Hamlet o el encuentro de las tres escuelas
La prodigalidad de valores de una puesta en escena como la de HamIet, presentada en el Mar¨ªa Guerrero por Jos¨¦ Carlos Plaza, director del Centro Dram¨¢tico Nacional, nos permite elegir hoy uno de los aspectos de mayor inter¨¦s en esa rara s¨ªntesis de aportaciones de diversas procedencia. Este aspecto ser¨ªa la convivencia de lo que tal vez podemos considerar tres escuelas.Por una parte, nos encontramos ante el protagonista, encarnado por Jos¨¦ Luis G¨®mez, grand¨ªsimo actor y hombre de teatro integral. Su Hamlet es t¨ªpicamente suyo: situado en un punto controlado de su propia personalidad, los elementos histri¨®nicos se bifurcan hacia determinados efectos, al margen de cualquier identificaci¨®n de actor y personaje que, en caso de darse, no es m¨¢s que una bifurcaci¨®n m¨¢s. G¨®mez aparece como un actor posbrechtiano, por decirlo as¨ª, cuya t¨¦cnica, como todo el mundo sabe, adquiri¨® en Alemania. A la hora de aplicar su t¨¦cnica aplica tambi¨¦n un tipo de ¨¦tica que parece ir unida indisolublemente a aqu¨¦lla: el riesgo, el experimento, el enfoque inhabitual que a menudo ilumina lo que antes hab¨ªa pasado inadvertido. En una palabra, es una actitud siempre contraria al camino seguro y que, por tanto, no siempre es comprendida. Para m¨ª, hay una l¨ªnea recta y coherente desde aquellos Handke, Kafka y Brecht, aquella etapa de director del Centro Dram¨¢tico Nacional, la de director del Teatro Espa?ol (con dos Calder¨®n inquietos e inquietantes, La vida es sue?o y Absal¨®n) y este Hamlet sin concesiones y rico en registros, culminaci¨®n de una carrera que alcanza as¨ª su plena madurez.
Escuela tradicional
En segundo lugar, tenemos a Alberto Closas, que representa la quintaesencia, lo m¨¢s granado de un tipo de escuela tradicional. Tambi¨¦n ¨¦l es de formaci¨®n extranjera, pero al fin y al cabo se trata de Latinoam¨¦rica y el magisterio de Margarita Xirgu fue importante en sus comienzos. La escuela de Closas es la tradicional que se aparta del ¨¦nfasis y el engolamiento, la voz hueca y la interpretaci¨®n vac¨ªa; es lo contrario de aquello que en tiempos llam¨¢bamos "c¨®mico viejo" y que es un tipo desaparecido, consumido en su propio fuego..., aunque a menudo para no dejar nada en su lugar. Huyendo de este contramodelo, el modelo tradicional de Closas consiste en la b¨²squeda de una verdad, a partir de dos elementos de trabajo, la intuici¨®n y la identificaci¨®n, algo que est¨¢ al alcance de muy pocos, porque supone enriquecer al personaje interpretado a partir de la propia riqueza personal. Hay mucho de Closas en sus personajes, y si ahora le vemos crear un enorme rey Claudio, no olvidemos aquella otra reciente lecci¨®n dram¨¢tica que fue su Tyrone en el Largo viaje... de Narros y Layton, donde la fuente de que beb¨ªa el personaje era, como ahora, el propio actor. Berta Riaza, en la reina Gertrudis, es un ejemplo semejante de esa escuela de mesuradas intensidades y complejas construcciones personales que hemos denominado, no sabemos si con acierto, "tradicional".
Por ¨²ltimo, tenemos la escuela del propio Jos¨¦ Carlos Plaza, en cuyo origen se encuentra el magisterio imprescindible y decisivo de Miguel Narros y William Layton, y a cuyo lado est¨¢ esa gran actriz y maestra que es Paca Ojea.
Teatro independiente
Esta escuela est¨¢ representada en HamIet por la sensible Ofelia construida por Ana Bel¨¦n y por el hondo Horacio de Chema Mu?oz. Son actores de escuela, y .eso se nota en la bondad de los resultados. Son el ejemplo de lo mejor que ha quedado de aquel movimiento que se llam¨® Teatro Independiente, a menudo m¨¢s destructivo (era necesario, sin duda, destruir) que positivo. No importa que Ana Bel¨¦n nunca haya pertenecido a ese movimiento, pero s¨ª es leg¨ªtimo considerar su paso por ¨¦l de Chema Mu?oz. Y, despu¨¦s de todo, se trata de esa misma escuela surgida all¨¢ por los a?os sesenta, antes de que Narros se hiciera cargo por primera vez del Teatro Espa?ol (Numancia, Rey Lear ... ), y que se ha llamado TEM, TE, TEC... No en vano Jos¨¦ Carlos Plaza se define como "hombre de escuela", y despu¨¦s todo lo dem¨¢s. Es la escuela que ha dado a Ana Bel¨¦n, Chema Mu?oz, Carlos Hip¨®lito, Paco Vidal, Jos¨¦ Pedro Carri¨®n, Bego?a Valle, Elio Pedregal, Juan Pastor...
No hay desajuste en la convivencia shakespeariana de estas tres escuelas, unificadas en un texto muy bien vertido (Vicente Molina Foix) y un espacio esc¨¦nico sabiamente resuelto (Gerardo Vera) por una direcci¨®n inspirad¨ªsima y rigurosa, en una aut¨¦ntica aventura polif¨®nica, donde la diferencia de sentido de las interpretaciones de G¨®mez, de Closas o de Ana Bel¨¦n no act¨²a contra sus respectivos enfrentamientos, sino que los enriquece. La incoherencia no suele darse entre escuelas distintas, sino en la por desgracia habitual ausencia de cualquier tipo de escuela. Esta armon¨ªa, esta convivencia, este reencuentro, no es, en mi opini¨®n, el rasgo menos destacable de este importante Hamlet.
Rarezas
Es cierto que raras veces pueden unirse hoy en un solo cartel estos nombres no s¨®lo populares, y que este tipo de milagros s¨®lo puede hacerlos posible el teatro p¨²blico. Qu¨¦ da?o le han hecho al teatro la televisi¨®n y el cine, que al demandar c¨®micos para sus (hoy por hoy) banalidades sin tasa, convierten veladas como este HamIet en aut¨¦nticas rarezas. Se dice que Plaza, G¨®mez, Closas, Riaza y Ana Bel¨¦n necesitaban hacer esta funci¨®n. Ah¨ª debe de radicar el sentido de todo, porque los espectadores, ahora lo sabemos, tambi¨¦n necesit¨¢bamos que lo hicieran.
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