Con el miedo en el cuerpo
A medida que se acercaba la media noche, el Santiago Bernabeu se parec¨ªa cada vez m¨¢s al Chamart¨ªn de las semifinales de la Copa de Europa. Aqu¨¦l que empieza so?ando con su trofeo predilecto, recibiendo al equipo con bengalas de gloria, y termina mudo, silencioso, hipnotizado por el rival.Ese equipo tiene nombre de campe¨®n, estrellas centenarias en millones, piernas dignas de Hollywood, pero un entrenador poco valiente y un central de feria. Ese conjunto, el campe¨®n, provoc¨® la euforia en los grader¨ªos durante 54 minutos y hasta le hizo creer a su gente que, 16 a?os despu¨¦s, le devolver¨ªan a Cruyff aquella mano de goles tan a?orada por la afici¨®n azulgrana.
Llegado el 3-0, el estadio, sus habitantes y los hombres de blanco creyeron haber acabado ya con la Liga, enterrado al eterno aspirante y poco menos que fulminado al Profeta del Gol.
Pero all¨ª, sobre el c¨¦sped, hab¨ªa un hombre dispuesto a morir, a demostrar una vez m¨¢s que est¨¢ siendo maltratado por su entrenador. Se llama Julio Salinas. Le llaman El Largo, pero huele a Pichichi. Anoche decidi¨® capitanear ¨¦l solito a un equipo que, por orgullo, se resist¨ªa a morir.
Ese muchachote, que tiene un mill¨®n de chicas guardadas en el armario, le dio la espalda a Ruggeri y le gui?¨® el ojo a sus compa?eros como diciendo "dejarlo de mi cuenta". Sus amigos sacaron de sus casillas y posiciones a Hierro y Sanchis, las dos torres gemelas blancas, y dejaron al argentino s¨®lo ante el. peligro.
Julio, que ya maltrat¨® a Ruggeri en el Camp Nou, decidi¨® ser el nueve que siempre ha so?ado, el mismo que levant¨® el 0- 1 de la Copa ante el Valencia, el mismo que se niega a reconocer Cruyff. Cuando Ruggeri pidi¨® auxilio, El Flaco llevaba ya uno. Cuando Toshack se dio cuenta de que aquello se le hund¨ªa, Julio hab¨ªa colocado el aterrador 3-2.
Ese chico mereci¨® salir a hombros. Y esa afici¨®n, que tan merecidamente se inclina ante Hugol, debi¨® gritarle "?torero!". Porque Julio logr¨® el empate, aunque el ¨¢rbitro lo anulase, y estrell¨® un bal¨®n en el poste que meti¨® el miedo en el cuerpo del personal.
Julio, Salinas, El Largo, demostr¨® anoche, una vez m¨¢s, que el Profeta se equivoca.
L¨¢stima que Cruyff se haya dado cuenta de que tiene goleador el mismo d¨ªa que el Bar?a se despide de la Liga.
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