Poner casa en Francia
Numerosos espa?oles deciden instalarse en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s
Por primera vez en la historia de esta frontera, el n¨²mero de espa?oles, que residen en Francia y trabajan en su propio pa¨ªs es superior al de aquellos compatriotas, vecinos de Ir¨²n en su mayor¨ªa, que viven de su trabajo en las poblaciones francesas lim¨ªtrofes.Miles de espa?oles, en una cifra dif¨ªcil de cuantificar, se han lanzado a adquirir un apartamento, un piso o un chal¨¦ en Hendaya, San Juan de Luz, Biarritz o en cualquiera de los municipios de Las Landas.
S¨®lo en Hendaya, poblaci¨®n de 12.500 habitantes, el n¨²mero de viviendas adquiridas por ciudadanos espa?oles en estos dos a?os, generalmente como segunda residencia, supera la cifra de los dos millares. Obviamente, este fen¨®meno de transgresi¨®n masiva de la barrera psicol¨®gica y cultural inherente a toda frontera descansa sobre ventajas econ¨®micas indiscutibles, por encima del atractivo de una regi¨®n que ha sabido conservar su belleza paisaj¨ªstica y su equilibrio urban¨ªstico: cr¨¦ditos de la banca francesa al 9,5% y al 10,5%, gastos de escrituras del 3% al 5,5% y precios que siguen siendo netamente m¨¢s baratos que en muchas zonas de Espa?a, pese al incremento registrado ya a lo largo de este a?o. Desde junio de 1987, cualquier ciudadano espa?ol puede invertir hasta 25 millones de pesetas en la compra de inmuebles en el extranjero.
No es dinero 'negro'
Kattina Alleaume, directora de la Maison del Immobilier, de San Juan de Luz, opina, al igual que ?ngel P¨¦rez, de la Office de Gestion linmobili¨¨re, de Hendaya, que el fen¨®meno no responde a intereses especulativos ni est¨¢ activado por la entrada de dinero negro. "Creo", dice la joven directora de la Maison del Immobilier, "que el dinero negro espa?ol ha comprobado que en Espa?a puede seguir ganando m¨¢s que aqu¨ª, donde existe mayor transparencia y control". Como argumento a?adido, ?ngel P¨¦rez apunta que la ley obliga a los extranjeros compradores a abrir una cuenta en la banca francesa" y que "los espa?oles tienen mucho miedo a que la Administraci¨®n francesa facilicite los datos a su hom¨®loga espa?ola". "No, no son millonarios los que compran; son profesionales, funcionarios, clase media", a?ade. Por separado, ambos coinciden en negar la presencia de dinero negro en la compra de terrenos, cuyo precio se ha incrementado ¨²ltimamente. "Lo que ocurre", se?ala Kattina Alleaume, "es que los espa?oles se han enterado, de repente, que comprar una casa aqu¨ª no les sal¨ªa m¨¢s caro que en su pa¨ªs, sino lo contrario, y han descubierto que pueden vivir o pasar sus vacaciones en una zona bella y muy poco poblada huyendo de la masificaci¨®n y quiz¨¢ tambi¨¦n de la degradaci¨®n urban¨ªstica".
