalmente aceptados". A¨²n es m¨¢s significativa su actitud en relaci¨®n con el radar construido por los sovi¨¦ticos en Krasnoiarsk, y sobre el cual se desarrolla desde hace varios a?os una fuerte pol¨¦mica entre la URSS y EE UU. Los norteamericanos han sostenido la tesis de que dicho radar viola el tratado ABM, sobre defensas en el espacio, firmado en 1972. Y argumentaron que, a causa de esa violaci¨®n, la URSS carec¨ªa de fuerza moral para alegar que las experiencias de EE UU ligadas al proyecto de guerra de las galaxias eran contrarias al tratado ABM. Los sovi¨¦ticos han defendido durante a?os que el radar de Krasnoiarsk no violaba el mencionado tratado. A finales de 1988, la URSS cambi¨® de actitud y acept¨® desmantelar el. radar. Ahora, Shevardnadze va mucho m¨¢s lejos: r¨ªo s¨®lo da la raz¨®n a la tesis de EE UU en la pol¨¦mica sobre Krasnoiarsk, sino que proclama que la direcci¨®n sovi¨¦tica ha sido enga?ada durante mucho tiempo y que no tuvo los elementos precisos para saber que, efectivamente, el radar de Krasnoiarsk era contrario a las estipulaciones del tratado AMB.
Pero ?enga?ada por qui¨¦n? Shevardnadze no lo dice de: manera clara, pero es obvio que solamente el sector militar encargado de esa construcci¨®n gigantesca -"como una pir¨¢mide de Egipto", dijo Shevardnadze- puede ser responsable del enga?o. Palabras tan netas e ins¨®litas del ministro de Exteriores -uno de los m¨¢s fieles amigos de Gorbachov- no responden s¨®lo a un arranque de sinceridad: tienen objetivos de pol¨ªtica interior. Sirven para explicitar ante los ciudadanos sovi¨¦ticos que el Gobierno ha logrado controlar la actividad perniciosa de un sector militar que a todas luces ha intentado sabotear la perestroika y la distensi¨®n con EE UU.
Curiosamente, este desenmascaramiento coincide con otra noticia asombrosa: la creaci¨®n de una organizaci¨®n sindical de oficiales y jefes, llamada Escudo, que, en contacto con los diputados progresistas del Soviet Supremo, se propone defender los intereses profesionales de los militares y a la vez contribuir a su incorporaci¨®n activa al proceso de democratizaci¨®n. En el agitado despertar de corrientes de cambio y de pasi¨®n pol¨ªtica que vive la URSS es significativo que haya surgido este sindicato militar con el objetivo de lograr una mayor sincronizaci¨®n entre lo que ocurre en las fuerzas armadas y en la sociedad civil. En el plano internacional, las declaraciones de Shevardnadze deber¨ªan ayudar a levantar algunos de los principales obst¨¢culos que desde hace varios a?os impiden avanzar hacia un tratado de reducci¨®n dr¨¢stica de las armas nucleares estrat¨¦gicas. La pelota, en ese tema, est¨¢ ahora en el tejado norteamericano.
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