Carmen Alborch
Algo m¨¢s que paellas en Valencia
Carmen Alborch sonr¨ªe satisfecha cuando observa el desfile incesante de escolares, jubilados, profesionales, j¨®venes y artistas por las salas del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Esta mujer de 42 a?os y rasgos mediterr¨¢neos responde con un gesto de complicidad cuando se le pregunta si est¨¢ satisfecha con el multitudinario triunfo de la exposici¨®n de Joaqu¨ªn Sorolla, inaugurada el pasado d¨ªa 2 y que ha sido visitada s¨®lo en la primera semana por m¨¢s de 20.000 personas. Despu¨¦s del reconocimiento de la cr¨ªtica nacional e internacional que el IVAM logr¨® tras su apertura, en febrero de este a?o, Alborch, directora del mismo desde poco antes de su inauguraci¨®n, pudo respirar tranquila. Culminaban a?os de esfuerzos y el IVAM romp¨ªa el c¨ªrculo vicioso de "un museo m¨¢s, de un museo de pueblo", en palabras de Alborch. "Ya est¨¢ bien", comenta esta profesora de Derecho Mercantil dedicada desde joven al mundo del arte, "de que Valencia s¨®lo se conociese por las paellas o por la marcha nocturna. Mola que hayamos puesto en pie uno de los complejos muse¨ªsticos m¨¢s importantes de Europa". Alborch rebate de este modo la famosa frase de Joaqu¨ªn Sorolla cuando el artista afirm¨® que Valencia era camino a ninguna parte. Junto a Sgrolla, que ha jugado la baza de la popularidad, los centros del IVAM han expuesto recientemente obras de Claes Oldenburg, de Antonio Saura, de Gabriel Cuallad¨®, de Richar¨¢ Prince, al margen de las colecciones permanentes.La breve historia de este museo ya permite, en opini¨®n de Alborch, "que los valencianos no necesiten acudir a Madrid o a Barcelona a contemplar lo mejor del arte contempor¨¢neo".
Seg¨²n Alborch, el IVAM trata de cubrir un doble objetivo. De un lado, la difusi¨®n y el apoyo del arte moderno, y de otra parte, el impulso del movimiento art¨ªstico valenciano. "Las dos aspiraciones", comenta, "son perfectamente compatibles, y resulta indudable que el IVAM ha servido para revitalizar la cultura y el arte de Valencia y proyectarlos hacia el exterior". Las colas de miles de personas que estos d¨ªas aguardan su turno para entrar al IVAM dan fe de las manifestaciones de una radiante Alborch.
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