Una mezcla confusa
A veces, desgraciadamente con mucha frecuencia, el deb¨² en la realizaci¨®n no suele constituir la ocasi¨®n ideal para un ejercicio de modestia, sino que en el ¨¢nimo del futuro cineasta se parece mucho al fin de un largo t¨²nel que suele preceder al siempre dif¨ªcil alumbramiento.No parece haber sido el camino de la dificultad el que tuvo que recorrer Bob Hoskins para lograr el encargo de su primer largometraje como director. Muy al contrario, le fue ofrecida la ocasi¨®n de dirigir en un momento en que su carrera como actor, catapultada internacionalmente tras su premio a la mejor interpretaci¨®n de Cannes 86 por su magistral trabajo en Mona Lisa -y definitivamente consagrada m¨¢s tarde, tras resultar elegido para protagonizar ?Qui¨¦n enga?¨® a Roger Rabbit?- hab¨ªa hecho de ¨¦l un personaje popular en el mundo cinematogr¨¢fico anglosaj¨®n.
El enigma del hechicero
Director: Bob Hoskins. Gui¨®n: Bob Hoskins y Nicole de Wilde. Fotograf¨ªa: Frank Tidy. M¨²sica: Michael Kamen.Reino Unido. 1988. Int¨¦rpretes: Dexter Fletcher, Bob Hoskins, Zoe Nathenson, Zoe Wanamaker. Estreno en Madrid en cines Avenida y Albatros Pr¨ªncipe P¨ªo.
A pesar, pues, de que no tiene dificultades para acceder a la realizaci¨®n, Hoskins opta, no obstante, por el discurso grandilocuente, y puesto a protagonizar, no s¨®lo asume la direcci¨®n, sino que se reserva uno de los papeles protag¨®nicos, adem¨¢s de ser tambi¨¦n el coguionista. Y no duda en hilvanar un discurso en el que se mezclan una reflexi¨®n sobre los peligros de las guerras, la admiraci¨®n por pueblos y etnias oprimidos en raz¨®n de su origen -en todo caso, los gitanos- y el canto ¨¦pico al sacrificio personal por una causa colectiva.
Pero el principal problema de El enigma del hechicero no es su af¨¢n de hablar de grandes temas -necio ser¨ªa quien le negara a Hoskins la legitimidad para ello-, sino el tono que emplea para hacerlo. Las vacilaciones del novel director respecto a c¨®mo va a contar la pel¨ªcula, convierten a ¨¦sta en un extra?o -y desafortunado- cruce entre comedia, filme aleg¨®rico, discurso antibelicista y, last but not least, documento -s¨®lo aparentemente- antropol¨®gico.
Trama semifant¨¢stica
Filme de retazos, el comienzo apunta hacia una trama semifant¨¢stica -y contiene los momentos m¨¢s inspirados: v¨¦ase la secuencia de la Regada del soldado pr¨®fugo a la casa de la ni?a que ha contemplado la matanza de los suyos, y la brutal irrupci¨®n de la c¨¢mara, que muestra los resultados, en el hasta entonces virutal fuera de campo- mientras la continuaci¨®n alterna el simbolismo del "mensaje" con un marcado inter¨¦s por el mundo de los gitanos, que llega incluso a apoderarse de la ficci¨®n y termina impregn¨¢ndola de un aire entre did¨¢ctico y aburrido, que nunca logra despejar la inc¨®gnita sobre si lo que se presenta como "el mundo de los gitanos" es rigor o s¨®lo folclorismo de segunda mano.A medida que avanza la proyecci¨®n, al espectador se le presentan dos opciones: o contentarse con seguir los cambios bruscos de la narraci¨®n, con inverosimilitudes nunca resueltas desde el gui¨®n, o lamentarse de que alguna de las l¨ªneas planteadas por la pel¨ªcula -por ejemplo, la de la falsa identidad femenina del pr¨®fugo, cuyas posibilidades nunca son llevadas por el relato hasta sus ¨²ltimas consecuencias- no haya terminado por erigirse en protagonista de una historia excesivamente marcada por la confusi¨®n del m¨¢ximo protagonista de la funci¨®n: Bob Hoskins.
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