Razones para un crimen
Las manifestaciones en Timisoara y otras ciudades ruinanas no son las primeras contra el r¨¦gimen de Nicolae Ceaucescu. Ya antes ha habido muertos. Pero el ba?o de sano,re de Transilvania parece ser el detonante de la ca¨ªda de un r¨¦gimen que ser¨¢ tr¨¢gica como sus largas d¨¦cadas de tiran¨ªa.No es probable que las manifestaciones sean las ¨²ltimas, por implacable que sea su represi¨®n. Con la sangre de Timosoara, la era Ceaucescu parece entrar en su fase terminal.
Brotes de indignaci¨®n por la miseria en que ha sumido al pa¨ªs este estalinista iluminado se han venido produciendo pese al terror que domina a la poblaci¨®n. En las minas de Jiu en 1981 y en Brasov liace dos a?os fueron masivas y se conocieron en Occidente. Hubo centenares de muertos, miles de deportados.
La criminal deternimaci¨®n de la represi¨®n dernostrada ahora no puede sorprender a nadie. Qui¨¦n conozca algo el actual r¨¦gimen y la personalidad enferma del dictador no albergaba duda alguna sobre la decisi¨®n de Ceaucescu de mantener su orden a costa de un ba?o de sangre.
Tiene razones para ello. El presidente, su famiIia y camarilla no pueden esperar compasi¨®n de este puebl.o al que han sometido a una tiran¨ªa de rasgos feudales asi¨¢ticos. Estaba ya descartada una transici¨®n minimamente pac¨ªfica. Los odios contra el d¨¦spota y sus c¨®mplices es demasiado grande. Demasiado ha sido el terror, el hambre y el frio, las desapariciones, las torturas y los cr¨ªmenes de la era Ceaucescu.
Un golpe de Estado del ej¨¦rcito y sectores del partido comunista era la ¨²nica forma en que el inevitable fin deeste r¨¦gimen no se saldara con un rio de sangre. Este r¨¦gimen se defiende como un le¨®n herido. Sus jefes y sicarlos saben que de la subsistencia del r¨¦gimen de terror depende su vida. Nadie, ni siquiera Mijail Gorbachov, ha podido impedir la ¨²ltima gran tragedia que le quedaba al d¨¦spota por traer a su pueblo. El r¨¦gimen morir¨¢ matando.
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