El cine norteamericano acapara las sesiones iniciales
Costa Gavras presenta 'Caja de m¨²sica', con Jessica Lange
Tres filmes estadounidenses acapararon las sesiones de la noche del viernes y de ayer, s¨¢bado. Esto confirma que desde hace dos a?os la Berlinale se ha convertido en un ensayo general de los oscar. De las tres pel¨ªculas, s¨®lo una, Caja de m¨²sica, dirigida por el griego Costa Gavras e interpretada por Jessica Lange, quienes vinieron ayer Berl¨ªn a defender su trabajo, merece la pena: tiene fuerza y, pese a estar lejos de la perfecci¨®n, conmueve y llega muy dentro.
De la primera pel¨ªcula, Magnolias de acero, nada bueno hay que decir. Dar¨¢ dinero f¨¢cil y har¨¢ caer l¨¢grimas no menos f¨¢ciles, de esas que saben a alm¨ªbar y huelen a perfume de rosa. Sally Fields, Shirley MacLaine, Olympia Dukakis y Daryl Hannah son las guindas de esta dulzona tarta de aldea norteamericana. Todas ellas acudieron a Berl¨ªn a defender su indefendible pel¨ªcula, mientras el director, Herbert Ross, tambi¨¦n presente, no pareci¨® darse cuenta de cu¨¢nto esfuerzo y minuciosidad ha puesto en lograr semejante tonter¨ªa.?Por qu¨¦ un Festival que presume de estar comprometido con las miserias de su tiempo comienza con este monumento de cursiler¨ªa? La segunda pel¨ªcula, Caja de m¨²sica, contest¨® a esta engorrosa pregunta: no todo es perfumer¨ªa barata en Hollywood. Hay tambi¨¦n pel¨ªculas que huelen a seres humanos, y ¨¦sta es una de ellas. Joe Esterhas escribi¨®, y muy bien, la pel¨ªcula; y Costa Gavras la dirigi¨® correcta e inteligentemente, pero como casi siempre dejando a las im¨¢genes ir a la zaga del gui¨®n, lo que quita a este filme una grandeza que pod¨ªa haber tenido y no tiene. Pero lo que s¨ª salta hacia arriba en Caja de m¨²sica es el d¨²o padre-hija que mantienen el actor austr¨ªaco Armin Mueller Stahl y la, cada d¨ªa m¨¢s actriz y menos estrella, Jessica Lange.
D¨²o antol¨®gico
?l es un viejo exiliado nazi, acusado de salvajes cr¨ªmenes, que lleva 37 a?os refugiado en EE UU. Ella es una abogada dispuesta a demostrar la inocencia de su padre. El d¨²o entre ambos es antol¨®gico y de gran complejidad. Los itinerarios ps¨ªquicos de ambos personajes son inversos, y, sin embargo, misteriosamente coincidentes: ¨¦l arroja sombras donde ella pone luz; ¨¦l cierra la memoria all¨ª donde ella la abre. Toda la pel¨ªcula es ese forcejeo tenso y finalmente tr¨¢gico entre padre e hija, un forcejeo que encubre -y esto es tal vez lo mejor del filme- una hermosa y desoladora historia de amor imposible.Si Esterhas y Costa Gavras traen a primer t¨¦rmino las sombras actuales del fascismo pasado, Harold Pinter con la pluma y Volker Schol?ndorf con la c¨¢mara pretenden desvelar los rasgos del fascismo futuro. Estamos ya en la tercera pel¨ªcula estadounidense, Historia de una servidora, artificiosa f¨¢bula futurista, en la que entran en colisi¨®n el escritor brit¨¢nico, que tiene olfato para el absurdo y la iron¨ªa, y el director alem¨¢n, que carece por completo de olfato para ambas cosas.
Manejan la hip¨®tesis de que en el universo puritano y rosa creado por la era Reagan-Bush en Estados Unidos se ha sembrado ya la semilla del fascismo y que ¨¦sta semilla crecer¨¢. No es una idea nueva ni tiene nada de inveros¨ªmil. Pues bien, escrita por Pinter y filmada por Schol?ndorf, esa verosimilitud queda triturada. No hay manera de entender qu¨¦ demonios hacen juntos, salvo estorbarse rec¨ªprocamente, el admirable guionista de El coleccionista y el no menos admirable director de El tambor de hojalata.
El p¨²blico berlin¨¦s es maestro en el arte del abucheo. El idioma alem¨¢n a?ade sonoridades contundentes a esta maestr¨ªa. Si los ecos de un berlin¨¦s enfadado con una pel¨ªcula se oyen en Londres, es de presumir que los de 3.000 berlineses juntos y api?ados en el Zoo Palast llegaron ayer a la mism¨ªsima California. Pero esos 3.000 energ¨²menos vociferantes fueron los mismos que tres horas antes ovacionaron con elegancia a la conmovedora Jessica Lange de Caja de m¨²sica.
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