Alma de campe¨®n
Abri¨® el concierto del domingo el grupo de Ximo Tebar, joven guitarrista valenciano con muy buenas cualidades. Interpretaron un temario propio, con inspiraciones que van desde Pink Floyd a George Benson y Earl Klugh, que supieron resolver con buenas ideas y oportuna capacidad de cambios. Hay mucho de estimable en cuanto hace este grupo, y ser¨ªa bueno que advirtieran a tiempo que la modestia ayuda mucho a la ambici¨®n musical. Buena labor la del contrabajista Llu¨ªs Llario y del baterista Jeff Jerolamon. Con el cuarteto de Michel Petrucciani lleg¨® al escenario un aut¨¦ntico vendaval. En 1977, cuando Petrucciani ten¨ªa s¨®lo 15 a?os, tocaba con Kenny Clarke, y a los 18 se fue a Estados Unidos aclamado por la afici¨®n europea. Se advert¨ªa ya entonces en ¨¦l a un pianista intimista, l¨ªrico y con una portentosa articulaci¨®n de sonido y ataque; era el m¨¢s brillante y contundente de los inspirados por Bill Evans. Hoy, a sus 26 a?os, se ha convertido en un verdadero torrente de energ¨ªa que est¨¢ optando por un m¨¢ximo en una de las carreras jazz¨ªsticas de estos a?os.
Ximo Tebar Groap y Michel Petrucciani Quartet
10? Festival de Jazz de Madrid. Colegio mayor San Juan Evangelista. Madrid, 5 de noviembre.
Keith Jarrett protagoniz¨® uno de los tirones de renovaci¨®n del tr¨ªo en los a?os ochenta, pero hay otra l¨ªnea que pudo empezar en McCoy Tyner (con Sharpe y Hayes) y que puede llegar a esa apuesta anfetam¨ªnica de energ¨ªa del ¨²ltimo tr¨ªo (1989) de un Chick Corea que ha dejado recientemente el vegetarianismo. En esa l¨ªnea de la intensidad se hab¨ªa situado ya Petrucciani (con Peacock y Haynes) y ahora lleva a su formaci¨®n hasta el cuarteto para alargar la apuesta y para vencerla.
'Ca?a'
Con Petrucciani est¨¢n uno de sus habituales colaboradores, el contrabajista Andy McKee; V¨ªctor Jones, un baterista con una sensibilidad bien abierta en su abanico, del matiz al nuevo punto de fuga en el centro del hurac¨¢n, y Adam, HoIzman, habitual segundo teclista de Miles Davis en estos a?os, un ejemplo de contenci¨®n y de sustantividad en el arsenal electr¨®nico.A los tres les pide Petrucciani lo mismo: que le den ca?a, toda la que sea, que, ¨¦l, alzado frente al pianoforte, seguir¨¢ dirimiendo cu¨¢l es el instrumento rey. Y a cada vuelta de tuerca que sus compa?eros pueden prestarle, Petrucciani responde con una nueva marejada r¨ªtmica, un ostinato como para fundir feldespato hasta el instante para la concentraci¨®n l¨ªrica. Y son sus manos sobre el piano la fuente de toda energ¨ªa.
Ejemplific¨® su camino por el lado salvaje en un Round midnight completamente desromantizado y bien cerca de Thelonius Monk, y registr6 dos largas ovaciones de despedida a p¨²blico en pie. Petrucciani tiene mucho espacio que ocupar en la m¨²sica de los pr¨®ximos a?os.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.