'De repente, el ¨²ltimo verano",
22.20 TVE-1 (110 minutos).Tennessee Williams, con la colaboraci¨®n de Gore Vidal, escribi¨® el gui¨®n de esta pel¨ªcula adaptando su propia obra, de cuya realizaci¨®n se hizo cargo Joseph L. Mankiewicz con sumo respeto, suma discreci¨®n, pero echando toda la carne al asador. Las agallas que tuvo Mankiewicz para penetrar en las torturadas y ag¨®nicas criaturas de Willianis superan muy probablemente las de cualquier adaptador cinematogr¨¢fico que haya tocado el universo del dramaturgo, y eso que entre ellos se cuentan cincastas del calibre de Kazan, Huston o Brooks.
La gracia de Mankiewicz radica en una ecuaci¨®n id¨®nea entre el texto y su visualizaci¨®n, sigilosa, elegante, pero pose¨ªda de un abrasador fuego interno: ese jard¨ªn id¨ªlico y a la vez, en su contexto, fat¨ªdico; esos interiores suntuosos por los que, como un cuchillo afilado, se ha cruzado un pasado de violencia extrema; esas plantas carn¨ªvoras de Katharine Hepburn, met¨¢fora feroz de su propia persona, una sure?a desp¨®tica, con inclinaciones incestuosas y un pasado oscuro que conviene borrar definitivamente -con esa Hepbum, Cary Grant no hubiera querido saber nada-, o ese elevador por el que, en perfecta simetr¨ªa, ella desciende y despu¨¦s se eleva se diciosa, bien transmitidos los excesos.
De repente, el ¨²ltimo verano acaso desdibuje su unidad con un flash-back, hacia el final, demostrativo de lo que en la pel¨ªcula hay de sugerente. Es un flash-back -rodado en la Costa Brava- que ha de contarnos las turbulencias sexuales y amorales de toda la historia y probablemente fuera esa escena la que hizo que el filme no pudiera estrenarse en nuestras pantallas hasta 1980.
Obra fuerte, bella e inteligente, magn¨ªficamente dialogada, De repente, el ¨²ltimo verano, se apoya en grandes interpretaciones. La Hepburn se lleva la palma; no por ello hay que dejar de aplaudir a Elisabeth Taylor, que con esta pel¨ªcula y con Cleopatra, tambi¨¦n de Josep L. Mankiewicz, se reparte lo mejor de su carrera, ni a Montgomery Clift -de rostro implacablemente torturado tras su famoso accidente-, ni a ese prodigio de contenci¨®n y furia que es Mercedes McCambridge.
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