Cr¨ªticas a Bush por el viaje a China de una misi¨®n oficial

La inesperada visita a China de una misi¨®n de alto nivel presidida por el asesor de seguridad nacional de EE UU, durante el pasado fin de semana, continuaba ayer provocando las m¨¢s duras cr¨ªticas contra el presidente George Bush, no s¨®lo por parte de la oposici¨®n dem¨®crata, sino tambi¨¦n por parte de la prensa m¨¢s prestigiosa del pa¨ªs. El titular del editorial de apertura del normalmente moderado The New York Times no pod¨ªa ser m¨¢s expresivo: "Saludando a los carniceros de Pek¨ªn".

Tal ha sido el aluvi¨®n de cr¨ªticas a la Administraci¨®n Bush, que el propio presidente se vio obligado a comparecer p¨²blicamente el lunes, en rueda de prensa televisada en directo desde la Casa Blanca, en un intento de acallar los virulentos ataques.En un principio, Washington trat¨® de enmascarar el viaje secreto de la misi¨®n a Pek¨ªn dentro de un periplo a varios pa¨ªses asi¨¢ticos para informar a los l¨ªderes del continente, principalmente a los japoneses, de las conclusiones de la cumbre sovi¨¦tico-norteamericana de Malta. Sin embargo, el regreso inmediato a Washington del general Scowcroft, que encabez¨® la misi¨®n, para informar a Bush de los resultados de la misma, desmienten los objetivos anunciados del viaje.

En realidad, Scowcroft y la misi¨®n norteamericana, que inclu¨ªa la presencia del influyente secretario de Estado adjunto, Lawrence Eagleburger, por viaje de su titular, James Baker, a Europa, ten¨ªa un fin principal: tratar de recomponer de alguna forma las relaciones chino-norteamericanas, da?adas seriamente como consecuencia de los sangrientos sucesos de la plaza de Tianarimen y que Bush, primer enviado diplom¨¢tico de Washington a Pek¨ªn despu¨¦s de la normalizaci¨®n de relaciones durante la presidencia de Richard Nixon, considera vitales para los intereses estrat¨¦gicos norteamericanos.

Bush, que hace seis meses decret¨® la suspensi¨®n de relaciones de alto nivel entre los gobiernos de los dos pa¨ªses, as¨ª como la congelaci¨®n de las ventas militares, ha considerado, sin explicar muy bien la raz¨®n, que era hora de intentar un nuevo acercamiento. En su conferencia de prensa, el presidente norteamericano defendi¨® el env¨ªo de la misi¨®n a Pek¨ªn con el argumento de que no deseaba que China "quedase totalmente aislada del mundo" despu¨¦s de los acontecimientos en T¨ªananmen.

Este argumento provoc¨® ayer la ira del ex director y actual columnista de The New York Times, Abe Rosenthal, para quien el argumento utilizado por Bush constituye "un insult¨® a la inteligencia americana". "Es el desp¨®tico Gobierno chino y no su pueblo el que estaba aislado", contratac¨® Rosenthal en un art¨ªculo titulado "Tradici¨®n en Pek¨ªn".

Por el momento, lo ¨²nico positivo que a primera vista ha conseguido Bush con la misi¨®n secreta a China de su cercano colaborador y asesor de seguridad nacional ha sido la promesa de Pek¨ªn de que no vender¨¢ proyectiles de fabricaci¨®n china a Siria, una de las preocupaciones m¨¢ximas de los responsables del departamento de Estado.