El sensacional Ruggero Raimondi
Una de las m¨¢s altas jornadas de nuestra temporada musical l¨ªrica ha sido la protagonizada por el extraordinario bajo cantante Ruggero Raimondi con la Orquesta del Conservatorio de Mosc¨², celebrada el mi¨¦rcoles en el Auditorio Nacional. Nuestro ambiente musical es raro, y a veces parece desorientado, y un dato m¨¢s ser¨ªa la inexplicable ausencia en semejante fiesta de muchos autoproclamados amantes apasionados del canto y de la ¨®pera. Quiz¨¢ la "creaci¨®n de imagen" ha funcionado en este caso con menor fuerza y efectividad que en tantos otros.Sucede que Raimondi celebra sus bodas de plata con el canto, pues se present¨® a los 23 a?os en Spoleto cantando el 'Colline' de La boh¨¨me, despu¨¦s de ganar el premio convocado en dicha hist¨®rica ciudad. Inmediatamente pas¨® a Roma para cantar, bajo la direcci¨®n de Lavazzeni, V¨ªsperas sicilianas. Para celebrar tan importante acontecimiento biogr¨¢fico, Raimondi emprendi¨® a primeros de enero una gira, iniciada en la ¨®pera de la Bastilla de Par¨ªs y que terminar¨¢ el primero de abril en Mosc¨². Entre las dos fechas, 27 ciudades de 10 pa¨ªses aplauden y aplaudir¨¢n al extraordinario artista bolo?¨¦s hijo de una regi¨®n, la Emilia, que adem¨¢s ha dado a la l¨ªrica figuras como Pavarotti, Mirella Freni y Katia Ricciarelli. Tiene el gran int¨¦rprete de Boris Gudonov algunos rasgos comunes con el arte de Freni: pureza de emisi¨®n y de estilo, emocionante belleza de timbre, alt¨ªsima calidad y unas dotes teatrales innatas que con vencieron, en el caso de la soprano como en el del bajo, a Karajan. Despu¨¦s el realizador cinematogr¨¢fico Losey eligi¨® a Raimondi cuando llev¨® a la pantalla Don Giovanni.
Ruggero Raimondi, bajo
Orquesta del Conservatorio de Mosc¨².Director: L. Nikolaiev. Obras de Glinka, Rimski, Borodin, Mussorgski, Chaikovsi, Verdi y Rossini. Auditorio Nacional. Madrid, 7 de febrero.
Arias
Los recitales de arias intercaladas con fragmentos orquestales suelen ser dif¨ªciles de enhebrar. La otra tarde consigui¨® Raimondi hacer de la variada sucesi¨®n un todo unitario, no s¨®lo por cuanto hace en Verdi, en Mussorgski, Rimski, Dinka o Rossini, sino tambi¨¦n por una motivaci¨®n psicol¨®gica. Cuando no escuchamos cantar a Raimondi, est¨¢bamos deseando escucharle, de manera que la presencia del cantante en el p¨²blico fue continua. Si tuvi¨¦ramos que se?alar tres momentos cimeros de su magn¨ªfica intervenci¨®n, no dudar¨ªamos en escoger el aria de Felipe II del Don Carlos, la muerte de Boris y la calumnia de El barbero de Sevilla, sin que por ello olvidemos, ni mucho menos, el aria de Sadko, el mon¨®logo de Ivan Susanin o el aria 'Infelice...' de Ernani.Ruggero Raimondi, en plenitud de facultades, capaz de notas graves preciosas, redondas y mantenidas y de un registro agudo coloreado y ¨¢gil, emociona porque ¨¦l mismo siente emoci¨®n. En cierta ocasi¨®n contaba que despu¨¦s de interpretar la muerte de Boris, uno de sus papeles favoritos, se desvaneci¨®. Quiz¨¢ de tan ver¨ªdico sentimiento procede la fuerza comunicativa de este artista singular. Cuando apareci¨® en la escena oper¨ªstica todos recordaron un antecedente, por voz y por estilo: el del milan¨¦s Cesare Siepi (1923). Entonces pod¨ªa parecer algo inaccesible, pero hoy Raimondi nos hace olvidar cualquier precedente por ilustre que sea, aunque podamos observar coincidencias afectivas con la expresi¨®n de un Ghiuselev y analog¨ªas de nobleza y gallard¨ªa con un Ghiaurov.
Sustancialmente teatral, todas y cada una de las versiones de Ghiaurov superaron la ¨®pera en concierto para ofrecernos algo as¨ª como una escena imaginaria, no por ello menos viva y actuante. El repertorio largo de bellezas acumuladas por Raimondi entusiasm¨® al p¨²blico y en el ¨¦xito particip¨® la orquesta estudiantil del Conservatorio de Mosc¨², llevada con ritmo, exactitud y fogosidad por el maestro Leonid Nikolaiev, que hizo brillar oberturas, intermedios y danzas de Mussorgski, Chaikovski, Borodin, Verdi y Rossini.
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