Morir en Panam¨¢
En esta ¨¦poca de confusi¨®n (?es el del Este un proceso democratizador?) casi son de agradecer acontecimientos n¨ªtidos, cuando uno entiende lo que ocurre y sabe con qui¨¦n est¨¢. El de Panam¨¢, pongo por caso. El d¨ªa 5 de enero EL PA?S estaba lleno de pistas: el riguroso y contundente editorial, la foto del marine haci¨¦ndose limpiar las botas por un panamef¨ªo, el art¨ªculo del profesor Ramiro Bretons, Converg¨¦ncia -c¨®mo no- considerando la invasi¨®n muy justificada y apoyando a los USA y ¨¦stos insistiendo en calificar la invasi¨®n de "causa justa".Dir¨ªa que s¨®lo desentonan las cr¨®nicas de su enviado especial. Ya el ¨²ltimo d¨ªa del a?o me sorprendi¨® el contraste -en dos p¨¢ginas enfrentadas, 2 y 3- entre las precisas declaraciones del ministro espa?ol de Exteriores sobre la invasi¨®n y el allanamiento de la Embajada nica y la cr¨®nica del enviado. Y el d¨ªa 5, en una columna de la p¨¢gina 2, asegura que desde la "entrega" de Noriega "este pa¨ªs no ha dejado de ser una continua fiesta de liberaci¨®n (sic), de democracia y de respaldo apote¨®sico a las tropas norteamericanas... ".
Me fascinar¨ªa saber si todos los paname?os participaron en esta fiesta, incluidos los familiares de los centenares muertos y los habitantes de El Chorrillo, si Juantxu Rodr¨ªguez o Maruja Torres habr¨ªan opinado lo mismo.-
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