La cortina de humo
En el a?o 1988 se registraron oficialmente en Espa?a 4,7 millones de contratos de trabajo. De ellos, s¨®lo un 8% lo fueron con la modalidad de contrato fijo. El resto lo fue en alguna de las 16 variantes de contratos precarios existentes. En 1989 el n¨²mero de contratos se acerca a los 5,5 millones, de los cuales s¨®lo un 6% han sido fijos. En los ¨²ltimos cinco a?os se han hecho 20 millones de contratos en Espa?a.Cifras de la magnitud descrita, en un pa¨ªs con poco m¨¢s de 11 millones de personas en la poblaci¨®n asalariada -de ellas dos millones y medio en el paro-s¨®lo pueden entenderse por el car¨¢cter ef¨ªmero de los contratos de trabajo, lo que, unido a la enorme diversidad.de modalidades y a la carencia del m¨ªnimo control exigible, origina que no s¨®lo seamos el pa¨ªs de la Comunidad Europea con m¨¢s paro y m¨¢s inseguridad en el trabajo, sino tambi¨¦n en cuanto al fraude en la contrataci¨®n.
Ante un panorama como ¨¦ste, cuya gravedad social venimos denunciando hace a?os, los sindicatos intentamos corregirlo mediante la actuaci¨®n en sus dos vertientes: disminuir la precariedad y luchar contra el fraude. Precisamente por entender que el llamado Plan de Inserci¨®n Laboral de los J¨®venes agravaba todav¨ªa m¨¢s la situaci¨®n, la huelga general del 14 D tuvo en el rechazo de dicho plan una de las principales banderas.
En los primeros meses de 1989 se puso en marcha la Mesa del Empleo. En varias de aquellas reuniones tripartitas los sindicatos expusimos el problema y algunas medidas para paliarlo. La patronal se opuso a todas nuestras propuests, lo que sin duda fue decisivo en el fracaso de aquellas negociaciones.
Cuando el pasado 31 de enero llegamos a un acuerdo con el Gobierno, s¨®lo nos aproximamos moderadamente al problema. Es preciso subrayar que en la actuaci¨®n sobre las causas -la injustificada e injustificable selva de contratos precarios posiblesno avanzamos pr¨¢cticamente nada. En cuanto a los efectos -el amplio fraude-, conseguimos que all¨ª donde hubiera representantes sindicales de los trabajadores el empresario habr¨ªa de entregar una copia incompleta de los contratos que realizase -los datos que pudieran afectar a la intim¨ªdad del trabajador quedar¨ªan excluidos-, sin que esa entrega tuviera otro valor que el informativo. El problema para el empresario podr¨ªa venir si en caso de fraude tuviera sanci¨®n de las autoridades laborales, como prev¨¦ la legislaci¨®n vigente.
Ataque empresarial
Pues bien, este discreto acuerdo entre Gobierno y sindicatos ha sido tildado por la CEOE como el ataque m¨¢s grave a la libertad de empresa habido desde que en Espa?a iniciamos la transici¨®n a la democracia. Afirman que es inconstitucional (en esa l¨®gica tambi¨¦n lo ser¨ªan varios art¨ªculos del Estatuto de los Trabajadores, en especial los que hablan de los derechos de los delegados de personal y, miembros de comit¨¦s de empresa). Al ministro de Trabajo lo acusa la CEOE de estar alcohol¨ªzado -suscribi¨® el acuerdo "en un ataque de delirium tremens"-. A los sindicatos nos Rama ladrones -"cogemos la caja y salimos corriendo", practicamos "la mordida social"- Dicen que volvemos al nacionalsindicalismo; que creamos la figura del comisario en la empresa. Se disponen a una campa?a internacional contra el Gobienio. Advierten que van a dejar de contratar...
En los medios de comunicaci¨®n la reacci¨®n ante este aviso de apocalipsis han sido algunos editoriales m¨¢s bien a favor de la patronal, y en general ciertas muestras de comprensi¨®n ante su enfado. De ah¨ª que las muy graves frases del m¨¢ximo representante de la CEOE no hayan merecido un an¨¢lisis serio. Tampoco ha habido los an¨¢lisis que el caso requiere, tendentes a distinguir cu¨¢l es el filo real de esta brutal reacci¨®n de la patronal y qu¨¦ tiene de cortina de humo el asunto de la contrataci¨®n.
