El rostro de la pobreza
INFORMES COMO el realizado por el Equipo de Investigacion Sociol¨®gica (EDIS) a instancias de C¨¢ritas sobre Pobreza y desigualdad en la Comunidad de Madrid no s¨®lo facilitan un mejor conocimiento de la aut¨¦ntica realidad social, sino que ponen en aprietos con ello a quienes se empe?an en hacerse los ignorantes o los despistados sobre la persistencia de amplias bolsas de marginaci¨®n e indigencia en la autosatisfecha sociedad de nuestros d¨ªas. Tales informes tienen por s¨ª mismos un alto valor de denuncia social y pol¨ªtica, convirti¨¦ndose en indispensables contrapuntos a las dosis de triunfalismo que rezuma el discurso oficial sobre la marcha de la econom¨ªa o la bondad sin tacha de las actuales pol¨ªticas redistributivas. En este sentido, el papel que desempe?an asociaciones como C¨¢ritas es encomiable: alertan sobre los peligros que la insolidaridad comporta para la convivencia democr¨¢tica, aun a riesgo de atraerse la antipat¨ªa de los poderosos y hacer m¨¢s arduo su acceso a las subvenciones oficiales.En el caso de Madrid, los resultados del informe de EDIS son una prueba palpable de la profundizaci¨®n del fen¨®meno de la dualizaci¨®n en la actual sociedad espa?ola, en la que un tercio de la poblaci¨®n (los j¨®venes sin trabajo y con escasa educaci¨®n, los parados de larga duraci¨®n, los inmigrantes, marginados diversos, enfermos, minusv¨¢lidos y ancianos con pensiones muy bajas o sin ellas) parece irremediablemente condenado a la exclusi¨®n del sistema productivo. Unos 700.000 madrile?os disponen de menos de 20.400 pesetas por mes para hacer frente a sus necesidades vitales, que es el list¨®n oficial de pobreza (la mitad de los ingresos medios por persona en el pa¨ªs) fijado por la Comunidad Europea. Pero todav¨ªa en este saco de pobreza los hay que son m¨¢s indigentes: 258.000 personas no llegan a las 15.000 pesetas por mes, y otras 160.000 personas, de las que 30.000 confiesan que pasan hambre, est¨¢n por debajo de las 8.000.
Situaciones como ¨¦stas, que afectan adem¨¢s a los grupos m¨¢s desvalidos, ponen en entredicho las pol¨ªticas oficiales, que se justifican mediante el dicho de la ense?anza de la pesca en lugar del donativo del pez. A quienes las padecen hay que procurar ense?arles a pescar, pero mientras tanto hay que darles el pez para que puedan sobrevivir y aprender a manejar la ca?a. No solamente son necesarias nuevas y espec¨ªficas pol¨ªticas redistributivas para combatir el riesgo de marginaci¨®n que se cierne sobre amplios grupos de poblaci¨®n -los salarios de subsistencia o de integraci¨®n se abren camino junto a las f¨®rmulas asistenciales m¨¢s tradicionales-, sino sobre todo impulsar con m¨¢s br¨ªo el mandato constitucional que obliga a los poderes p¨²blicos a promover condiciones favorables para una distribuci¨®n m¨¢s equitativa de la renta nacional. Porque, en definitiva, la profunda y cada vez mayor desigualdad en el reparto de la riqueza generada -los pobres son cada vez m¨¢s pobres, y los ricos, m¨¢s ricos- y la incapacidad de la pol¨ªtica gubernamental para acortar distancias son las causas de las carencias y de las necesidades sociales que ponen a grupos enteros de personas al borde mismo de la pobreza. Situaci¨®n que no s¨®lo afecta a cerca de ocho millones de espa?oles, sino tambi¨¦n a casi 40 millones de ciudadanos de las otras sociedades desarrolladas de la Comunidad Europea.
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