La entelequia de la autodeterminaci¨®n
Una de las grandes paradojas de nuestro tiempo es que, cuando se est¨¢ logrando una Europa supranacional, se hacen elecciones al Parlamento Europeo y se intenta estructurar una econom¨ªa com¨²n a nivel continental que compense la debilidad que Europa ofrece por su tradicional divisi¨®n en Estados, empiecen a !urgir aqu¨ª y all¨¢ brotes nost¨¢lgicos de un nacionalismo fragmentado propio de la Edad Media. En Espa?a, los nuevos ep¨ªgonos de Sabino Arana difunden la buena nueva del independentismo sacralizando el concepto de la autodeterminaci¨®n y convirti¨¦ndolo en un derecho. Con la superficialidad con la que acostumbramos por estos lares a tratar cuestiones tanto humanas como divinas, cosa de la que, por cierto, no est¨¢ exenta la Prensa, esta autodeterminaci¨®n, cual nuevo b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s, parece convertirse ya en remedio para catalanes, c¨¢ntabros, gallegos, andaluces y canarios, aunque cada uno la cante con su propio folclor pol¨ªtico-regional.Pujol, entusiasta
Para el se?or Garaikoechea, la autodeterminaci¨®n es "un derecho incuestionable que tienen todos los pueblos". Jordi Pujol deja sus ambig¨¹edades y se apunta entusi¨¢sticamente a tal derecho. El PNV no quiere quedarse atr¨¢s por si en la pi?ata nacionalista puede caer algo. Hasta el presidente c¨¢ntabro, Hormaechea, repuesto ya de sus viejas veleidades franquistas, se convierte a la fe nacionalista, aunque por ahora la considera s¨®lo como una "necesaria utop¨ªa". Menos mal. Excusado es decir que, con toda esta logomaquia, el derecho a la autodeterminaci¨®n es un culto eufemismo tras del que se oculta pura y simplemente la b¨²squeda de la independencia, o sea, una secesi¨®n o separaci¨®n del Estado espa?ol.
Asusta, insisto, que tema tan grave sea tratado en los medios informativos de forma tan irresponsable y ligera. Salvo honrosas excepciones, la t¨®nica general es hablar del derecho a la autodeterminaci¨®n como si se discutiera sobre el sexo de los ¨¢ngeles antes de haber resuelto si existen o no.
Herri Batasuna tiene que saber, pues para ello posee un representante en el Parlamento Europeo, que las Naciones Unidas introdujeron el concepto de autodeterminaci¨®n al referirse a los procesos de descolonizaci¨®n y nunca a los de secesi¨®n. As¨ª, la resoluci¨®n 1.514 de la Asamblea General estipulaba en 1960 que "el romper, parcial o totalmente, la unidad de un pa¨ªs es incompatible con los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas". Los independentistas vascos tergiversan este concepto conscientemente y fundamentan su recurso a la violencia en una secuencia de causas y efectos falsa en todos sus escalones. Consideran la autodeterminaci¨®n un derecho tan obvio como el de expresi¨®n, reuni¨®n o sufragio. Reputan como impresentable a nuestra Constituci¨®n porque lo ignora. Afirman que por tal causa el pueblo vasco la rechaz¨® en refer¨¦ndum y que al tener cerrada la v¨ªa constitucional se ha visto obligado a recurrir a la violencia armada.
La realidad es completamente diferente. Nuestra Constituci¨®n no comprende el derecho a la auto determinaci¨®n, como no lo comprende la de ning¨²n otro pa¨ªs. Fue aprobada por amplia mayor¨ªa en un refer¨¦ndum nacional, por lo que es irrelevante lo que sucediera en una determinada regi¨®n o provincia. Fue aceptada incluso en el Pa¨ªs Vasco por m¨¢s del 90% de los votantes.
Extra?a suma
Para afirmar lo contrario, Herri Batasuna tuvo que recurrir a sumar las abstenciones a los votos negativos. Finalmente, si la Constituci¨®n le cierra el paso a las independencias particulares, tal opci¨®n, en una democracia, debe ser respaldada con votos y no con bombas. Si comunistas, republicanos, anarquistas y franquistas hicieran lo mismo que ETA, Espa?a se convertir¨ªa en un segundo L¨ªbano.
A pesar de todo ello, ya empiezan a aparecer en la Prensa comentarios sobre la posibilidad de llevar a cabo referendos en Euskadi y Catalu?a para que escojan su forma de integraci¨®n -o lo contrario- en la naci¨®n espa?ola. ?Por qu¨¦ una consulta de tal clase? Parece como si las regiones conformaran el pa¨ªs en una especie de r¨¦gimen de propiedad horizontal. Lo que hoy es el Pa¨ªs Vasco, Galicia, Catalu?a o Canarias se ha hecho con el esfuerzo de todos los espa?oles. Recursos humanos, financieros, primeras materias, servicios y tecnolog¨ªas forman un entramado del que no es posible desgarrar una porci¨®n. En todo caso, el refer¨¦ndum tendr¨ªa que ser nacional, como nacional ha sido y es lo que nutre a cada regi¨®n.
Tonter¨ªa pol¨ªtica
A nadie se le puede escapar que permitiendo la secesi¨®n de una regi¨®n espa?ola habr¨ªa luego que incluir en tal derecho a otras muchas. Pretender, pues, que la Constituci¨®n de este pa¨ªs pudiera amparar la asunci¨®n de una v¨ªa legal para la desintegraci¨®n de la naci¨®n cae dentro de la tonter¨ªa pol¨ªtica. Y, por supuesto, no existe en ning¨²n pa¨ªs Constituci¨®n que ampare tal dislate.
A principios de 1988 obtuvimos sobre el particular una extensa informaci¨®n de m¨¢s de una veintena de pa¨ªses que sirvi¨® de base para un art¨ªculo, Autodeterminaci¨®n y ombligo, publicado el 18 de febrero de 1988 en este mismo diario. Sintetizados dichos datos en el cuadro que se inserta, puede estudiarse la forma en la que se aborda el tema de la autodeterminaci¨®n en los pa¨ªses que se comprenden en el mismo. Los que hacen referencia a ¨¦l en sus leyes fundamentales se refieren siempre a un contexto internacional, teniendo gran cuidado en que nunca se ponga en peligro la integridad y la unidad del pa¨ªs. As¨ª hacen, por ejemplo, Portugal, Francia, Estados Unidos o Australia. El caso de la URSS es at¨ªpico por el abismo que existe entre los preceptos de su Constituci¨®n y su realidad pol¨ªtica.
De cualquier modo, insistimos en el cuidado con que los medios informativos deben manipular este conflictivo e interesado concepto de la autodeterminaci¨®n, del que ya dec¨ªa el presidente norteamericano Wilson en 1918: "Is simply loaded with dynamite" ("est¨¢ simplemente cargado con dinamita").
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