Duelo a muerte en el corral macroecon¨®mico
La desmesura y la confusi¨®n se han adue?ado de nuestro debate econ¨®mico. ?ste se parece cada vez m¨¢s a la representaci¨®n esperp¨¦ntica de un duelo en el Oeste, con actores que sobreact¨²an sobre papeles distribuidos al azar.Soy consciente de que es una osad¨ªa, en estas circunstancias, pretender tomar parte en la representaci¨®n. Los ¨¢nimos exaltados, los tics acentuados, las manos en tensi¨®n tocando las culatas de los rev¨®lveres y sobre todo la excesiva confusi¨®n entre ficci¨®n y realidad en algunos actores hacen demasiado peligrosa la incursi¨®n en la escena del rodaje.
Como el cine del Oeste y el esperpento se encuentran entre mis debilidades, no puedo resistir la tentaci¨®n de aportar algunas reflexiones al debate sobre nuestra pol¨ªtica econ¨®mica.
Vaya por delante mi opini¨®n de que las profusamente comentadas declaraciones de algunas autoridades econ¨®micas, siempre a partir de su reflejo en los medios de comunicaci¨®n, han sido desequilibradas en la enfatizaci¨®n de los mensajes, quiz¨¢ innecesariamente ¨¢speras.
Pero ello no evita que muestre mi coincidencia con el an¨¢lisis expuesto por el ministro de Econom¨ªa en funciones, que constituye, en mi opini¨®n, un diagn¨®stico acertado de la situaci¨®n econ¨®mica espa?ola, plenamente coherente con el programa socialista.
. No obstante, su presentaci¨®n parece haberse realizado desde el convencimiento de que los ciudadanos prefieren que se les hable de cara, con rigor, franqueza e incluso aspereza, a que se les oculten los problemas, sobre todo si luego observan en los resultados que los esfuerzos y sacrificios han merecido la pena. Y es posible que el ministro tenga raz¨®n. Ahora bien, aunque, como en la relaci¨®n entre m¨¦dico y paciente, lo fundamental es el acierto en el diagn¨®stico y la firmeza en el tratamiento, el pol¨ªtico est¨¢ obligado a adaptar su relaci¨®n con la sociedad a la situaci¨®n psicol¨®gica de ¨¦sta.
La econom¨ªa espa?ola se encuentra en un gran momento y con un gran futuro, sin que, los desequilibrios coyunturales empa?en el fuerte ritmo de crecimiento, la creaci¨®n de m¨¢s de 300.000 puestos de trabajo anuales, el dinamismo empresarial y la recuperaci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica y privada, que ha pasado en pocos a?os de representar el 17% del producto interior bruto a alcanzar el 24%.
Ahora bien, el fuerte crecimiento ha acentuado dos desequilibrios que reflejan desajustes de car¨¢cter coyuntural y de car¨¢cter estructural: el rebrote inflacionista y el creciente d¨¦ficit exterior, todav¨ªa financiado con entradas de capital a largo plazo, pero que parece querer recuperar con urgencia el papel de cuello de botella de nuestro desarrollo que ya disfrut¨® en el pasado.
El factor coyuntural responsable de la acentuaci¨®n de esos desequilibrios es el excesivo crecimiento de la demanda interna, por encima de lo que nuestro sistema productivo es capaz de ofrecer de inmediato. El aumento del empleo y del poder adquisitivo, el incremento en el patrimonio de las familias con inmuebles o ciertos activos financieros, la mejora de las expectativas respecto del futuro y la necesidad de renovar un equipamiento familiar obsoleto han reducido el ahorro de las familias. La necesidad de avanzar en las dotaciones de los servicios sociales b¨¢sicos y de incrementar las transferencias a parados y pensionistas han reducido la capacidad de ahorro del sector p¨²blico, que, no obstante, se ha recuperado en los ¨²ltimos a?os.
El resultado es que, a pesar de la recuperaci¨®n de la autofinanciaci¨®n de las empresas, no se ha producido el incremento en el ahorro nacional necesario para financiar el fuerte ritmo de inversi¨®n p¨²blica y privada.
Inflaci¨®n
El exceso de demanda genera un efecto inflacionista general, m¨¢s intenso en los sectores con oferta m¨¢s r¨ªgida (vivienda) o en los no sometidos a competencia internacional (servicios que se consumen donde se producen). No obstante, no se puede despreciar el impacto de la p¨¦rdida de la confianza en la previsi¨®n de la inflaci¨®n efectuada por el Gobierno y su abandono como referencia para la negociaci¨®n salarial y la revisi¨®n general de rentas y precios.El exceso de demanda es tambi¨¦n responsable fundamental del creciente d¨¦ficit exterior, al generar una mayor penetraci¨®n de las importaciones para abastecer la demanda insatisfecha y la reorientaci¨®n de las empresas hacia el mercado espa?ol, en perjuicio de su actividad exportadora.
Indudablemente, el exceso de demanda es posible en la medida en que la pol¨ªtica monetaria permite su financiaci¨®n, y sobre todo porque el sistema productivo est¨¢ funcionando al l¨ªmite de su capacidad, estrangulado por unas infraestructuras de transportes y telecomunicaciones y un stock de capital productivo insuficientes, por los desajustes entre las cualificaciones de la demanda y de la oferta de mano de obra, por el d¨¦ficit tecnol¨®gico y por la falta de competitividad de algunos sectores.
