Intransigencia y tolerancia
Escribo desde Euskal Herria y formo parte de esa mayor¨ªa silenciosa que sufrimos los avatares de la peste desde hace a?os. Hemos aprendido a soportar su preponderancia, a ignorar sus declaraciones, a no leer las noticias que les conciernen para no sufrir aumentos de adrenalina cuando, en nombre del Movimiento Vasco de Liberaci¨®n Nacional, se cometen toda suerte de desmanes.Esa minor¨ªa de liberadores a quienes la gran mayor¨ªa pide silenciosamente que deje de liberarlos con el terror ha conseguido enrarecer la convivencia, aposentar el miedo, destrozar nuestra econom¨ªa, aburrirnos con sus monsergas, ensuciar con sus pintadas agresivas todas las fachadas de nuestros pueblos.
En silencio, nos han forzado a una huelga, considerada por sus popes como "clara muestra de la concienciaci¨®n pol¨ªtica de nuestro pueblo", como si no hubi¨¦ramos visto los dem¨¢s las barricadas y piquetes de barbudos y j¨®venes vestidos de morado y pa?uelo palestino cerrando a golpes las tiendas, impidiendo el transporte p¨²blico y rompiendo las lunas de los bancos.
Sin embargo, ansiamos un futuro sin muertes y nos sentimos v¨ªctimas de una peste que inunda de cad¨¢veres, pistoleros y amonal nuestro horizonte y el de nuestros hijos. Sentimos un latigazo de dolor cada vez que alguien muere. Tambi¨¦n sentimos la muerte del parlamentario, lo entendimos como un retroceso que apagaba el peque?o rayo de esperanza, y adem¨¢s les daba una ventaja: la explotaci¨®n del victimismo, t¨¢ctica habitual para enardecer a sus huestes.
Hoy, la peste ha intentado llegar a Madrid y se les ha vuelto a mostrarla puerta de salida. En nombre del otro pueblo vasco, pido un cierto grado de tolerancia con los apestados. Entiendo la intransigencia de los hu¨¦rfanos de la peste, pero la pol¨ªtica debe obrar con inteligencia, A veces, un detalle de superficie, no de contenido, puede abrir una puerta que es la que todos ansiamos abrir. Todos los parlamentarios juran, sin que lo digan, "por imperativo legal". Creo que incluso la corbata que luc¨ªa Id¨ªgoras era casi un s¨ªmbolo de condescendencia.
?Hab¨ªa necesidad de cerrar as¨ª una v¨ªa de di¨¢logo por una simple cuesti¨®n de palabras?-
A la vista de los acontecimientos que se han venido produciendo en los ¨²ltimos d¨ªas, relacionados con la asistencia de los miembros de Herri Batasuna al Congreso de los Diputados, me gustar¨ªa aportar mi modesto punto de vista en calidad de ciudadano interesado en las muchas y complejas cuestiones que afectan a la vida pol¨ªtica de este pa¨ªs.
Me ha sorprendido negativamente la forma de actuar de don F¨¦lix Pons en el asunto de la famosa f¨®rmula de acatamiento de la Constituci¨®n, y su iniciativa en orden a reformar el Reglamento del Congreso en este punto se me antoja inoportuna en las actuales circunstancias. La aceptaci¨®n del texto fundamental en la primera sesi¨®n plenaria (o en posteriores, seg¨²n las situaciones) es un acto evidentemente serio y solemne, pero ritual, y hace muchos a?os que los juristas dejaron sentado que el rito deb¨ªa constituirse, como servicio, no como obst¨¢culo. En la situaci¨®n que ahora tiene lugar creo que habr¨ªa sido conveniente interpretar extensivamente la normativa reglamentaria, permitiendo la promesa matizada de los electos de HB, siempre, naturalmente, que el Gobierno est¨¦ interesado en una soluci¨®n negociada y no traum¨¢tica para que finalice la violencia de ETA.
En contra de esto se podr¨¢ argumentar que no debe transigirse con quienes se han mostrado intransigentes, pero pienso que si ellos han dado la mitad de un primer paso esperanzador al quebrar su autoaislamiento institucional, el presidente del Congreso podr¨ªa haber completado dicho paso con una actitud menos rigurosa. Adem¨¢s, el s¨ª juro o s¨ª prometo son ahora, tras la reforma, aut¨¦nticos imperativos legales Antonio Gonz¨¢lez.Cangas de On¨ªs, Asturias.
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