Un respeto a la libertad
Una de las primeras cosas que o¨ª sobre el Opus Dei fue que son gente "que van a por los guapos y los listos". La verdad es que me hizo gracia y pens¨¦ que, por lo menos, ten¨ªan buen gusto.Era en Bilbao, en Las Arenas, donde hab¨ªa un colegio de chicos, Gaztelueta, obra corporativa del Opus Dei, reconocido como uno de los mejores, al que iban casi todos mis amigos. No conoc¨ªa absolutamente nada de su organizaci¨®n. Tuve noticia de unos cursos de retiro espiritual, que llegaron a estar bastante de moda en Neguri y sus alrededores. Era algo que, en los a?os sesenta, en pleno invierno, hab¨ªa que hacer.
Por aquella ¨¦poca, cuando por fin decid¨ª apuntarme a uno de esos retiros, en un hostal, alguien me dijo con la misma frivolidad absurda con la que me iban llegando noticias sobre la Obra: "Sobre todo, f¨ªjate en lo bien arregladas que van..." As¨ª conoc¨ª el Opus Dei.
En 'versi¨®n original'
Fui a aquel retiro con un grupo de amigas m¨ªas, para enterarme del tema en versi¨®n original. Ten¨ªa ya en la cabeza la idea de ser periodista que, sin duda, supone una curiosidad universal y empe?o por ir a las fuentes, sin quedarse en rumores y chismes. Lo que se dec¨ªa del Opus Dei empezaba a intrigarme. Adem¨¢s de tonter¨ªas sin importancia, se comentaban otras del mismo calibre, pero con mucha peor idea: que era s¨®lo para una clase social, que pones un pie y te pescan, que te lavan el cerebro, que es algo secreto. Al mismo tiempo, otras personas -tampoco de la Obra- me hablaban de que era algo francamente bueno y espiritual.
No puedo decir que llegu¨¦, o¨ª, y... ca¨ª deslumbrada. Desde que conoc¨ª en directo el Opus Dei hasta el d¨ªa en que decid¨ª ser de la Obra pasaron cinco o seis a?os. Realidad que no quita decir, en honor a la verdad, que aquellos tres d¨ªas me dejaron totalmente admirada. Aprend¨ª un modo nuevo de enfocar la vida cristiana. No se trataba de una visi¨®n tenebrista, negativa, truculenta y horrible, sino de comprender un punto fundamental y decisivo: que Dios nos ha dado la vida para algo tan positivo, tan atractivo, tan al alcance de cualquier fortuna, como es llenarla de amor. Primero a Dios, y como consecuencia a los dem¨¢s.
No hac¨ªa falta ser especialmente inteligente para captar que ese mensaje, sencillo y profundo, era el mismo para guapos y feos, listos y menos listos, pobres y ricos. Lo que all¨ª nos repitieron con machaconer¨ªa es que todos, sin excepci¨®n, estamos llamados por Dios a ser santos, en medio del mundo, a trav¨¦s del trabajo, cada uno en su sitio. ?se era el secreto del Opus Dei... Secreto que hac¨ªa diana en quienes lo escuch¨¢bamos por primera vez y que se presentaba como un ideal atractivo, pero exigente, porque ese tomarse en serio la vocaci¨®n cristiana supon¨ªa un s¨ª, con todas sus consecuencias, a la generosidad y el correspondiente no a una vida f¨¢cil, el ego¨ªsmo, a ese pacto tan frecuente con la mediocridad.
Las habladur¨ªas sobre la Obra me parec¨ªan cada vez m¨¢s est¨²pidas. Poco despu¨¦s me matricul¨¦ en la universidad de Navarra y segu¨ª comprobando, de primera mano, la verdad del Opus Dei, en contraste con variopintos comentarlos que se iban sucediendo: en una ¨¦poca se dec¨ªa que todos en la Obra eran ricos; poco despu¨¦s, cuando hubo tres ministros en el Gobierno, algunos pretend¨ªan hacernos creer que todos eran adictos al r¨¦gimen... Ya entonces, la Obra se hab¨ªa extendido por el mundo. Yo hab¨ªa terminado mi carrera -era ya del Opus Dei- y empezaba a conocer personas de la Obra en Londres, en Nairobi, en Colonia...