El d¨¦ficit exterior, y en consecuencia, el recurso al ahorro exterior, es l¨®gico en una econom¨ªa con un fuerte ritmo de capitalizaci¨®n y con necesidad de importar tecnolog¨ªa. Pero su financiaci¨®n tiene un l¨ªmite, y sobre todo supone una fuga al exterior de nuestro potencial de crecimiento y generaci¨®n de empleo.
En esta situaci¨®n, nuestra pol¨ªtica econ¨®mica para los pr¨®ximos a?os se enfrenta al reto de conseguir un crecimiento econ¨®mico sostenido y equilibrado que permita la creaci¨®n de empleo, la lucha contra las desigualdades y la elevaci¨®n del nivel de bienestar de la poblaci¨®n.
La pol¨ªtica a dise?ar implica actuaciones de car¨¢cter coyuntural y de car¨¢cter estructural: las primeras, dirigidas fundamentalmente a reducir el exceso de demanda y atenuar as¨ª el rebrote inflacionista y el desequilibrio exterior; las segundas, orientadas al incremento de la capacidad productiva mediante la reducci¨®n de los cuellos de botella y la mejora de la competitividad.
A su formaci¨®n pretenden contribuir las siguientes consideraciones:
Redistribuci¨®n
1. Es necesario hacer una pol¨ªtica m¨¢s solidaria, pero debe primar la redistribuci¨®n de la renta mediante la creaci¨®n de empleo, la mejora de las pensiones y la calidad de los servicios sociales frente a mayores salarios.2. Nuestra situaci¨®n econ¨®mica permite lo anterior sin p¨¦rdida de poder adquisitivo para los trabajadores. Para ello, la concertaci¨®n debe centrarse en la distribuci¨®n del incremento de la productividad entre salarios y fondos de inversi¨®n, formaci¨®n e investigaci¨®n, empleo y servicios y prestaciones sociales.
3. Esta moderaci¨®n salarial sin p¨¦rdida de poder adquisitivo es fundamental no s¨®lo para recuperar el retraso en competitividad, sino tambi¨¦n para reducir el exceso de demanda y contribuir a la recuperaci¨®n del ahorro nacional.
4. La recuperaci¨®n del ahorro nacional a corto plazo, no obstante, debe producirse sobre todo incrementando el ahorro p¨²blico; es decir, reduciendo el d¨¦ficit p¨²blico.
5. La evoluci¨®n del gasto p¨²blico debe ser compatible con el objetivo de moderar el crecimiento de la demanda, pero sin renunciar al incremento real del gasto social ni al mantenimiento de los ritmos de inversi¨®n p¨²blica programados. En la lucha contra el desequilibrio exterior no se puede olvidar el menor componente importado del gasto p¨²blico frente al gasto privado.
6. La recuperaci¨®n del ahorro p¨²blico debe producirse, por tanto, mediante un incremento en la presi¨®n fiscal, compatible con el mantenimiento de la presi¨®n fiscal individual si se contin¨²a con ¨¦xito la lucha contra el fraude.
7. Fijar una previsi¨®n de inflaci¨®n ambiciosa, que reduzca nuestro diferencial con el conjunto de la CE, pero que recupere credibilidad y sea utilizada como referencia en la fijaci¨®n de rentas y precios, debe permitir que no sea s¨®lo la disciplina monetaria la encargada de conseguir el objetivo prefijado y que la lucha contra la inflaci¨®n se realice con menor reducci¨®n de la actividad econ¨®mica.
8. La recuperaci¨®n del retraso en nuestra dotaci¨®n de infraestructuras de transportes y comunicaciones, la formaci¨®n de nuestros trabajadores y parados de acuerdo con las necesidades del sistema productivo, la liberalizaci¨®n y el incremento en la eficiencia de nuestro sistema financiero, la reforma del tratamiento. fiscal del ahorro popular, la investigaci¨®n, la modernizaci¨®n de nuestras estructuras comerciales, la movilizaci¨®n de nuestras empresas a la b¨²squeda de mercados exteriores, son algunas de las pol¨ªticas estructurales que deben permitir un crecimiento sostenido de nuestra econom¨ªa y su plena competitividad en la Europa de 1993.
9. Los fondos de inversi¨®n debieran comenzar a abrirse paso en la negociaci¨®n colectiva en 1990, porque pueden permitir compaginar mejoras en las rentas salariales, moderaci¨®n en el consumo, autofinanciaci¨®n empresarial y mayor participaci¨®n de los trabajadores en las empresas.
10. La concertaci¨®n social es deseable, no s¨®lo porque puede permitir alcanzar con menor coste mejores resultados en t¨¦rminos econ¨®micos y sociales, sino porque favorece la articulaci¨®n social, la canalizaci¨®n de las demandas sociales, la profundizaci¨®n en la democracia econ¨®mica y social. Pero es necesario dejar bien claro que no es m¨¢s progresista el m¨¢s reivindicativo y que no son deseables acuerdos que hipotequen la senda de progreso que hemos emprendido.
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