Millonarios sin un d¨®lar
Theodore Roosevelt, presidente de Estados Unidos, le llam¨® "malhechor de altos vuelos". Robert La Follette, senador de Estados Unidos, dijo de ¨¦l: "Es el mayor criminal de nuestra era... con dos manos para dar, ?pero cu¨¢ntas otras para,quitar!". John Davison Rockefeller (1839-1927), fundador de la celeb¨¦rrima dinast¨ªa, nacido en una granja e iniciado en los negocios mediante la venta ambulante de ung¨¹entos milagrosos, fundador de la Standard Oil (hoy desgajada en Exxon, Chevron y Mobil Oil), marc¨® para siempre el car¨¢cter de su familia organizando su imperio econ¨®mico sobre un complejo entramado de trusts que, en la pr¨¢ctica, imped¨ªan que ninguno de sus sucesores se hiciera con el poder absoluto y, sobre todo, que ninguno de ellos derrochara el patrimonio heredado.Las disposiciones testamentarias del viejo Rockefeller forzaron tambi¨¦n la vocaci¨®n filantr¨®pica de la familia, cuyas donaciones contribuyeren, entre otras much¨ªsimas cosas, a la reconstrucci¨®n del palacio de Versalles y a la creaci¨®n del Museo de Arte de Moderno (MOMA) de Nueva York. Los herederos pod¨ªan disponer de dinero para efectuar donaciones bonificadas fiscalmente, pero no para gastarlo. "Algunos miembros de la familia", escr¨ªb¨ªa en 1986 el semanario Fortune, "arden en deseos de tener m¨¢s dinero en la mano, para gastar, para regalarlo o para hacer lo que les d¨¦ la maldita gana. Pero una red de trusts se lo impide". Los trusts conceden a cada familiar un enorme patrimonio y el dinero necesario para mantenerlo, pero impiden su enajenaci¨®n. La operaci¨®n con Mitsubishi aportar¨¢ una fenomenal inyecci¨®n de liquidez al imperio, pero la actual cabeza financiera de la dinast¨ªa, David Rockefeller Jr., desvaneci¨® ayer las esperanzas de muchos de sus parientes, entre los que hay un psiquiatra, un senador, un ecologista, un jardinero, un constructor y un presidiario: "Dudo que yo o cualquier otro Rockefeller disfrutemos de alg¨²n beneficio inmediato tras este negocio", coment¨® a The New York Times.
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