El fin definitivo de los mitos
La alegr¨ªa va por barrios. En el de la socialdemocracia blanda, el irresistible proceso de desamurallamiento de los pa¨ªses socialistas se interpreta como una comprobaci¨®n de que el ¨²nico camino posible de avance hist¨®rico es el del socialismo reformista. En los barrios neoliberales -hay varios- se exige que los comunistas salgan de detr¨¢s de sus murallas con el carn¨¦ en la boca, las manos arriba y los bolsillos abiertos para comprar toda clase de productos. Creo que la alegr¨ªa m¨¢s necesaria es la que a estas alturas deber¨ªan experimentar los comunistas del mundo entero convencidos de la bondad de su largo, profundo proyecto hist¨®rico, por que la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, de confirmarse como met¨¢fora, representar¨ªa la reconstrucci¨®n de una cultura de progreso y de transformaci¨®n, sin la sombra tenebrosa del modelo del totalitarismo estalinista y posestalinista. Significar¨ªa el desbloqueo de la historia padecido desde 1945 y la recuperaci¨®n de lo hist¨®rico como posibilidad dial¨¦ctica. Conviene una reorientaci¨®n inmediata de los comunistas, porque se ciernen sobre ellos instrumentos de despoderosos orientaci¨®n, movidos por todos los que est¨¢n interesados en enterrar un proyecto de emancipaci¨®n que tantos quebraderos de cabeza les ha dado. Y ante todo luchar contra una sensaci¨®n de inutilidad hist¨®rica que s¨®lo podr¨¢ combatirse desde una clara conciencia de utilidad. Una cosa ha sido el secuestro del proyecto socialista a cargo del estalinismo como degeneraci¨®n del leninismo, degeneraci¨®n ayudada por la precipitada conversi¨®n de la estrategia leninista en ciencia pol¨ªtica urbi et orbi, y otra la conducta hist¨®rica real de los comunistas extramuros, m¨¢s all¨¢ de telones de acero o de bamb¨². Si los comunistas recapitulan qu¨¦ han hecho hist¨®ricamente en el mundo entero, el balance no puede ser m¨¢s necesario y estimulante: luchar contra el fascismo, contra el imperialismo, y en Europa, concretamente, apuntalar la democracia. Las conquistas sociales no hubieran sido ni universales ni las mismas sin la presi¨®n social de los comunistas, bien sea desde formaciones pol¨ªticas espec¨ªficas, bien a trav¨¦s de movimientos sociales y culturales por ellos inspirados o movidos. El capitalismo s¨®lo ha entendido la regla de la correlaci¨®n de fuerzas, factual o potencial, y la amenaza comunista le ha obligado a ceder prerrogativas, incluso a desmontar sus poderes de excepci¨®n de car¨¢cter totalitario, a los que ha recurrido cuando las leyes democr¨¢ticas en la mano no garantizaban su hegemon¨ªa.Ninguna concesi¨®n, pues, a los boleros, preciosas herramientas de sentimentalidad, pero especialmente negados paria la conciencia pol¨ªtica. Que nadie lamente lo que pudo haber sido y nofue, se autofiagele porque la historia le ha abandonado, se ha ido con otro. Al contrario, la historia pasar¨¢ por encima del muro de Berl¨ªn, en una y otra direcci¨®n, y ser¨¢ posible reorganizar las fuerzas de la raz¨®n hacia un proyecto de transformaci¨®n gradual pero en¨¦rgica del mundo entero, entendido definitivamente como unidad vinculante. Desde esta conflanza conviene que las f¨®rmaciones pol¨ªticas de izquierda originalmente surgidas de la ruptura socialdem¨®crata de la I Guerra Mundial y encasilladas tras la revoluci¨®n sovi¨¦tica y la guerra fr¨ªa tengan la cabeza llena y analicen hasta qu¨¦ punto son hist¨®ricamente necesarias y c¨®mo podr¨ªan ser en el futuro necesarias y eficaces. Ante todo se ha de asumir el papel real reformador desempe?ado por los comunistas europeos desde 1945, incluso antes, y reivindicar un patrimonio transformador gradual que hasta ahora se hab¨ªa regalado a la socialdemocracia atlantista. Es preciso retomar el discurso de la socialdemocracia cr¨ªtica que ya en 1914 vot¨® contra los fondos de guerra, que fue aplastada a culatazos en la persona de Rosa Luxemburgo y que a lo largo de los a?os de totalitarismo estalinista mantuvo distancias contra el despotismo sangriento de un socialismo secuestrado. Hay que recuperar la inocencia socialista, con la que fueron al matadero o al gulag muchos bolcheviques aut¨¦nticos, acompa?ados por mencheviques que actuaron solidariamente con la revoluci¨®n sovi¨¦tica hasta que el Estado monstruo no dej¨® inocente con cabeza. A esa inocencia original, que proviene de la tradici¨®n humanista del mov¨ªmiento obrero, fuera bakuninista o marxista, hay que sumar la inocencia hist¨®rica real de la izquierda que a uno y otro lado de las murallas ha luchado por un socialismo en libertad, expresi¨®n m¨¢s afortunada que la redundante socialismo de rostro humano.