Kattina, cuya empresa ha vendido en un a?o 400 pisos a espa?oles, expone las caracter¨ªsticas de la demanda espa?ola con un desparpajo casi ofensivo: "Los espa?oles no compran casas viejas, quieren estrenar la casa y tener pocos gastos de mantenimiento. Los guipuzcoanos prefieren el chal¨¦, tener un poco de jard¨ªn, el 15%. Los que viven entre San Sebasti¨¢n e Ir¨²n quieren la casa para vivir aqu¨ª todo el a?o, as¨ª que a ¨¦sos les ofrecemos, sobre todo, la zona de Hendaya. O como los de Pamplona , que, por el contrario, quieren pisos o apartamentos, a poder ser, frente al mar. Est¨¢n s¨®lo a una hora y media escasa, pero vienen cansados de la carretera y quieren llegar cuanto antes a la playa. Antes ocupaban Fuenterrab¨ªa y ahora tambi¨¦n Hendaya. Los que proceden de Bilbao", dice la joven empresaria, "vienen
Poner casa en Francia
por la autopista y no les importa continuar unos minutos m¨¢s y salir en San Juan de Luz, Sokoa o, incluso, penetrar en Las Landas para disfrutar de una casa tranquila cerca del mar. A los madrile?os, sin embargo, les ofrecemos apartamentos en Biarritz, que es, la ciudad que ellos consideran m¨¢s chic y m¨¢s genuinamente francesa de esta regi¨®n". A?ade, que los promotores han asumido ya los gustos y costumbres espa?oles en la construcci¨®n de las casas. "Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que ellos aborrecen los suelos de moqueta de nuestras casas y que prefieren el parqu¨¦".Desde hace un a?o, Kattina Alleaume practica el espa?ol de forma ininterrumpida en su oficina y est¨¢ estudiando euskera, "porque siempre est¨¢ bien saludar a los vascos en su propio idioma con un kaixo, egun on o un zer moduz".
Suben los precios
A su juicio, la gente que denuncia el incremento de los precios de los pisos no tiene raz¨®n, ya que las casas del casco urbano tradicional, que es el que interesa a los aut¨®ctonos, han subido solamente entre un 10% a un 20%. Un juicio que, desde luego, no comparte en. absoluto una parte de la poblaci¨®n vasco-francesa, preferentemente las j¨®venes parejas que buscan establecerse.
Gerard, un vecino de Hendaya, casado con una espa?ola, no cree que pueda hablarse seriamente de rechazo, "no al menos en Hendaya, que es una ciudad fronteriza, donde viven muchos hijos de refugiados espa?oles de la guerra. Hay, naturalmente, reacciones de malestar por la molestia que supone ir, por ejemplo, a la playa y ver que los aparcamientos est¨¢n ocupados hasta los topes por espa?oles que no contribuyen econ¨®micamente a mantener la infraestructura de la ciudad. Llegas a la playa y te encuentras rodeado de sombrillas todas iguales, ¨¦sas con las siglas GK [Caja de Guip¨²zcoa], y de gente que grita m¨¢s de lo habitu.al". En su opini¨®n, los vascos franceses se sienten, adem¨¢s, agraviados por la quema en el otro lado de coches de matr¨ªcula francesa, acciones que llevan a cabo grupos de simpatizantes de ETA.
"Yo y otros muchos como yo hemos dejado de ir a San Sebasti¨¢n, a Fuenterrab¨ªa o a Guetaria; no es agradable volver con miedo a un lugar en el que antes te: sent¨ªas bien acogido. La gente comenta tambi¨¦n que los espa?oles disponen de cr¨¦ditos bonificados por la pol¨ªtica de captaci¨®n de divisas del 8% o el 10%, mientras los ciudadanos franceses deben pagar un 11 %. Eso s¨ª", a?ade con ¨¦nfasis, "los comerciantes y constructores pueden estar contentos".
Gerard admite que los franceses han acogido con sorpresa la masiva compra de viviendas por parte espa?ola. "Muchos ignoraban que el poder adquisitivo de los espa?oles ha aumentado considerablemente en los ¨²ltimos a?os. Lo que ha ocurrido", dice, "es que aqu¨ª tambi¨¦n ha empezado a aplicarse la cl¨¢sica relaci¨®n econ¨®mica Norte-Sur".
Angel P¨¦rez, director de la Office de Gestion Iminobili¨¨re de Hendaya, destaca como un dato fundamental el hecho de que s¨®lo el ¨¢rea de Ir¨²n, Renter¨ªa y Pasajes sume una poblaci¨®n similar a la de la totalidad del Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. Hijo de espa?oles, ?ngel P¨¦rez denuncia los anuncios de promotores que aseguran a los compradores espa?oles cr¨¦ditos al 4,5% o 5,5%. "Dicen la verdad, pero no toda la verdad, no dicen, por ejemplo, que esos cr¨¦ditos los obligan a alguilar sus casas y que, de no hacerlo, la Administraci¨®n puede exigirles ese dinero en cualquier momento".
