Demasiado corriente
Combinando su aspecto de gal¨¢n t¨ªpico americano, sus atributos de sex-simbol y su rebeld¨ªa p¨²blica contra, el start-system de Hollywood, Robert Redford se hab¨ªa convertido, a su pesar, en superstart. Sus innegables cualidades de excelente int¨¦rprete le facultaban para ser un elegante Gran Gatsby o un desalifiado Jeremias Johrison. En papeles tan distintos cautivaba con igual pasi¨®n a todo tipo de audiencias.Pero en sus ininterrumpidos 18 a?os de actor (comenz¨® en 1962) jam¨¢s hab¨ªa expresado una sonrisa tan g¨¦lida como la noche en que se puso ante las c¨¢maras para recoger el Oscar al mejor director por su labor en Gente corriente. La academia acaba de premiar parad¨®jicamente los m¨¦ritos de un director debutante que adem¨¢s no aparec¨ªa por primera vez en la pantalla haciendo lo que mejor sab¨ªa: interpretar.
Gente corriente no s¨®lo recibi¨® este Oscar tambi¨¦n se acredit¨® el de mejor pel¨ªcula, mejor gui¨®n, mejor director.
El ¨¦xito fue una sorpresa. Pero confirmaba que la f¨®rmula tan corriente de agitar en un argumento dram¨¢tico la vida ¨ªntima del americano medio con problemas comunes a los del espectador medio, concret¨¢ndolo en traumas de divorcios, drogas y enfermedades, era del agrado de todo el mundo y por tanto del jurado que otorgaba los Oscars. La pel¨ªcula, llena de senhilidad, emociones y sentimientos, conectaba con la moda que la industria americana propici¨® los primeros a?os de esta d¨¦cada: revestir las tr¨¢ficas situaciones de artificialidad y apariencia, algo tan com¨²n en la vida ordinaria; la misma f¨®rmula de otros ¨¦xitos como Kramer contra Kramer o La fuerza del cari?o.
Redford bas¨® el argumento en la novela Ordinary peopple de Judith Guest, se encontraba a¨²n sin editar. No se limit¨® a relatar la historia sino que introdujo ciertas connotaciones autobiogr¨¢ficas. Toda la superficialidad del mundanal ruido que tarto odiaba queda reflejada en los absurdos di¨¢logos de la secuencia de la fiesta. Tambi¨¦n en ciertos di¨¢logos ("a lo mejor no dice ir a la universidad y viajar un tiempo por Europa") aluden al periodo hippie de su vida.
Donnald Sutherland y Timothy Hutton decoran imagn¨ªficamente este marco fr¨ªvolo del argumento en el que Redf¨®rd no se priv¨® de introducir el estorbo que supone una mujer en el marco familiar de modo que tendenciosamente cuando la mujer se marcha, el hogar recobra la tranquilidad. Recuerda as¨ª aquella camarader¨ªa y solidaridad entre hombres que tanto se aplud¨ª¨® en Dos hombres y un destino. Una tendencia m¨¢s de ciertas incongruencias en los papeles de Robert Redford.
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