El Real Madrid ofreci¨® su mejor repertorio
El Madrid sac¨® el muestrario y tumb¨® al Zaragoza, un equipo que destruy¨® sus excelentes referencias con el aire victimista que ofreci¨® en Chamart¨ªn. El repertorio madridista se concret¨® en la hermos¨ªsima joya que fabric¨® El Buitre en el tercer gol; en el ca?o que tir¨® Mart¨ªn V¨¢zquez a Chilavert en el cuarto, en su pelotazo final; en el friqui de Hugo en el quinto o en esa rareza del f¨²tbol que es un gol de cabeza de Michel.La memoria futbol¨ªstica del Madrid le permite auparse sobre sus dudas y frustraciones. El repertorio de este equipo es indiscutible y puede ser majestuoso cuando las condiciones lo propician, aunque algunos graves fracasos levanten sospechas sobre su capacidad para sobreponerse a sus fantasmas interiores.
El partido, por encima de las carencias del Zaragoza, demostr¨® que esta generaci¨®n de jugadores debe mantener una fidelidad absoluta a su estilo. Los balones al pasto y las ideas que circulen. Todo lo que sea contravenir estas reglas es un atentado contra natura. La caracter¨ªstica primera del Madrid es su facilidad para encontrar v¨ªas impensadas en el juego. Esta cualidad impagable s¨®lo corresponde a los elegidos del f¨²tbol. Acabar con este sello de marca ser¨ªa una mezquindad injustificable.
Jug¨¢ndola al pie, con arranques imprevistos, fiado el equipo al instinto de sus astros, el Madrid sepult¨® a un rival extraordinariamente blando. El Zaragoza mostr¨® de salida las mismas trazas perdedoras que la gran masa de visitantes a Chamart¨ªn. Este temor at¨¢vico es a¨²n m¨¢s frustrante en equipos solventes y bien armados. No se puede conceder ning¨²n cr¨¦dito a una escuadra que sale vencida en uno de esos partidos que miden el car¨¢cter, el estilo y la ambici¨®n de los protagonistas.
La decepcionante actuaci¨®n del Zaragoza, resumida en un juego sin tu¨¦tano, no rebaja el valor de la oferta futbol¨ªstica del Madrid. El equipo de Toshack present¨® una alineaci¨®n natural. Estaban todos los peloteros y todos estaban en su sitio. Schuster, por ejemplo, estaba colocado por delante de la defensa, donde sus limitaciones defensivas son m¨¢s tolerables Chendo tambi¨¦n recupera el aliento cuando retorna a su territorio m¨¢s querido en la banda derecha. El equipo pide, en definitiva, que no se le sobresalte con tareas extra?as y se le permita interpretar con libertad su juego.
La facilidad del f¨²tbol de Madrid fue extraordinaria. Algunas acciones deber¨ªan que dar retenidas en los manuales del f¨²tbol. El tercer gol, por ejemplo, fue una exquisita muestra de sutileza y talento. Mart¨ªn V¨¢zquez, que acab¨® convertido en el gran h¨¦roe del partido, recibi¨® un pase en el lado izquierdo del ataque, levant¨® la ceja y vio la llegada de Butrague?o al primer palo. Siempre dispuesto a vencer las dificultades, el interior madridista decidi¨® colocar un pase raso para El Buitre, que lleg¨® sin ¨¢ngulo al palo. Era un bal¨®n que requer¨ªa una apuesta contra la normalidad, y as¨ª lo reconoci¨® Butrague?o cuando meti¨® de pique y con la badana exterior de la botas una pelota que sali¨® preciosa hacia el poste contrario, por encima del atribulado Chilavert.
Esta jugada acredita a los grandes. Y tambi¨¦n merece tratamiento selecto la chilena de Hugo que se escap¨® junto al palo derecho o el inesperado torbellino que cre¨® Mart¨ªn Vazquez en el ¨¢rea al comienzo de la segunda mitad, cuando decidi¨® tomar el partido como algo personal. La actuaci¨®n del interior tuvo rasgos portentososos. Frente al Zaragoza no abdic¨® de su condici¨®n como experimentador, pero el tono general de su juego fue de gran mesura. El p¨²blico interpret¨® su exhibici¨®n como el traslado a la cancha de sus condiciones en la negociaci¨®n con Mendoza.
En la fiesta goleadora, al grader¨ªo s¨®lo le pareci¨® inconveniente la pol¨ªtica intervencionista de Toshack, que cambi¨® a Gordillo por Julio Llorente y devolvi¨® a Chendo a una extra?a condici¨®n de medio centro. La afici¨®n observ¨® aquello como un brochazo innecesario en el mejor lienzo que ha pintado el Madrid esta temporada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.