A?o nuevo, ajuste duro
EL GOBIERNO ha tomado en los ¨²ltimos d¨ªas una serie de disposiciones que configuran algunos aspectos esenciales de la pol¨ªtica econ¨®mica en 1990. La ¨²ltima de ellas ha sido la pr¨®rroga de los Presupuestos Generales de 1989, al haber impedido el proceso electoral la elaboraci¨®n a tiempo de unos nuevos. Comoquiera que se repiti¨® mayor¨ªa y que el presidente confirm¨® a todos los miembros del anterior Gabinete, parece poco probable que estos ¨²ltimos difieran sustancialmente de los ahora prorrogados. Lo que sorprende es la calma con la que el Ejecutivo parece haberse tomado el asunto; se habla de que los Presupuestos tan s¨®lo ser¨¢n aprobados a finales del pr¨®ximo mes de mayo. Por el momento, y como consecuencia de la reuni¨®n de la Administraci¨®n con los sindicatos, lo que se ha acordado es que los sueldos de los pensionistas y de los funcionarios experimenten un aumento a cuenta del 5%. Tambi¨¦n se ha decidido que la declaraci¨®n de la renta se har¨¢ con arreglo a los mismos criterios que en 1990, por lo que la reforma del IRPF se aplaza hasta 1991, y que los programas de inversi¨®n en infraestructuras seguir¨¢n adelante como estaba previsto.Al mismo tiempo que se tomaban estas decisiones, el Gobierno ha anunciado los objetivos monetarios para 1990, sorprendentemente: poco comentados a pesar de su importancia. Se ha decidido limitar el crecimiento del cr¨¦dito al sector privado a un 10%, con la advertencia de que la consecuci¨®n de este objetivo resulta prioritaria y que, por consiguiente, no se reparar¨¢ en medios para conseguirlo; no resulta por ello aventurado suponer que se mantendr¨¢n los controles cuantitativos. Al mismo tiempo, tambi¨¦n se ha establecido que el crecimiento de la masa monetaria en sentido amplio deber¨¢ situarse en el interior de una banda de 1,5 puntos arriba o abajo de un objetivo central que queda fijado en el 8%. Estas cifras dicen con claridad que el ajuste ser¨¢ duro, por muy moderado que se haya sido en el anuncio de los objetivos. La tesis seg¨²n la cual el crecimiento del 8% de la masa monetaria es compatible con un aumento de la producci¨®n del orden del 4% y del 5,5% al 6% de los precios no tiene credibilidad, al menos si se observan con cuidado las series hist¨®ricas de crecimiento de la producci¨®n, de la oferta de dinero y de los precios. Lo probable es que la restricci¨®n monetaria produzca una ca¨ªda de la actividad hasta tasas reales m¨¢s bajas de lo previsto, del mismo orden que las que registrar¨¢n nuestros socios comunitarios.
Los n¨²meros del Gobierno cuadrar¨ªan mejor si se obtuviese una moderaci¨®n en el aumento de los salarios nominales hasta cifras compatibles con los objetivos monetarios. Tras su anuncio, el margen que queda para el crecimiento real de los salarios depende en buena medida del aumento nominal que se negocie. Si ¨¦ste es moderado podr¨¢ obtenerse un incremento del poder adquisitivo compatible con el crecimiento deseable de la actividad econ¨®mica; si, por el contrario, el aumento nominal fuera importante la restricci¨®n monetaria ahogar¨¢ la econom¨ªa.
Quedan, por ¨²ltimo, algunas inc¨®gnitas por despejar, especialmente la que se refiere al d¨¦ficit exterior de nuestra econom¨ªa. La OCDE, en unas previsiones recientemente elaboradas, prev¨¦ que el d¨¦ficit por cuenta corriente espa?ol alcanzar¨¢ 16.000 millones de d¨®lares en 1990, cifra que equivale al 4% del producto interior bruto. Es cierto que la tasa de crecimiento prevista por la OCDE podr¨ªa superar a la que realmente se obtenga, pero el problema consiste en saber si la restricci¨®n monetaria no llevar¨¢ consigo un aumento de los tipos de inter¨¦s y, por consiguiente, una tendencia a la apreciaci¨®n de la peseta que, por lo menos, dificultar¨ªa el ajuste exterior. La imposici¨®n de limitaciones cuantitativas al crecimiento del cr¨¦dito podr¨ªa permitir, eventualmente, obviar esta dificultad, pero el problema que se plantea entonces es el de la compatibilidad de la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa con el retorno de los m¨¦todos intervencionistas. Las recientes decisiones plantean, en definitiva, una serie de importantes cuestiones que deber¨¢n ser aclaradas en las pr¨®ximas semanas.
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