No puede minimizarse el alcance de la reacci¨®n patronal. Tampoco puede atribuirse a ligereza en el lenguaje las afirmaciones que han hecho. Tendr¨ªamos que ser muy inconscientes si crey¨¦semos que es simple fruto de la visceralidad, por ejemplo, que el se?or Cuevas llame alcoh¨®lico al representante del Gobierno en la negociaci¨®n, el Ministro de Trabajo, que le urja una reuni¨®n e imponga el car¨¢cter de ¨¦sta..., y el d¨ªa del encuentro se vaya a Galicia a celebrar el triunfo de Fraga en aquella Comunidad.
Conste que soy de los que piensan que es bueno ante tanta confusi¨®n sobre qui¨¦n es qui¨¦n en nuestro pa¨ªs que el se?or Cuevas haya recordado cu¨¢l es el estilo y las posiciones de la derecha de siempre. Que nadie piense que sin ser muy representativo de los intereses de la derecha econ¨®mica podr¨ªa ocupar la m¨¢xima representaci¨®n de la CEOE.
La desproporci¨®n entre el alcance real de lo acordado entre el Gobierno y los sindicatos y la parafernalia desatada por la patronal obedece en primer lugar a una advertencia dura al Gobierno para que no contin¨²e por el camino de negociar la Propuesta Sindical Prioritaria (PSP) de CC OO y UGT. La PSP es la concreci¨®n de diversos contenidos del necesario y posible giro social que demandamos. La oposici¨®n de la derecha a ese giro es radical. Lo acaba de demostrar.
Pero ni siquiera eso es suficiente para explicar que se intente transformar en cruzada nacional e internacional el tema de los contratos. Dicho sin rodeos, todo apunta a que estamos presenciando la sincronizaci¨®n del acoso y derribo a que la derecha m¨¢s genuina, la representada por el Partido Popular, est¨¢ sometiendo al Gobierno y al PSOE, con el acoso a que empieza a someterlo la derecha econ¨®mica.
Repudio estructural
Suponemos que el Gobierno y el PSOE ser¨¢n conscientes de que los principales beneficiarios de su pol¨ªtica econ¨®mica inician abierta y decididamente su repudio; que no por casualidad lo hacen cuando el cr¨¦dito pol¨ªtico del PSOE est¨¢ bajo m¨ªnimos y sin f¨¢cil recuperaci¨®n a corto plazo; que ese repudio ha pasado a ser estructural, irreversible.
El doble acoso de las derechas y la falta de entrenamiento del PSOE para actuar como partido en la sociedad produce el lamentable espect¨¢culo de que un antiguo colaborador del sindicato vertical franquista ofenda a sus dirigentes m¨¢s conocidos y con mayores responsabilidades institucionales sin que el partido diga esta boca es m¨ªa.
Por otra parte, el resurgir de la derecha debiera restar ah¨ªnco en la actitud de Izquierda Unida, que aparece demasiado interesada en trasladar a Espa?a la experiencia de la catarsis griega. Da la impresi¨®n de que se sigue aplicando la idea de Anguita de que la derecha no es problerna".
Sea como fuere, los sindicatos estamos emplazados al envite que la patronal ha echado. Para ello habremos de empezar por persuadir al Gobierno de que conviene que continuemos negociando razonablemente la PSP, sin m¨¢s reuniones a tres bandas que las estrictamente necesarias. Porque la CEOE ha dejado claro que no piensa negociar, sino boicotear la PSP.
Habremos de dialogar con cuantos empresarios podamos para convencerlos de que sabemos que los dirigentes de su organizaci¨®n est¨¢n utilizando lo del control de la contrataci¨®n como se?uelo de perdices, pero que su objetivo es practicar la caza mayor: reducir los plazos para reemplazar en el Gobierno al PSOE por el Partido Popular.
Habremos de dirigirnos intensa y extensamente a los trabajadores para explicarles y debatir con ellos la situaci¨®n, el alcance de lo hasta ahora conseguido y la manera de contrarrestar la embestida de la patronal. En este sentido la clave es convertir el a?o 1990 en el a?o en que mejores convenios colectivos hayamos firmado en mucho tiempo.
Habremos, en fin, de perseverar en nuestra unidad en la acci¨®n sindical. Entre otras muchas razones porque ya con los hechos y los avances reivindicativos concretos y tangibles ha demostrado ser el mejor instrumento que tienen los trabajadores para la defensa de sus intereses. De paso podemos indirectamente contribuir a que la izquierda pol¨ªtica corrija algunos de sus notables errores y carencias.
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