El poder del Ej¨¦rcito rumano
Los militares controlan gran parte del pa¨ªs tras la ca¨ªda de Ceaucescu
BERNA G. HARBOUR ENVIADA ESPECIAL, "El general Vasile Milea se ha suicidado al ser descubierto traidor". Con este extra?o y rid¨ªculo anuncio, el Telejurnal oficial al rumano intent¨® disimular el pasado 22 de diciembre, horas antes de la huida de Nicolae y Elena Ceaucescu, el asesinato de un ministro de Defensa que fue infiel al dictador. A nadie iba a enga?ar. En ese momento, todos los rumanos supieron que el Ej¨¦rcito apoyaba abiertamente la revoluci¨®n, que ya nada iba a frenar la sacudida tremenda que vibr¨® en Ruman¨ªa. El Ej¨¦rcito perdi¨® entonces un l¨ªder y gan¨® un m¨¢rtir.
Y los militares ganaron tambi¨¦n un poder que hoy se mantiene en todas las esferas de la vida rumana. Nicolae Ceaucescu cre¨ªa tener todo bajo control. La todopoderosa Securitate se infiltraba en cualquier recodo de Ruman¨ªa. Cualquier empresa, cualquier comercio, cualquier bloque de viviendas, toda c¨¦lula humana estaba vigilada, dispon¨ªa de informantes, que a su vez se espiaban los unos a los otros. Si alguno callaba lo que otro sab¨ªa, suspendido. Con ese aparato, el dictador no dud¨® del control. Pero descuid¨® el punto importante, aquel que despu¨¦s inclin¨® el pulso a favor de la revoluci¨®n: el Ej¨¦rcito.Acusaci¨®n de Ceaucescu
En diciembre, Ceaucescu arrebat¨® al Ej¨¦rcito su ¨²ltima misi¨®n importante: el control de las fronteras. Tras la huida de la gimnasta Nadia Comaneci, el dictador traspas¨® tal funci¨®n a la Securitate, acusando de ineficacia a un Ej¨¦rcito ya bastante enfadado.
Por todo ello, Vasile Milea se opuso a obedecer las ¨®rdenes de Nicolae Ceaucescu de disparar contra los manifestantes en Timisoara, tal y como demuestran las actas taquigrafiadas de la ¨²ltima sesi¨®n del comit¨¦ pol¨ªtico ejecutivo del partido comunista, el 17 de diciembre. Horas antes de partir hacia Mil¨¢n en visita oficial, Ceaucescu reuni¨® a la c¨²pula para reprochar la debilidad del Ej¨¦rcito en la represi¨®n de las manifestaciones. Este es un extracto del di¨¢logo:
Nicolae Ceaucescu: "No hab¨¦¨ªs ejecutado las ¨®rdenes. ?Qu¨¦ han hecho tus oficiales, Milea? ?Por qu¨¦ no han disparado? Ten¨ªan que disparar a las piernas".
Milea: "No les di municion
Nicolae: "Hab¨¦is traicionado los intereses del pa¨ªs. Dije que hicierais disparos de advertencia y despu¨¦s a las piernas". Elena: "Ten¨ªais que disparar contra ellos. Para que caigan, para cogerles y llevarles despu¨¦s a los s¨®tanos, para que no pudiera salir ninguno".
Poco despu¨¦s, Nicolae Ceaucescu propone su destituci¨®n. Algunos presentes objetan y el dictador se enfada. Seg¨²n cont¨® uno de ellos al diario Adevarui, ¨¦ste salt¨® de la silla, tir¨® los papeles en un acceso de furia y dijo: "Entonces tendr¨¦is que elegir otro secretario general". Elena le calm¨®, y exigi¨® a Milea que pidiera disculpas. ?ste no lo hizo, sino que dijo: "Yo no entend¨ª que usted ordenara que se disparara. En todo caso, estuve buscando la noche pasada en todos los reglamentos militares y no encontr¨¦ ninguna disposici¨®n que diga que el Ej¨¦rcito del pueblo tiene que disparar contra el pueblo". Milea dur¨® con vida tres d¨ªas m¨¢s.
Y as¨ª, el Ej¨¦rcito, desde la c¨²pula hasta los soldados, se opusieron desde el principio al aplastamiento de los sublevados y se fueron sumando grad¨¹almente a ¨¦stos. Desde el d¨ªa 22, el d¨ªa del triunfo de la revoluci¨®n, comparten asiento, de una forma sospechosa, con los miembros del Frente de Salvaci¨®n Nacional. En ministerios, Gobiernos locales, en la justicia, en tareas de suministro, en protecci¨®n, polic¨ªa y Ej¨¦rcito, unificados ahora bajo las ¨®rdenes del Ministerio de Defensa, controlan gran parte de la vida nacional.
Fiscales militares instruyen las causas de los cientos de colaboradores de Ceaucescu que van a empezar a ser juzgados esta semana. Tribunales militares extraordinarios de cinco miembros, van a juzgar a los acusados de complicidad con el genocidio, delito contemplado en el C¨®digo Penal rumano. As¨ª lo decidi¨® el Frente por decreto.
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