La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn replantea una venturosa orfandad de modelos. Se acabaron definitivamente los mitos y hay que conservar muy pocos s¨ªmbolos. En cambio, hay que recuperar la capacidad de saber, de conectar con la sociedad, de aprender los nombres de lo desconocido y de actuar desde la necesaria incomodidad laica. Definitivamente se acab¨® cualquier posibilidad de construir una caba?a para Robinson con los restos de todos los naufragios. Hay que construir un edificio nuevo sobre los cimientos de un compromiso hist¨®rico ejemplar, especialmente en el caso espa?ol, porque el comunismo espa?ol no ha hecho, como colectivo, otra cosa que luchar contra Franco y ayudar a la burgues¨ªa c¨®mplice a desfascistizarse. Piedra angular de ese edificio son esos luchadores espa?oles por la democracia que desde distintas culturas de izquierda, la comunista incluida, han persistido en un proyecto de profundizaci¨®n democr¨¢tica. 0 ellos entienden que han deapostar por su propia transformaci¨®n sin reservas o la posibilidad de transformaci¨®n de la izquierda espa?ola carecer¨¢ de efectivos humanos necesarios y fundamentales. Si esos militantes se amurallan precisamente en el momento en que caen los muros, no tendr¨¢n otra salida que la nostalg¨ªa o el rencor ante la sensaci¨®n de estafa hist¨®rica: la inistoria no ha sido ni como la esperaban ni como se merec¨ªan. Las nuevas condiciones creadas facilitan la clarificaci¨®n de ideas y el proyecto de una izquierda unida.
Tiene raz¨®n Pablo Castellano cuando rechaza la posibilidad de que Izquierda Unida sea un instrumento para reconstruar el PCE, de la misma manera que ser¨ªa un error convertirla en un instrumento para quitarle el PSOE a Txiki Benegas. Izquierda Unida no debe ser el ligue circunstancial para dar celos al amor fundamental o para estimularlo. Es el embri¨®n de un proyecto de reencuentro del socialismo inocente, del socialisrno que no ha metido a nadie en campos de exterminio ni protege expediciones imperialistas o ametrallamientos en las calles de Caracas. Una nueva izquierda debe ser tambi¨¦n bander¨ªn de enganche para toda la conciencia cr¨ªtica que ha crecido extramuros del PC y del PSOE y con el tiempo deber¨¢ pasar por encima de toda clase de siglas inutilizadas. Lo que cuenta es conservar el sentido y el esp¨ªritu de una intervenci¨®n hist¨®rica, no una estructura formal convertida en profec¨ªa de arque¨®logo, ni los restos de una cultura de la instrumentalizacion que en este caso podr¨ªa morderse la cola.
Es m¨¢s. Cuantos m¨¢s ?zquierdistas sin historia previa comunista o socialista se prestasen a formar esa nueva formaci¨®n, mucho mejor para casi todos. Falta el casi. Porque pasados estos inmediatos tiempos de desorientaci¨®n y reorientaci¨®n, ser¨¢ el propio meollo del poder capitalista el que a?orar¨¢ aquellos tiempos del muro de Berl¨ªn, e incluso, de una u otra manera, tratar¨¢ de reconstruirlo. Con toda la tecnolog¨ªa punta que pueda, as¨ª en la tierra como en el cielo, as¨ª en Pinto como en Valdemoro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- RDA
- Muro Berl¨ªn
- RFA
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Pol¨ªtica exterior
- Unificaci¨®n alemana
- Comunismo
- Alemania
- Segunda Guerra Mundial
- Europa este
- Gobierno
- Ideolog¨ªas
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Administraci¨®n Estado
- Partidos pol¨ªticos
- Relaciones exteriores
- Historia
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Centroeuropa
- Europa