Al amanecer de un a?o par
Hay un libro en la exacta y escasa bibliograf¨ªa de Gil de Biedma al que regreso con asiduidad y siempre con una extra?a emoci¨®n, con esa ins¨®lita sensaci¨®n de cercan¨ªa que la escritura de este breve e inmenso escritor inev¨ªtablemente provoca. Se trata de El diario de un artista seriamente enfermo, fragmentos de un diario personal.El libro se inicia cuando Gil de Biedma regresaba de Manila, y tras una breve estancia en Barcelona se descubri¨® afectado por una lesi¨®n pulmonar, y relata sobre todo los meses que el poeta pas¨® en un pueblecito segoviano hasta su curaci¨®n a principios del a?o siguiente. Es un diario que describe medio en broma, medio en serio, la vida de un enfermo, pero del que la enfermedad parece haber casi desaparecido por completo, pues se limita a unas breves alusiones. Lo fundamental son las lecturas, los intentos por escribir, los amigos, los encuentros, muchas sensaciones de extra?a y desenvuelta intensidad y el nacimiento de monta?as de preguntas. Es el relato de una maduraci¨®n est¨¦tica y humana, tal vez desperdigado pero siempre sint¨¦tico, repleto de una ternura oculta siempre detr¨¢s del humor y la iron¨ªa, y de un amor tan intenso como el escepticismo que lo controla; y de una prosa tambi¨¦n que por encima de su aparente descuido revela su medida y su intensidad con la envergadura de la verdadera poes¨ªa.
La Escuela de Barcelona est¨¢ya herida de muerte: Gabriel Ferrater, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, artistas en tiempo de miseria e ignorancia, y que se yerguen -y ya lo estaban en vida- como fundamentales y perfectamente vivos para las nuevas generaciones. Gil de Biedma desconfiaba de los a?os impares, pues los considera est¨¦riles, y se ha ido al amanecer de un par y al final de un decenio. Pero su marca quedar¨¢, su huella es imborrable, y su ejemplo, compuesto de silencio y de palabras, de medida, exactitud y elegancia, se revela clave en la evoluci¨®n de la poes¨ªa espa?ola de esta segunda mitad del siglo XX. ?l fue uno de los primeros en recoger la herencia del 27, y abriendo las puertas a la gran poes¨ªa universal enriqueci¨® este legado.
Un lector
Fue un poeta narrativo, claro que s¨ª, y un narrador l¨ªrico, que al tiempo que nos contaba la vida nos contaba tambi¨¦n la poes¨ªa. Para justificar su silencio po¨¦tico durante tantos a?os dec¨ªa que lo normal era leer no escribir. Cuando reflexionaba sobre la poes¨ªa, seg¨²n su propia confesi¨®n, nunca se imaginaba a s¨ª mismo escribi¨¦ndola sino ley¨¦ndola. De ah¨ª su narratividad, y esa sensaci¨®n de cercan¨ªa que siempre causa entre sus lectores. Pues como, se pensaba a s¨ª mismo como lector, siempre estaba pensando en todos nosotros. Por eso cont¨® como nadie. Ninguno de sus poemas ser¨¢ p¨®stumo, aunque todos lo sean ahora, y aunque escribiera uno pens¨¢ndose despu¨¦s de muerto. Y aunque tambi¨¦n escribi¨® contra s¨ª rnism o, en otro c¨¦lebre poema, todo ha resultado al final a su favor ya que supo formalizar el compromiso como nadie. Pues su legado moral, al final, es tan importante como el est¨¦tico, no se olvide.
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