Chejov a la rom¨¢ntica
Tres hermanas es una de las ¨²ltimas obras de Chejov (1901); trabaja ya unido al Teatro de Arte de Mosc¨² -Stanislawski-, estaba seguro de cu¨¢l ten¨ªa que ser su escritura teatral y la calidad del mensaje que quer¨ªa llevar al p¨²blico, y preparaba la que ser¨ªa su obra maestra, El jard¨ªn de los cerezos (1904); pero en Tres hermanas, por lo que ¨¦l dec¨ªa, por las notas y recuerdos de sus colaboradores, por el mismo an¨¢lisis de la obra, estuvo presente con la m¨¢xima profundidad su dramaturgia: una manera indirecta de cifrar algunas ansiedades humanas, y la angustia por el misterio de la vida, de la muerte y del amor, en unos comportamientos sencillos, humildes; en un grupo de personajes que apenas transitan por la vida, pero s¨ª la vida por ellos. Los acontecimientos son lejanos: o est¨¢n en un pasado -que no acaban de ver como terminado- o en una distancia -el incendio-; en ese grupo hay relaciones de amor y desamor, de poder y sumisi¨®n. Pero todo ha de transcurrir con naturalidad, con intimidad. Fue la base del teatro moderno -de entonces- y coincidi¨® con los principios del Stanislawski genuino. As¨ª se ha hecho siempre, aunque muy frecuentemente cubierto con un velo de nostalgia; visto como pasado desde nuestro tiempo. M¨¢s o menos as¨ª lo hizo Visconti, que fue siempre muy chejoviano.Luca Ronconi pone el velo entre el escenario y el espectador, con mayor o menor espesura seg¨²n las luces, y ¨¦stas seg¨²n las situaciones psicol¨®gicas. Ha transformado el naturalismo en un cierto romanticismo declamatorio, aun respetando el texto -cuatro horas con esta prosodia-, con reminiscencias de la Bertini o de Emma Grammatica: a la italiana. Sobre todo en las mujeres, te?idas a veces por lo que parece un ramalazo de locura m¨¢s que de desesperanza.
Tres hermanas
De Anton Pavlovich Chejov. Traducci¨®n al italiano de Carlo Grahber. Int¨¦rpretes: Luciano Virgilio, Micaela Esdra, Marisa Fabbri, Franca Nuti, Annamaria Guarnieri, Gianni Garko, Lino Troisi, Mauro Avogadro, Toni Bertorelli, Ivo Garrani, Peppe Barile, Antonio Puntillo, Franco Mezzera, Evelina Gori. Escenograf¨ªa: Margheritta Palli. Vestuario: Vera Marzot. Direcci¨®n: Luca Ronconi. Teatro Mar¨ªa Guerrero, 14 de enero.
Buen reparto
Cuenta con buenas actrices y buenos actores, y su forma de dirigirlos es excelente, pero siempre con esa finalidad que aleja a Chejov algo m¨¢s en lugar de aproximarlo. Se produce una discordancia o un malestar: lo que est¨¢ escrito muy voluntariamente para unos efectos que se pretend¨ªa relatar sin la teatralidad (en el mal sentido en el que la aplicaban sus contempor¨¢neos) se teatraliza; las intimidades se gritan como si se quisieran hacer p¨²blicas, y la delicada psicolog¨ªa original de cada personaje se agrupa en todos ellos, aunque alg¨²n mon¨®logo la conserve. Una vez m¨¢s no quisiera que se confundiesen estas observaciones con un purismo extremado, sino con una mera anotaci¨®n real: lo que se dice no corresponde a c¨®mo se act¨²a, ni la sobriedad de la obra corresponde a algunos alardes esc¨¦nicos, a los cambios de puntos de vista del espectador por el movimiento aut¨®nomo de muebles y de paneles que convierten la escena en la casa de un espiritista loco. Grandes actrices, grandes actores, con poderes de voz y de matiz, van equivocados por este camino. Quiz¨¢ sea el lejano gusto de Ronconi por la ¨¦pica el que le ha llevado a tratar as¨ª a Chejov, o el m¨¢s simple de querer marcar un tono nuevo a lo conocido y a los precedentes mundiales, y especialmente italianos, de contar la obra.La longitud, probablemente el idioma, y la creencia de que una segunda parte no iba a aportar nada nuevo a lo visto en la primera hizo que muchos espectadores se fueran en el primer entreacto: algunos de ellos, personas conocidas por su adicci¨®n a la cultura. Entre la mayor¨ªa que se qued¨® hubo alguna protesta aislada al final, pero la mayor¨ªa aplaudi¨® incluso, con entusiasmo, a este excelente grupo de actores, y demostr¨® que Ronconi les hab¨ªa parecido muy acertado en su transcripci¨®n.
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