En la fogosidad de los pocos a?os, me enfurec¨ªa que, por el hecho de que tres personas que, por profesi¨®n y por sus convicciones, trabajaran en un Gobierno determinado, nos implicaran a todos y nos metieran en el mismo saco a blancos y negros, a mayores y j¨®venes, conservadores y liberales y a gente absolutamente ajena al r¨¦gimen.
Incomprensiones
"?Por qu¨¦ no dejan de una vez la pol¨ªtica esas personas y as¨ª nos quedaremos todos tranquilos?", dije una vez a un director de la Obra, cansada de malentendidos e infundios a costa del tema pol¨ªtico. Con cari?o, pero con firmeza, me contest¨®: "?Qu¨¦ m¨¢s quisieran los que lanzan esas calumnias! Lo ¨²nico que pretenden es que dejemos de respetar algo que es esencial en el Opus Dei: la libertad de sus miembros. Adem¨¢s, la esencia de la vocaci¨®n a la Obra es que cada uno se esfuerce por ser un buen cristiano en su trabajo, en su sitio. El pol¨ªtico en el Parlameto, el minero en la mina, la secretaria en su empresa, el profesor en su c¨¢tedra". Han pasado muchos a?os, y han pasado muchas cosas en esos a?os.
El desarrollo de la Obra en pa¨ªses de los cinco continentes, y dentro de cada una de esas naciones entre personas de los diversos ambientes, hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil que alguien pueda decir que el Opus Dei es de un pa¨ªs o de un grupo social. Sin embargo, se repiten las incomprensiones hacia el Opus Dei por parte de quienes no entienden o no quieren entender la libertad para entregarse a Dios por entero y servir a los dem¨¢s. No se niega en teor¨ªa ese derecho, pero en la pr¨¢ctica se juzga que, a quien lo hace, deben haberle comido el coco.
En esa l¨ªnea, a algunos les parece inadmisible que hoy en d¨ªa haya mujeres a las que el trabajo del hogar les resulte gratificante y que quieran dedicarse a esa tarea. Tampoco entienden que se pueda tener como ideal de vida el servicio a los dem¨¢s. En una sociedad en la que se multiplican como hongos las empresas de servicios, resulta curiosa e Il¨®gica esa mentalidad que minusvalora, empeque?ece y presenta como servil el trabajo dom¨¦stico, cuando es evidente que en el mundo fr¨ªo y deshumanizado en el que vivimos es de una necesidad vital.
Libertad de los dem¨¢s
Cualquier trabajo profesional busca ser de utilidad a los dem¨¢s. ?Por qu¨¦, entonces, esos denuestos a quienes con una mentalidad moderna y clara visi¨®n de futuro, han elegido libremente hacer de su vida una estupenda aventura de servicio?
Me contaron, siguiendo el hilo de mi trayectoria personal en esta cadena de recuerdos, que el fundador del Opus Dei, en una de esas ¨¦pocas de calumnias contra la Obra, lleno de paz, con un profundo sentido cristiano, unido a su proverbial sentido com¨²n y a su sentido del humor, aconsej¨® repetir con fe una oraci¨®n muy corta: Cor Iesu Sacratissimum dona nobis pacem. Es decir, la tradicional petici¨®n de paz a Dios, que ¨¦l matizaba as¨ª: "Pedir paz para vuestras almas, paz para el mundo y... ?que nos dejen en paz!".
Esa actitud de respeto hacia la libertad de los dem¨¢s fue un rasgo destacado de la personalidad de monse?or Escriv¨¢ de Balaguer y es tambi¨¦n una caracter¨ªstica del esp¨ªritu del Opus Dei. "Procuramos trabajar por Dios, defendiendo la libertad personal de todos los hombres. ( ... ) Soy muy amigo de la libertad y de que cada uno siga su camino", coment¨® en una ocasi¨®n al corresponsal del Time, "pero es evidente", segu¨ªa, "que tenemos el derecho a ser respetados".
El 14 de febrero se cumplen 60 a?os de la fecha en que monse?or Escriv¨¢ comenz¨® el Opus Dei entre las mujeres. Este aniversario me ha hecho recordar nuevamente mi encuentro personal con la realidad de la Obra.
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