Con vistas a la bah¨ªa
Dicen que merece la pena, aunque ahora ya empieza a ser menos interesante, puesto que con el aumento de la demanda los precios han empezado a subir y las gangas han desaparecido. Antonio y Dolores, m¨¦dico y profesora, viv¨ªan en Fuenterrab¨ªa, en una buhardilla no m¨¢s grande que el sal¨®n de la casa de tres plantas, amplio jard¨ªn y vistas a la bah¨ªa de Txingudi que ocupan ahora en Hendaya. "Cuando tuvimos el segundo hijo comprendimos que no pod¨ªamos seguir all¨ª; vendimos la buhardilla, nos compramos esta casa y aqu¨ª estamos, felices".
Santi es un joven donostiarra de 25 a?os que trabaja en San Sebasti¨¢n. "Para mi era imposible comprar un piso en San Sebasti¨¢n; as¨ª que por ocho millones me compr¨¦ este apartamento frente al mar. ?Problemas para cruzar la frontera?, ninguno, nunca hay cola a esas horas de la ma?ana. Mi ¨²nico problema es pasar el atasco de Renter¨ªa, pero si voy por la autopista estoy en el trabajo en poco m¨¢s de 10 minutos". Hablan de vecinos espa?oles que vendieron el piso en el que viv¨ªan en Ir¨²n y que con el dinero les bast¨® y sobr¨® para hacerse con un chal¨¦ de 800 metros cuadrados.
Pero cuentan tambi¨¦n el caso de uno que ha regresado a Ir¨²n para vivir "en uno de esos bloques mostruosos, porque no se hallaba aqu¨ª, y echaba de menos a su cuadrilla, el poteo, todo eso". Coinciden justamente en considerarse diferentes al protagonista del caso anterior. "Me parece que somos gente que ama la tranquilidad, el paseo, la lectura, que aprecia vivir en un buen sitio m¨¢s que otras cosas, pero la verdad es que aqu¨ª agradecemos las visitas de los amigos. ?Amigos franceses?, yo no lo consegu¨ª ni siquiera viviendo en Par¨ªs.
Para Santiago es bastante evidente que los franceses aceptan la presencia de los espa?oles con un cierto fastidio. "Les jode bastante ver que nosotros, los espa?oles, podemos comprar casas en sus pueblos, pero es que adem¨¢s est¨¢n los horarios y las costumbres". Dolores coincide en las mismas apreciaciones y adelanta incluso observaciones m¨¢s duras: "Creo que les molesta vernos felices; si te r¨ªes en el supermercado, por ejemplo, te crean la sensaci¨®n de que est¨¢s escandalizando. Al poco tiempo de llegar aqu¨ª, la vecina de la casa de enfrente nos llam¨® la atenci¨®n a las siete de la tarde porque dec¨ªa que los ni?os, fig¨²rate, dos cr¨ªos menores de cuatro a?os, estaban organizando un esc¨¢ndalo en el jard¨ªn. Otro d¨ªa, hicimos una parrillada tambi¨¦n en el jard¨ªn y enseguida nos llamaron, alarmados, preguntado si est¨¢bamos haciendo fuego. No s¨¦", se?ala Dolores, "son las costumbres; cuando empezamos a cenar, ellos tienen ya las persianas baj?adas". Antonio apunta que en las ¨²ltimas elecciones francesas hubo alguna iniciativa aislada de oponerse a la invasi¨®n espa?ola, pero piensa que, para no ser injustos, "habr¨ªa que preguntarse simplemete cu¨¢l ser¨ªa la reacci¨®n de los vecinos de Fuenterrab¨ªa si de repente se les echaran encima 3.000 franceses".
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