La imagen del manco, un pobre recurso

Algunas circunstancias de la cuarta frustraci¨®n consecutiva de la quinta del Buitre son utilizadas como excusa para hacer valer que la eliminaci¨®n fue digna. Y dignas son todas las derrotas mientras el equipo disponga de sus mejores hombres, derroche esfuerzo, emplee lo que d¨¦ de s¨ª su inteligencia como colectivo y no comercie con el resultado. El Madrid siempre ha perdido dignamente, incluso cuando fue por goleada. Pero el mi¨¦rcoles tampoco cay¨® con m¨¢s dignidad que otras veces aunque se exagere la actuaci¨®n postrera de un jugador entablillado.Trasladar la reflexi¨®n a terrenos tan elevados no es m¨¢s que una argucia para escapar a la autocr¨ªtica. Se trata de reflexionar sobre si el Madrid afront¨® eficazmente su objetivo fundamental: la Copa de Europa.
El presidente, Ram¨®n Mendoza, decidi¨® hace tiempo convertirse en jefe de personal de la plantilla y hacer dicha funci¨®n de su exclusiva competencia a la vista de que reestructurar el organigrama administrativo era no s¨®lo m¨¢s dif¨ªcil y pol¨¦mico, sino que chocaba con una evidente resistencia interna. Decidido a dar cuerpo a dicha prioridad, ejecut¨® los principales fichajes asesorado de diferentes maneras. La m¨¢s reciente conclusi¨®n habla de la contrataci¨®n de un t¨¦cnico domador, Toshack, y dos defensores, Ruggeri y Hierro, cuya mejor cualidad es el dominio del juego a¨¦reo. Los refuerzos no han logrado aquello para lo que se lbs contrat¨®. Toshack ha fracasado tambi¨¦n.
Su sistema, de inequ¨ªvoca ra¨ªz brit¨¢nica, ha pasado inadvertido en Europa y sus cualidades como estratega y psic¨®logo han quedado en entredicho. No escogi¨® mejor argumento para afrontar el lance con el Mil¨¢n que vituperar p¨²blicamente a sus propios jugadores, provocar una semana alterada por las declaraciones y, quiz¨¢ ayudado por sus superiores, rescatar artificialmente s¨ªmbolos del pasado, amuletos que denotaban falta de confianza y escasa autoestima. Si Camacho tuvo que intervenir en el vestuario haciendo de hechicero, poco m¨¢s habr¨ªa significado haberlo alineado junto a Santillana y Juanito. Finalmente, Toshack convirti¨® a Buyo en el cerebro y transform¨® su saque en el veh¨ªculo esencial del ataque. Por tanto, neg¨® a sus jugadores otros recursos -el centro del campo, para m¨¢s se?as- y, condicionado por los resultados del Mil¨¢n en Italia, quiso convertir al Madrid en el Ascoli. El Madrid termin¨® neg¨¢ndose a s¨ª mismo como equipo.
El utilizar ahora la imagen de un manco para ganar la aprobaci¨®n general o acusar a los linieres de entorpecer tan sofisticado sistema, con Buyo y Hugo como principio y final sin argumento, es l¨ªcito, pero pobre. Porque el Mil¨¢n, bien dotado t¨¦cnicamente y con un sabio estratega, ha dado lecciones de juego y de buena gesti¨®n.
Puede deducirse que la eliminaci¨®n del Madrid no atesora mayor desgracia que la de un fracaso de personal, pero no adquiere la tragedia de un deshonor. Con el honor el Madrid no acostumbra a jugar.
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